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Viernes Santo en Jerusalén: la Adoración de la Cruz, el Via Crucis, la procesión fúnebre

La jornada del Viernes Santo reviste en Jerusalén, el lugar de la Pasión, Crucifixión y Resurrección de Cristo, un esplendor particular.

La lectura de la Pasión y la Adoración de la Cruz

A las 7 de la mañana, después de la entrada del cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, y de los fieles presentes, la basílica del Santo Sepulcro se cerró durante tres horas para la liturgia de la Pasión.

En la procesión de entrada, el patriarca llevó la reliquia de la cruz, que colocó sobre el altar. Tras postrarse ante ella, se cantó la Pasión según San Juan. El versículo de la muerte de Jesús fue acompañado de un intenso silencio, mientras el cantor-cronista besaba la apertura bajo el altar, el lugar donde fue plantada la cruz de Jesús.

La segunda parte de la liturgia contiene la adoración de la Santa Cruz. El patriarca proclamó tres veces “Mirad el árbol de la cruz, en que estuvo clavada la Salvación del mundo”, a lo que el coro y los fieles respondieron “Venid a adorarlo”. Siguiendo un rito del siglo IV, el patriarca y los sacerdotes, frailes y fieles procesionaron para besar la reliquia de la Cruz.

El cardenal Pizzaballa traslada el copón con las formas consagradas el Jueves Santo para dar la comunión.
El cardenal Pizzaballa traslada el copón con las formas consagradas el Jueves Santo para dar la comunión.

Luego, el patriarca Pizzaballa se dirigió al Edículo, donde tomó el copón con las formas consagradas el Jueves Santo, guardado en el sagrario sobre la tumba de Jesús. La Eucaristía fue llevada en procesión al Calvario, tras dar una vuelta alrededor del Edículo, y se distribuyó a los fieles.

Al final de la celebración, la reliquia de la Cruz quedó expuesta a la veneración de los fieles en la capilla franciscana de la Aparición.

El Via Crucis

​Posteriormente, en la mañana, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, dirigidos por el custodio fray Francesco Patton, recorrieron las calles de Jerusalén en el Via Crucis a lo largo de la Vía Dolorosa, que partió de la escuela frente al santuario de la Flagelación para finalizar ante el Edículo del Santo Sepulcro.

Via Crucis de los franciscanos en unas calles abarrotadas.
Via Crucis de los franciscanos en unas calles abarrotadas.

A pesar de las dificultades relacionadas con la situación del país, numerosos fieles locales y pequeños grupos de peregrinos laicos y religiosos se unieron a los frailes en el camino de la Pasión. Además, como este año la Pascua católica y la ortodoxa coinciden, las calles de Jerusalén estaban abarrotadas de peregrinos de distintas confesiones cristianas.

La procesión fúnebre de Cristo

​Por la tarde, la basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén acogió una de las celebraciones más emocionantes: la procesión fúnebre de Cristo, un rito que se remonta al siglo XV y que recrea el descendimiento de la Cruz y el entierro de Jesús tal como se narra en los evangelios y en el mismo lugar de los acontecimientos de la Pasión.

La ceremonia comienza en la capilla de la Aparición, donde los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, ataviados con vestiduras negras bordadas en oro y plata, entonan el salmo 51 (Miserere mei, Deus), creando una atmósfera de profunda contemplación. El crucifijo, con una imagen de Cristo clavada, es llevado en procesión hacia el Calvario, acompañado por el silencio y la oración de los fieles.

Traslado de Cristo muerto en la procesión fúnebre del Santo Sepulcro.
Traslado de Cristo muerto en la procesión fúnebre del Santo Sepulcro.

Al llegar al Gólgota, dos diáconos quitan simbólicamente la corona de espinas y los clavos de las manos y los pies de la imagen. Después, el cuerpo es acomodado sobre un sudario y transportado a la Piedra de la Unción, donde el Custodio de Tierra Santa realiza los ritos funerarios, ungiéndolo con óleos perfumados (los mismos óleos bendecidos el Lunes Santo en Betania), siguiendo el ejemplo de José de Arimatea y Nicodemo.

La celebración concluye con la deposición del cuerpo en el Edículo del Santo Sepulcro, donde se espera el anuncio gozoso de su Resurrección en la noche de Pascua (es decir, la mañana del sábado en Tierra Santa, donde las celebraciones siguen horarios diferentes al resto del mundo debido al Status Quo que regula el uso de la basílica por las distintas comunidades cristianas).

Noticia elaborada con información y fotografías de Marinella Bandini, Lucia Borgato y Francesco Guaraldi para la Custodia de Tierra Santa.

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