Javier Lozano / Fundación Tierra Santa
Carlota Valenzuela tiene 29 años y una prometedora carrera profesional en una multinacional española como Acciona. Con un doble grado en Derecho y Ciencias Políticas y un MBA en Comercio Exterior, esta granadina ha decidido hacer un alto en su vida para precisamente iniciar un camino, literalmente un largo camino, para tener un encuentro profundo con Dios.
Para ello, ha decidido pedir una excedencia para comenzar el próximo 2 de enero una peregrinación sola y a pie que durante un año llevará a esta joven desde Finisterre hasta Jerusalén, o como ella misma afirma: “empezar en lo que hasta hace unos siglos era el ‘fin de la tierra’ para llegar a donde todo empezó”.
Uno de sus referentes es San Ignacio de Loyola, un santo que al igual que ella ahora, decidió un día dejar su casa y peregrinar hasta Tierra Santa. Y quiere seguir su ejemplo citando unas palabras del fundador de la Compañía de Jesús: “peregrinando por otro mes sin dinero, sino pidiendo, a su debido tiempo, de puerta a puerta por amor de Dios nuestro Señor para que se acostumbren a comer y dormir mal. Y también para que, dejando toda la esperanza que podrían tener de adquirir dinero u otras cosas criadas, la pongan enteramente, con verdadera fe y amor intenso, en su Creador y Señor”.
Dejándose guiar por la Providencia, abriendo su corazón y su oído a lo que el Señor quiera decirle y visitando algunos de los santuarios y lugares más importantes del catolicismo antes de llegar a Jerusalén, Carlota quiere vivir una profunda experiencia de fe como otros muchos han experimentado a lo largo de los siglos.
En una entrevista con con esta fundación, Carlota Valenzuela explica por qué ha decidido lanzarse a esta aventura y qué espera encontrar en Tierra Santa así como en todo el camino que aún tiene por recorrer:
-La primera pregunta que surge es por qué una peregrinación a Jerusalén desde Finisterre.
-Me parece una forma poética, empezar en lo que hasta hace unos siglos era el “Fin del Mundo” para tras un año andando llegar a Jerusalén, donde todo empezó.
-¿A qué te dedicabas hasta ahora y cómo se ha tomado tu entorno esta decisión?
-En mi vida profesional he tenido la suerte de probar diferentes sectores: relaciones, institucionales, finanzas y recursos humanos. Los últimos años he trabajado en una empresa fantástica, Acciona, llevando a cabo programas de talento joven, diversidad e inclusión. Era un trabajo precioso con el que sentía que generaba un impacto positivo en la vida de las personas.
Las reacciones a la peregrinación en mi entorno fueron de lo más variopinto. Mucha sorpresa, susto, miedo a la par que apoyo, empatía y amor.
-¿Cómo se produjo esa llamada para aparcar tu vida y aventurarte en este viaje?
-Esta llamada era algo que llevaba intuyendo tiempo pero que se hizo más evidente al dejarle espacio para manifestarse. Este espacio fue dado por la meditación. A principios de año leí Biografía del Silencio de Pablo D’Ors, que me invitó a comenzar a meditar, y gracias a ello creé un espacio de silencio en el que las intuiciones se fueron haciendo más claras.
-¿Qué esperas encontrar en Jerusalén una vez que llegues allí?
-Es una pregunta muy común, y la verdad es que no espero nada. Siempre bromeo con que no espero encontrar un cartel luminoso con algo escrito. El camino va más enfocado a “ponerme a disposición” de Dios y del mundo.
-Y mientras tanto, ¿qué esperas vivir por el camino hasta llegar a tu destino?
-Lo que espero es, como dice J.M Olaizola, aligerar el equipaje, ir soltando el lastre de miedos, dudas, inseguridades, egos, apegos… y que esto me permita poder disfrutar del regalo del mundo y vivir más plenamente.
-¿Cómo va a ser tu recorrido? ¿Hay escalas en tu peregrinación hasta Jerusalén que sean importantes para ti?
–Mi recorrido va a pie hasta Grecia y luego en barco a Chipre y de ahí a Israel. Esta es la fórmula que parece más prudente y viable.
En cuanto a los altos, la realidad es que estoy abierta a lo que el camino me vaya poniendo delante. Me salgo del camino “recto” para pasar por Roma ya que es el tercer centro de peregrinación de la Cristiandad junto con Santiago y Jerusalén. Ahora mismo no sé muy bien por qué lo decidí así, espero saberlo cuando llegue.
Lourdes y Medjugorje son otros lugares que me gustaría muchísimo visitar. La presencia de la virgen en ellos ha sido especial y tengo mucha ilusión por conocerlos. El resto de los altos en el camino todavía no los conozco.
-¿Quién es Dios para ti y qué papel ocupa en tu vida?
– Unos brazos abiertos deseando constantemente que vaya a abrazarlos, eso es Dios para mí. Dios es la razón de todo y tengo la sensación de que no he visto ni la punta del iceberg.
– En la presentación de esta peregrinación dices: “no quiero que pase mi vida sin conocer el tesoro que llevo dentro”. ¿Cuál crees que es ese tesoro?
-Creo que Dios ha puesto un tesoro (o muchos) en cada uno de nosotros, algo en lo que pensó cuando nos creó, y siento que tengo la responsabilidad de ir descubriéndolo. Pasito a pasito.
– Carlota, ¿cómo vives la fe dentro de la Iglesia?
-Vivo la fe con muchísima alegría. Disfruto enormemente de la comunión, la confesión o la adoración, pero mi vida de fe va más allá, descubriendo a Dios diariamente en un paseo, en el trabajo, en unas cañas o en una conversación con mi abuela.
– Muchos antes que tú, entre ellos muchos santos, emprendieron esta peregrinación. Pero los jóvenes de hoy parecen vivir resignados ante lo que experimentan y se quedan quietos, pero tú has dado un paso adelante. ¿Qué papel deben tener los jóvenes católicos en el mundo de hoy?
-Yo creo que hay muchísimos jóvenes haciendo cosas preciosas con sus vidas, viviendo a Dios en sus estudios, trabajos, noviazgos o amistades.
Los jóvenes tenemos la responsabilidad de ser motor de cambio y los que además tenemos fe, tenemos la gran oportunidad de, desde dentro de la Iglesia, promover una fe viva y renovada. Con ilusión, alegría y criterio.
Una historia para seguir
Carlota ha creado un blog, «De Finisterre a Jerusalén«, donde irá mostrando su peregrinación y sus experiencias por este largo camino.
De momento, pide ayuda o sugerencias para quién pueda recomendarle alojamiento o acogerla en algunas de las etapas: