Triste procesión de Ramos en Jerusalén, en el marco de las restricciones y miedos por la guerra en Gaza entre Israel y Hamás y las acciones militares en la frontera de Líbano, donde chocan Hezbolá e Israel. En otros lugares, colonos israelíes invaden terrenos de familias palestinas y las autoridades israelíes limitan muchos movimientos de la población. Los cristianos en Jerusalén salen con palmas a la calle a cantar «Hosanna al Hijo de David».
El Patriarca latino de Jerusalén, Giambattista Pizzaballa, ha difundido su mensaje de la Procesión de Ramos en este marco conflictivo, pensando especialmente en los cristianos que no pueden llegar a Jerusalén o que no pueden celebrar las fiestas donde querrían, y en los peregrinos que este año no han ido.
Pese a los tiempos oscuros, la procesión de la «entrada triunfal de Jesús en la Ciudad Santa» es necesaria, asegura el cardenal. «Es aún más importante y necesario gritar con fuerza que Jesús es nuestro Mesías, es nuestro Señor, es el Kyrios«. Y aunque en estos meses uno se haya sentido «perdido, desconcertado, solo y sin referencia», «aplastado por tanto odio» por una «terrible guerra que parece no acabar nunca» y que hace crecer cada vez más el miedo, los cristianos de Tierra Santa no se hunden, sino que gritan con fuerza que Jesucristo es un fuerza.
«No estamos solos y no estamos abandonados, ¡y sobre todo no tenemos miedo!«, ha proclamado el cardenal Pizzaballa.
El Patriarca empieza anunciando que «toda la Iglesia de Jerusalén está unida» a los cristianos que más sufren, como los de Gaza. Les agradece su «testimonio de fortaleza y valentía».
Noche que parece no acabar nunca… pero acabará
«Sabemos bien lo difícil que es permanecer dentro de esa noche terrible que parece no acabar nunca, resistir unidos y firmes, dentro de la violencia que os rodea y del hambre», escribe a los cristianos gazatíes. Sus hermanos rezan para que «esta noche pase cuanto antes».
«Llegará la aurora del tercer día, el anuncio de la resurrección«, asegura el cardenal de Tierra Santa.
Y a los peregrinos que no han acudido este año les dice: «No tengáis miedo» de volver.
La tierra de Jesús, admitió Pizzaballa, está «herida, porque está invadida por tanto odio y rencor». Jerusalén es una «Ciudad sagrada para todos, pero a menudo profanada» por sus propios habitantes, donde «servir a Dios y servir al hombre» deberían coincidir, pero «en cambio parecen dos extremos que nunca se encuentran».
Pizzaballa pide a Dios que la paz descienda sobre Jerusalén y que haya «una cordial y sincera acogida del otro, una tenaz disponibilidad a la escucha y al diálogo, caminos abiertos en los que el miedo y la sospecha dejen paso al conocimiento, al encuentro y a la confianza, donde las diferencias sean una oportunidad para el compañerismo y no un pretexto para el rechazo mutuo».
Entrevistado en El País
El cardenal Pizzaballa también ha concedido una entrevista al diario español El País, en la que asegura que en los 24 años que lleva en Tierra Santa, nunca había visto tanta violencia ni “lo que la rodea”, es decir, «el odio, el resentimiento, la venganza, la desconfianza… Todo junto con tanta intensidad”. El periódico español constata que el Domingo de Ramos, tradicionalmente festivo, este año ha sido triste.
El Patriarca Latino ha querido recordar en El País a los 1.000 cristianos refugiados en Gaza: “No tienen dónde ir, no hay lugar seguro” (aunque se concentran en la parroquia católica, la parroquia ortodoxa y el hospital anglicano). Como paso hacia la paz, el cardenal pide «prestar atención» a lo que declaran tanto israelíes como palestinos, a sus narrativas, y evitar “la tentación de deshumanizar” al otro.
Es posible ayudar a los cristianos de Tierra Santa con la Colecta de Viernes Santo o con donativos a la Custodia Franciscana de Tierra Santa