J.Cadarso-Después de treinta años cerrado y cinco de renovación, Jerusalén ofrece un nuevo museo a los peregrinos. El Museo Edward & Helen Mardigian, en el barrio armenio de la ciudad, cuenta con mosaicos, tapices, ornamentos religiosos y documentos valiosos que harán las delicias de los amantes de la historia y de aquellos que aprecien la huella en Tierra Santa del pueblo armenio.
Los visitantes pueden contemplar una de las grandes joyas del museo, un pavimento de mosaico encontrado en 1894 debajo de una casa en el barrio de Morasha de Jerusalén. Mide 6,5 x 4 metros y adornó en su día la capilla funeraria de San Polieucto, oficial de la legión romana y soldado mártir del siglo III. El mosaico fue recientemente trasladado hasta el museo y está decorado con sarmientos, aves, y el árbol de la vida. Como se indica en la leyenda, está «dedicado a la memoria y salvación de todos los armenios cuyos nombres conoce Dios».
Un pueblo unido a Tierra Santa
El museo se divide en dos plantas, cuyas paredes transmiten de forma efectiva la rica historia del pueblo armenio. En el piso superior se conserva la memoria de los huérfanos armenios que llegaron a Tierra Santa en 1915, tras el genocidio de los turcos. Hasta hace apenas unas décadas llegaron a vivir en el barrio cerca de 18.000 armenios, de los cuales 650 eran huérfanos y cuyos nombres y fechas de nacimiento están documentados en esta sección del museo.
Una planta recuerda a los huérfanos armenios llegados a Tierra Santa tras el genocidio.
En la planta baja, el visitante puede conocer la historia de los armenios desde antes del nacimiento de Cristo hasta la actualidad. Y, es que, el pueblo armenio está presente en Tierra Santa desde el siglo I antes de Cristo, con el rey Tigranes II el Grande. De hecho, la importancia de los armenios en la región alcanzó su máximo esplendor con la hija de una armenia, Melisenda de Jerusalén, en el siglo XI, la primera monarca del Reino Cruzado de Jerusalén, bajo su reinado se construyeron muchas iglesias en Tierra Santa.
Las colecciones del museo, abierto en 1960, se han formado mayoritariamente con los regalos de los peregrinos llegados a Terra Santa en los siglos XVII y XVIII. El museo alberga objetos preciosos (cruces, cálices, copones, custodias, pastorales, etc.), cartas y documentos oficiales, así como una veintena de manuscritos de la colección de manuscritos del Patriarcado Armenio, la segunda más grande del mundo. El edificio también exhibe tapices, vestiduras sacerdotales de antiguos patriarcas y diademas bordadas con hilos de plata y oro y, por supuesto, cerámica.
Homenaje a la historia
Restaurado bajo la dirección del arquitecto armenio franco-libanés Harutiun Bezdjian, el museo es un homenaje a la historia y el patrimonio del pueblo armenio en Tierra Santa. «Para un pueblo cuya existencia ha sido cuestionada y amenazada, un museo no es solo una colección de objetos preciosos. También es una forma de conservar y transmitir el conocimiento de nuestra historia», comentó en la inauguración el padre Arakel Aljalian.
Aquí puedes ver las instalaciones del museo armenio.
Entre las novedades del renovado museo está la cubierta de cristal en el patio central. Un equipo francés especializado en diseño de museos ha diseñado esta pieza que le da una nueva dimensión al museo. El edificio cuenta con una instalación eléctrica totalmente renovada y con los sistemas inteligentes más avanzados de regulación de temperatura, iluminación y vigilancia. Hace apenas unos días se celebró la ceremonia de reapertura con la presencia del Patriarca armenio de Jerusalén, Nourhan Manugian, y desde este mes de noviembre ya se puede visitar.