Este 4 de julio, el sacerdote especializado en la persecución religiosa en España (1931-1939), Jorge Rodríguez Teulón, recogía en su blog Víctor in vinculis (Religión en Libertad) algunos de los datos más relevantes acerca del obispo Manuel Irurita y su viaje a Tierra Santa en 1935.
El artículo, dedicado al escritor y presidente de Hispania Matyr José Javier Echave-Sustaeta del Villar, refiere así a dos de las personalidades más versadas en torno a la figura del obispo español martirizado el 3 de diciembre de 1936 por milicianos anarquistas en el cementerio barcelonés de Montcada-Reixac: el mismo Echave-Susaeta del Villar y Teulón publicaron el pasado mes de febrero las últimas informaciones forenses y académicas disponibles que confirman las actas de un martirio episcopal rodeado de polémica.
Doctor en Sagrada Teología en el 1906 y en Filosofía en el 1907, Irurita (1876-1936) ejerció como profesor de Canto Gregoriano, de Lengua Hebrea y de Teología fundamental en el Seminario de Valencia. Promovió el expediente de beatificación de la Madre Micaela del Santísimo Sacramento y de las Misiones diocesanas hasta su nombramiento como obispo de Lérida el 20 de diciembre de 1927. Excelente músico, fue nombrado presidente de la Asociación Ceciliana Española en el Congreso Nacional de Música Sagrada de Vitoria del año 1928. En 1930 fue nombrado obispo de Barcelona, donde se distinguió por su bondad y santidad.
La peregrinación de Irurita habría tenido lugar tan solo año y medio antes de su martirio. En las tres semanas que el obispo y otras autoridades dedicaron a la peregrinación, visitaron lugares tan emblemáticos como el Santo Sepulcro y el Calvario, que Teulón recoge con todo lujo de detalles:
El Dr. Irurita en Tierra Santa, 1935
«Ayer, viernes [publica La Vanguardia del sábado 11 de mayo de 1935], a las diez de la mañana, en el vapor francés Mariette Pacha, salió de esta capital [Barcelona] la peregrinación a Tierra Santa que ha sido organizada por la Hospitalidad Diocesana de Nuestra Señora de Lourdes, y que va presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. Dr. D. Manuel Irurita, obispo de esta diócesis. Acompaña a Su Excelencia. Rvdma. su señor hermano, Rvdo. Dr. D. Benito Irurita. Estuvieron en el muelle marítimo, para despedir al Rvdmo. Prelado, el M. I. Sr. Dr. D. Juan Flaquer, vicario general; el M. I. Sr. Dr. D. Juan Serra, provisor; el M. I. Sr. Dr. D. Ramón Baucells, secretario de Cámara; una comisión del Excmo. Cabildo Catedral, formada por los M. Ilustres Sres. Dres. D. Pascual López, deán, y don Felipe Tejedor, arcipreste; otra comisión del Cabildo de Párrocos, varios señores arciprestes, sacerdotes y buen número de fieles».
Estas cuatro primeras fotos fueron publicadas en el tomo, que como homenaje se publicará tras el asesinato y martirio del siervo de Dios Manuel Irurita y Almandoz. Lleva por título Documentos pastorales. y fue publicado en Barcelona en 1941. El cardenal Segura escribió el prólogo:
El Obispo Irurita por el Cardenal Segura – ReL (religionenlibertad.com)
Sobre estas líneas el Dr. Irurita y su viaje a Tierra Santa. En la imagen, en la cubierta del Mariette Pacha.
«Siempre rodeado de peregrinos»
El celoso sacerdote José Ricart Torrens en su libro Un Obispo de antes del Concilio escribe sobre la peregrinación del Dr. Irurita a Tierra Santa (páginas 144-145):
En 1935 presidió la peregrinación diocesana a Tierra Santa. Salió el 10 de mayo regresando el 2 de junio, en el buque Mariette Paccha. Las numerosas fotografías nos muestran al doctor Irurita siempre rodeado de peregrinos, pendiente de sus explicaciones. Atravesó en una débil barquichuela el lago de Tiberiades para recordar los viajes marítimos de Jesús. En el viaje de ida las misas empezaban a las tres de la madrugada, a fin de que todos los sacerdotes pudieran celebrar, pues había muy pocas aras. El reverendo Mn. Martín Elías, beneficiado de la Catedral, estaba revestido a la hora señalada para su misa, pero carecía de ayudante. De pronto se le acerca el doctor Irurita y le dice: Mosen, ¿por qué no empieza? Mn. Elías contestó: No tengo monaguillo. El doctor Irurita repuso: Yo haré de acólito. No sé si me acordaré… […].
«¿Será algún santo este obispo?»
En la visita al Santo Sepulcro, pronunció una plática tan fogosa y tierna, que todos se enternecieron y emocionaron. Antonio, el guía árabe, convertido al catolicismo, que chapurreaba el castellano, exclamó: Yo he oído a muchos obispos, pero como este ninguno. Yo no recuerdo haber llorado nunca. Hoy he derramado lagrimas muy dulces. ¿Será algún santo este obispo?
Asimismo en otras visitas a la basílica del Santo Sepulcro y al Calvario el doctor Irurita habló y trastornó místicamente a sus oyentes. Porque el doctor Irurita era, por excelencia, un peregrino. Peregrino de la unión con Dios, de la santidad, del martirio. Más tarde llegó a la meta. Cada uno de estos viajes eran para él estaciones de un camino que terminaría en un recodo del cementerio de Montcada.
Así cumplió con su deber Episcopal Episcopal. ¿Todos lo pueden decir?