Este lunes se conmemoró en Belén con más fuerza y sentido que el resto del mundo la matanza de los Santos Inocentes. La sangre de estos bebés corrió por las calles de esta ciudad de Tierra Santa, la misma en la que tres días antes nació el Salvador.
La solemnidad tuvo lugar en el lugar donde la tradición coloca la tumba de los santos inocentes, donde quizás hubo una fosa común. Es la gruta de los Santos Inocentes, junto a la gruta de San José, unida a su vez a la de la Natividad a través de un pasaje abierto solo con motivo de celebraciones oficiales. Allí, se cree que el ángel le habló a José en un sueño para decirle que huyera a Egipto y salvara a Jesús de la masacre planeada por Herodes.
Tal y como recoge la Custodia de Tierra Santa, la Eucaristía se celebró con la participación de la fraternidad franciscana de Belén, junto con miembros de otras comunidades religiosas locales, para un máximo de unas cuarenta personas.
En la homilía el padre Luis Enrique Segovia Marí, guardián de la fraternidad franciscana en Belén afirmó que esta ceremonia “significa recordar a los niños que fueron asesinados hace muchos años precisamente en el lugar de los Santos Inocentes”.
De este modo, el franciscano señaló que “el Evangelio nos muestra un rey y un niño, el enfrentamiento entre el bien y el mal, la luz y las tinieblas. Al final nunca es el mal lo que prevalece, pero el bien triunfa. Dejemos que nos llamen los niños que hoy nuevamente no tienen madre ni padre y están en un momento de dificultad”.
Además, recordó que “debido a la pandemia hay mucha pobreza, así como muchas situaciones difíciles que enfrentar y los niños son los que más sufren”.
El padre Segovia recalcó también que “hoy queremos renovar nuestro compromiso para que estas atrocidades del pasado dejen de ocurrir y para proteger la vida de nuestros niños que son el futuro de la comunidad. Este lugar también nos recuerda para conmemorar a todos aquellos niños que murieron sin saber por qué. Son testigos silenciosos de dar la vida por la causa de la fe”.
El guardián de la fraternidad franciscana de Belén recordó también el compromiso de los frailes de la Custodia de Tierra Santa en tiempos de la pandemia. “Nuestra comunidad de Belén y la del Campo de los Pastores siempre han seguido recibiendo a todos los que se acercan a nosotros para participar en las celebraciones de este lugar. La puerta de la iglesia siempre ha estado abierta, aunque no haya más peregrinos. Esta es una nueva experiencia para nosotros, pero incluso en este silencio Dios quiere hablarnos. A través de esta pandemia, Dios quiere decirnos algo más”.