La Navidad en Tierra Santa es posiblemente una de las celebraciones más populares del mundo. Los mercados, espectáculos y exposiciones de Jerusalén, la feria de antigüedades, artesanía y recitales de Haifa o los grandes árboles, desfiles, conciertos y nacimientos del Nazaret natal del Señor son conocidos en todo el mundo, generando ilusión en miles de habitantes y peregrinos durante todo el año.
Una expectación que, sin embargo, se ha visto suprimida por una guerra entre Israel y Palestina que se aproxima a los 70 días de duración y que ha motivado que este año se paralicen los festejos en la vía pública.
La mayoría de cristianos locales, guiados por las autoridades, han anunciado que la celebración de la Navidad este año tendrá un marcado carácter espiritual en detrimento del festivo, sobre todo por respeto a las víctimas.
Muertos, heridos y afectados
Lo cierto es que la comunidad cristiana está siendo duramente probada durante esta guerra. El pasado 11 de diciembre, Ayuda a la Iglesia Necesitaba comunicaba que la única iglesia católica de Gaza, la parroquia de la Iglesia de la Sagrada Familia, había sido dañada por uno de los ataques del ejército israelí.
Los paneles solares o el sistema eléctrico y de comunicación resultaron inhabilitados, entre otros daños. «Solo un milagro evitó que sucediera una gran catástrofe«, relató una fuente de Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Un día después, la misma organización alertaba de que durante la mañana se había descubierto en el mismo complejo, con decenas de refugiados en su interior, un artefacto explosivo sin detonar.
«Imagínese el trauma entre los niños y gente allí presente en caso de que explote. Es imposible desmantelarlo a menos que intervenga el propio ejército israelí», agregó otra fuente de ACN.Explosiones alrededor de la Iglesia de la Sagrada Familia en Gaza.
Uno de los cristianos residentes en Gaza, presentado como GA, describe como «devastador» el momento en que vio su apartamento «completamente destruido».
«Recogimos algunas pertenencias y regresamos a la seguridad del complejo de la iglesia esperando el fin de esta guerra para poder comenzar a reconstruir nuestras vidas«, agregó.
Otro cristiano de Gaza, presentado como JM, corrió la misma suerte el vigesimoséptimo día de guerra, cuando su barrio fue atacado.
«Esperé hasta que amainó el bombardeo y fui a revisar nuestro edificio. Todo estaba completamente demolido. No quedaba nada. Todo lo que poseíamos, todos los recuerdos de mi infancia, se ha convertido en historia. Volví a la iglesia y les di la noticia a mis padres y a las otras familias cristianas que se habían refugiado con nosotros. Al día siguiente saqué la llave del llavero porque ya no la necesitaba», lamentó.
Se calcula que al menos 22 de los mil cristianos que viven en Gaza han muerto desde que comenzó la guerra, 18 de ellos en un ataque aéreo cerca de la iglesia ortodoxa de San Porfirio a mediados de octubre y otros 5 por falta de atención médica.
Según National Catholic Register, en Gaza, las casas de al menos 60 familias han resultado dañadas o destruidas. De los 1.017 cristianos que vivían en Gaza antes de la guerra, decenas se desplazaron y alrededor de 80 pudieron salir. Unos 650 refugiados cristianos viven en la Iglesia de la Sagrada Familia y otros 250 se refugian en la iglesia ortodoxa.
Una celebración normal de Navidad en Gaza, hace 4 años.
Sin grandes celebraciones «por respeto» a las víctimas
Por respeto a los fallecidos y afectados, los líderes cristianos en Tierra Santa han pedido que los fieles renuncien a las celebraciones públicas de la Navidad, invitando a centrarse en los aspectos espirituales de la Navidad y a orar por las víctimas de la guerra y aquellos en extrema necesidad.
«Miles de civiles inocentes, incluidos mujeres y niños, han muerto o han sufrido heridas graves. Muchos más lamentan la pérdida de sus hogares, de sus seres queridos o su desaparición. Sin embargo, a pesar de nuestros repetidos llamamientos a un alto el fuego humanitario y una reducción de la violencia, la guerra continúa», mencionaban en un comunicado.
En el caso de Gaza, el padre Gabriel Romanelli, del Instituto del Verbo Encarnado, contempla el momento actual como «realmente difícil» y considera importante el hecho de «no hacer grandes celebraciones» estos días.
«Es una muestra de solidaridad y respeto hacia quienes han perdido a sus seres queridos, hacia los que están heridos», mencionó en una entrevista en la web del Patriarcado Latino de Jerusalén.
El sacerdote comprende que durante estos días, la comida y la alegría pueden destacar por su ausencia, pero hace un llamado a seguir rezando.
«El nacimiento de Jesús está en el centro de nuestras celebraciones. Por eso realizaremos diferentes actividades espirituales para nuestros feligreses, para ayudar a prepararnos espiritualmente para que Jesús nazca en nuestros corazones y vidas», comentó.
«Este año la Navidad será más espiritual»
Semejante mensaje traslada el sacerdote fraciscano Amjad Sabara al hablar de la tradicional procesión en la Plaza Manger, que este año estará marcada por la sobriedad en la decoración y asistencia. Este año no sean convocado peregrinos, pero en situaciones normales acuden decenas de miles. Por el contrario, los asistentes serán fundamentalmente el clero local, que acompañará «discretamente» al patriarca latino Pierbattista Pizzaballa a la Iglesia de la Natividad, donde tendrá lugar la celebración.
«Este año la Navidad será más espiritual. La novena que rezaremos se concentrará en la paz y en cómo vivir con los desafíos que enfrentamos ahora. La gente busca a Dios y reza por los demás. Lo único que podemos dar a Gaza hoy son nuestras oraciones«, agregó el sacerdote.
Junto con los sacerdotes, los obispos albergan la misma consigna de potenciar el carácter espiritual de la Navidad.
«Como Iglesia, somos empáticos con la gente. La gente está triste, tanto en Israel como en Palestina. No podemos celebrar mientras la gente vive en la calle con sus hogares afectados o destruidos», expresó el obispo y vicario patriarcal de Jordania William Shomali, que sin embargo no renuncia a la alegría cristiana: «En la Iglesia seguimos cantando, celebrando y recordando el mensaje de Navidad».
Como muestra de esta alegría espiritual de la que habla el obispo Shomali se encuentra la celebración de la Misa en la Casa de la Divina Misericordia del Movimiento Mariano, que fue presidida el pasado lunes 11 de diciembre por Rafic Nahra, Vicario Patriarcal en Galilea.
En su homilía, Nahra señaló que la Iglesia invita a sus miembros durante el tiempo de Adviento a contemplar la grandeza del misterio de la Encarnación y a dar gracias a Dios por su amor por nosotros, que nos mostró a través de la encarnación de su único Hijo, Jesucristo.
Asistentes a la Misa de Adviento en la Casa de la Divina Misericordia del Movimiento Mariano.
Además, añadió, es un tiempo para recordar la segunda venida de Jesucristo para que permanezcamos en un estado de vigilancia y preparación. También señaló que además de las dos venidas, la Iglesia enseña que hay otra venida, que ocurre diariamente durante la Misa, que es la presencia de Dios en la Eucaristía.
Llamado a rezar por la paz: «La sanación interna, más importante que la exterior»
Asimismo recordó el significado e importancia de rezar por la paz, expresando que, aunque la oración no es una solución mágica, la paz externa comienza con la paz interna.
«La sanación interna es más importante que la externa y el perdón de los pecados es para lo que vino Jesús, para sanar nuestros corazones y abrir el Camino para que vivamos cerca de Dios y del Hombre, para que se pueda alcanzar la paz y la seguridad», mencionó.
En el transcurso de la Misa se rezaron oraciones de intercesión por los miembros del Movimiento y por todos los que sufren y se ven afectados por los dolorosos acontecimientos que vive el país.
Al final, el pesebre de la Casa de la Misericordia se iluminó para ser una fuente de meditación y reflexión sobre el misterio de la Encarnación para los miembros del Movimiento.
La confesión luterana es igualmente partidaria de mitigar las celebraciones y festejos, como menciona a COPE el pastor luterano Isaac Munther, convencido de que «es imposible celebrar nada cuando estamos viviendo un genocidio en nuestra tierra «.