El 18 de octubre, tras 14 días de bombardeos en Gaza, una o más bombas israelíes cayeron sobre el complejo de la parroquia ortodoxa de San Porfirio y mataron a 16 personas, cristianos la mayoría, que se refugiaban allí.
Allí, católicos y ortodoxos veneran la tumba de este obispo santo que murió en el año 420. El edificio en sí es del siglo XII, una de las iglesias en activo más antiguas.
Los que murieron por las bombas del 18 de octubre eran parroquianos o amigos de parroquianos que pensaban que al menos el territorio parroquial sería seguro. El Ejército israelí reconoció «estar al tanto de los informes sobre víctimas» y aseguró que «la iglesia no era el objetivo».
El Consejo de Iglesias de Palestina (católicos, ortodoxos, armenios, siríacos, protestantes) respondió que el hecho «demuestra que los objetivos de la ocupación israelí son las personas desarmadas, los niños, las mujeres y los ancianos». La bomba no golpeó el interior del templo en sí, pero sí dependencias y espacios anexos.
Antes de llegar Hamás al poder el Gaza, había unos 3.000 cristianos en la Franja. Ahora quedaban unos 1.000, entre los ortodoxos de San Porfirio, los católicos de la parroquia de la Sagrada Familia y un pequeño grupo de baptistas. Todos juntos sumaban un millar antes de esta guerra.
Antes que San Porfirio, fue golpeado con bombas el hospital anglicano de la ciudad, donde 471 personas perdieron la vida. Los palestinos dicen que fue una bomba israelí: los israelíes, que fue un cohete fallido de Yihad Islámica.
Los que se refugian en ambas parroquias, la católica y la ortodoxa, tienen miedo de irse: muchos son ancianos y niños, hay también enfermos y discapacitados con los que trabajan las religiosas, y no hay transporte fiable que les permita salir.
¿Quién fue San Porfirio?
La tradición indica que San Porfirio (347-420 d.C.), nacido y criado en Grecia, a los 25 años se fue a Egipto a vivir de ermitaño. Después partió a Tierra Santa, para vivir en una cueva cerca del Jordán pero visitando con frecuencia los lugares santos de Jerusalén.
Un día, mientras estaba en el Santo Sepulcro, tuvo una visión mística de Cristo, quien le manifestó: “Te devuelvo la salud para que te encargues de cuidar mi Cruz”. Poco después, sanó del fuerte reúma que dificultaba sus movimientos.
Durante un tiempo, fue custodio de la reliquia de la Vera Cruz que se guardaba en el Santo Sepulcro. Después, en el año 392 el obispo de Jerusalén lo ordenó sacerdote. Ejerció un tiempo en Cesarea, en la costa al noroeste de Jerusalén.
Perseverancia con los pobres
Según las crónicas, soñó que Jesús le decía: «Hasta ahora te has encargado de custodiar mi Santa Cruz. De ahora en adelante te encargarás de cuidar a unos hermanos míos muy pobres«. Poco después el obispo de Cesarea le pidió que aceptara ser el nuevo obispo de Gaza, y recibió el orden episcopal en el 395.
En Gaza la mayoría de la población era aún pagana, idólatra y hostil al cristianismo. Él se centró en servir a los pobres. En cierta ocasión, durante una sequía, organizó una procesión en la calle, llovió torrencialmente nada más terminar y algunos paganos se convirtieron al verlo.
Cuando otros paganos perseveraron en acosar a los cristianos, Porfirio logró que el Emperador desde Constantinopla enviase unas tropas para implantar la paz en la ciudad. Porfirio construyó además un templo, logró más conversiones y trabajó más con los pobres, hasta su muerte en el 420.
Para los cristianos de Gaza, minoría diminuta y a menudo mal tratada, es un ejemplo nativo de perseverancia.
