La invasión de Ucrania por parte de tropas rusas también tiene su eco en Tierra Santa, donde cristianos ucranianos viven y rezan para que se pueda conseguir la paz y acabar con el dolor que siempre las guerras provocan.
Desde Belén, Victoriya Abu Hashish, cuenta a Christian Media Center: “nací en Ucrania. Hoy he venido aquí a la Iglesia de la Natividad a orar por mi pueblo, que el Señor los proteja. Ruego al Señor que ponga fin a la guerra en Ucrania y que traiga la paz al mundo entero».
En este sentido, Victoriya señala que «hay mucho miedo entre la gente y muchas personas, incluida mi familia, han huido al campo. Lamentablemente, 30 años después de la independencia, quiero decir que esto realmente duele en el corazón«.
Por su parte, Dima nació en Kiev. Tiene 26 años y vive en Jerusalén desde los 5, pero en Ucrania todavía tiene amigos y conocidos. Esta joven confiesa que lo primero que hace “todas las mañanas en cuanto me despierto es abrir la aplicación de noticias y ver si Kiev ha caído o sigue en manos de Ucrania. Para muchos ucranianos y rusos en Israel esto se ha convertido en una rutina diaria todas las mañanas durante esta semana».
«De repente, este componente ucraniano de mi identidad se ha vuelto extremadamente relevante e importante, como nunca lo hubiera imaginado. De repente me he sentido muy involucrado y con un fuerte sentimiento patriótico hacia un país que he visitado pero en el que nunca he vivido como adulto», agrega.
El 2 de marzo, Miércoles de Ceniza, se llevó a cabo un momento de oración en la Basílica del Santo Sepulcro, con el rezo del rosario en ucraniano. Danylo es seminarista de la diócesis greco-católica de Viena, pero es originario de Lviv, una ciudad al oeste de Ucrania. Parte de su familia sigue allí. Está en Jerusalén por un año de servicio.
«¿Cómo puedo aportar? ¿Cómo puedo estar allí para mi familia, para las personas en mi país de origen? Poco a poco me di cuenta de que estar aquí en Jerusalén, el lugar donde Jesús murió y resucitó, es por una razón».
Danylo considera que “nuestra mayor esperanza está en la conversión de los corazones de todos los que sufren la ocupación, de los rusos, de los soldados que llegan a nuestro país, de los líderes políticos… Solo a través de la conversión y el arrepentimiento puede haber una verdadera paz».