El pasado 26 de junio, el sacerdote franciscano Pedro González celebró el 50 aniversario de su ordenación sacerdotal en el Monte de los Olivos de Getsemaní, en Tierra Santa. Muchos acuden a los santos lugares para celebraciones como esta, pero en el caso de González, no necesita un motivo concreto. A lo largo de 16 años, ha convertido en su modo de vida, casi una rutina, el viajar y vivir en Tierra Santa con afán apostólico: en sus más de 200 viajes, ha ayudado a revitalizar la fe de 8.000 peregrinos y puede atestiguar que allí, «el Evangelio cobra sentido» palpable.
Entrevistado por Espiral 21, este mediático franciscano explica que los viajes que organiza no son un «boom» coyuntural, sino un proceso que se ha labrado a lo largo de las décadas y que comenzó precisamente antes de su ordenación, al terminar sus estudios teológicos en Tierra Santa.
Desde entonces, más que «sacerdote franciscano» se define como «franciscano sacerdote». Su prioridad, dice, era vincularse a la Custodia de Tierra Santa, lo que permitieron sus superiores en 1973.
Comisario de Tierra Santa «hasta que Dios quiera»
Comenzó así un ir y venir motivado por el voto de la obediencia. Tuvo que volver a España para desarrollar su trabajo pastoral en el campo de la docencia, regresó otro año a Tierra Santa para licenciarse en Teología Bíblica y ya entre 1974 y 2007 permaneció en España como profesor y director del Colegio Franciscano de San Antonio de Padua en Martos (Jaén). Entonces se licenció en Historia y cumplió 18 años como vicario en la misma ciudad.
Pero el recuerdo y vivencias en Tierra Santa permanecían imborrables y regresaba siempre que podía, especialmente en verano.
En 2007, sus superiores le destinaron a Madrid con una tarea muy concreta: llevar peregrinaciones como franciscano, sacerdote y guía espiritual. Once años después, en 2018, le encomendaron definitivamente la Comisaría de Tierra Santa. Su nueva misión, difundir el amor por este lugar mediante las peregrinaciones y colectas, que buscará cumplir «hasta que Dios quiera».
Una experiencia que cambia vidas
Con una trayectoria tan ligada a los santos lugares, ha comprobado que para la mayoría de peregrinos que regresan de Tierra Santa, sus vivencias suponen «una experiencia inolvidable» que cambia vidas.
«A partir de esa vivencia en Tierra Santa el Evangelio cobra sentido, le ponen nombre y apellido a los diversos relatos bíblicos y entienden que la fe cristiana no es una filosofía, ni una teología y unos dogmas, sino una forma de vida que sigue el modelo de Jesús de Nazaret. Por ello, muchos de ellos, se sienten empujados a repetir la experiencia», explica.
La disminución y amenaza que enfrenta la presencia cristiana en Tierra Santa no es ningún secreto, motivada principalmente por el conflicto entre Israel y Palestina. Las estadísticas no engañan. Según sus datos, en 1948, año del establecimiento del estado de Israel, los cristianos de Palestina eran el 20% de la población. Hoy apenas sobrepasa el 2%.
Por eso, entre los objetivos de este franciscano se encuentra detener el retroceso y fortalecer tanto la presencia de cristianos como de la misma Custodia franciscana.
Cómo revitalizar la fe en Tierra Santa
De entre las medidas necesarias para lograrlo, González asegura que la primera es «rezar mucho«, especialmente «para que la paz llegue finalmente a la Tierra de Su Hijo». Junto a ello, también llama a «promocionar las peregrinaciones» y «ser generosos en las colectas y campañas» por Tierra Santa y sus cristianos.
También por la custodia y su labor: aunque lo «más visible» para los peregrinos es el cuidado de los santuarios, solo una cuarta parte de los 300 franciscanos se dedica a esta tarea. La mayoría restante se dedica a la labor pastoral en parroquias, colegios, estudios bíblicos y arqueológicos y otros ámbitos como guías de peregrinos o a la atención de enfermos. «No olvidemos que la Custodia está también al servicio de los cristianos católicos locales de Israel y Palestina, Siria, Líbano, Jordania, Egipto, Chipre y la isla de Rodas», explica.
Pedro González, delante de la iglesia de Getsemaní (foto: Espiral 21).
De regreso a las peregrinaciones, se refiere a los registros récord de peregrinos que se han inscrito a viajes a Tierra Santa en 2022 y 2023. Un «boom» que achaca a la superación de la pandemia y «restricciones absolutas» y que está a punto de alcanzar los niveles récord de 2019. Según informan las agencias de viajes que reciben a los peregrinos en Jerusalén, ya no pueden acoger más grupos entre septiembre y noviembre: «No encuentran hoteles donde acomodarlos».
Peregrinos que vuelven hasta 30 veces
A este resurgir tanto de los visitantes como de su propia fe, atestiguada por multitud de guías turísticos y peregrinos, también contribuye el mismo «significado y belleza» de lugares como el santuario de las Bienaventuranzas y el Tabor, la basílica de Nazaret en Galilea; Getsemaní y Santo Sepulcro en Jerusalén y la Gruta de la Natividad en Belén, los «preferidos» de los viajeros que además tienen un fuerte componente evangelizador.
«Impactan mucho en el peregrino. Muchos cristianos van a Tierra Santa sin haberse leído los evangelios, por ello la experiencia de la peregrinación supone una vivencia evangélica, un acicate que les empuja a leer y asimilar los cuatro evangelios y a esa experiencia llamamos “Quinto Evangelio”.
Pero aparte del fin de la pandemia, ¿hay algo más que motive a un flujo constante de peregrinos? Según la experiencia del sacerdote, una buena parte de peregrinos que viaja a Tierra Santa no puede evitar el regresar, incluso no faltan casos de peregrinos «que han vuelto veinte o treinta veces». En el caso de los guías como él, que pueden haber ido cientos de veces, vuelven «con la misma ilusión» que la primera vez. Y no duda el motivo: «Ves palpablemente que has contribuido a revivir la fe en las personas de esos peregrinos que has acompañado. Es algo enormemente gratificante«.