«El pueblo judío tiene un derecho exclusivo incuestionable en todas las zonas de Israel«: estas palabras, pronunciadas por el nuevo gobierno de Benjamín Netanyahu establecido en de 2022, fueron solo un anticipo de los ataques por parte de civiles judíos a cristianos que estaban por llegar y una confirmación de los que se venían dando.
Las amenazas no tardaron en hacerse efectivas en toda su crudeza. Uno de los ataques más representativos fue el cometido en el Santuario de la Flagelación de la Vía Dolorosa, corazón del barrio cristiano, causando graves destrozos en la imagen del Ecce homo con un martillo.
No fue la única, ni la última. En su última entrevista concedida a HM Televisión, el custodio de Tierra Santa, Francesco Patton OFM enumeró muchas otras.
Las inscripciones de «muerte a los cristianos» en el barrio armenio del 11 de enero, la agresión de decenas de colonos judíos a un restaurante armenio mientras entonaban blasfemias y consignas sacrílegas contra Jesús el 26 del mismo mes o las agresiones y vejaciones a las que fueron sometidos sacerdotes, religiosas y laicos cristianos con escupitajos o gas pimienta son solo algunas.
Patton recuerda especialmente las agresiones de población judía a cuarteles de trabajo cristianos o las profanaciones de los lugares donde los maronitas celebran misa, del santuario del Monte Tabor, de la iglesia salesiana de San Esteban o el incendio de la basílica de Getsemaní.
«Es fácil que cuando se tiene un hábito religioso o cualquier signo de identidad cristiana nos ofendan. En el barrio armenio han hecho violencia. No es un cima de convivencia pacífica, son episodios frecuentes«, subraya el custodio de Tierra Santa.
Se trata de unas agresiones que en los últimos años «han crecido». Patton, que desarrolla su misión como custodio de los Santos Lugares desde 2016, considera esta labor como «una gracia y una responsabilidad» consistente en «reforzar la fe de los cristianos de Tierra Santa», pero también de «permitir renovarla a los millones de peregrinos leyendo la palabra de Dios en sus propios lugares».
Cada vez es más difícil hacerlo, y el custodio no duda en responsabilizar de estos actos a «un connubio entre el radicalismo político y el religioso» presente en Israel. Cuando coinciden ambos, dice, «siempre hay violencia».
Los responsables, según Patton, no son ciudadanos que sufren problemas de «salud mental», sino «personas normales» que se inspiran en quienes «tienen responsabilidad y hablan con un lenguaje violento» desde «su puesto en el parlamento de Israel y ahora también en el gobierno». Lo más grave, añade, «es que esta violencia sea justificada por personas que tienen poder«.
Frente a los ataques, Fray Francesco invoca la libertad de culto y una convivencia entre las distintas creencias que cada vez se torna más compleja. Con todo, su respuesta es la cristiana: «Nosotros, como cristianos, tenemos que perdonar, pero también tenemos que ofrecer a los violentos una oportunidad para reflexionar«.