Varias antiguas columnas y dos capiteles del Santo Sepulcro que habían sido abandonados en la gran restauración que se produjo en la década de 1970 y 1980 han regresado de nuevo a la Ciudad Vieja de Jerusalén tras haber estado durante medio siglo en un complejo franciscano en Getsemaní.
De este modo, estos elementos que durante tanto tiempo estuvieron en el lugar del entierro y la resurrección de Cristo se van a colocar en una sala especial del Museo Terra Sancta que estará dedicada en exclusiva al Santo Sepulcro. Este museo se encuentra situado en el complejo franciscano de la Flagelación y está gestionado por la asociación Pro Terra Sancta.
De este modo, Sara Cibin, responsable de esta asociación, explica a Christian Media Center: “Su nuevo hogar será el Museo, donde tendremos un espacio adecuado para su interpretación y presentación al público. Las columnas cuentan una historia muy interesante y muy variada. Es muy interesante para nosotros poder volver a exhibirlas al público, y a través de ellas contar las fases del Santo Sepulcro y los siglos de devoción, de vida, que han pasado por esta zona”.
Por su parte, Amedeo Ricco, arqueólogo del Studium Biblicum Franciscanum, profundiza en el contexto que rodea a la vuelta de estas columnas. “Cuando las tres comunidades —greco-ortodoxa, armenia y católica— acordaron una restauración importante, a partir de 1969, en las investigaciones arquitectónicas se descubrieron estos elementos antiguos dentro de lo que parecían ser los pilares, pero en realidad se descubrió que en la antigüedad había un alternancia entre pilares, bases y columnas. Removiendo la mampostería, salieron las piezas antiguas, que luego fueron retiradas porque estaban arruinadas por las llamas de los incendios, por la historia y por los terremotos. No había una gran estabilidad en la estructura, por lo que se retiraron para realizar la restauración”, cuenta.
Las hipótesis sobre la datación de estas piezas son igualmente sugerentes. Según este franciscano, “las columnas en su aspecto parecen trasladarnos al siglo II d.C. cuando en el lugar del Gólgota, el emperador Adriano ordenó la construcción de templos paganos. Lo más probable es que estos elementos arquitectónicos sean anteriores a la época de Constantino, y fueran reutilizados en el siglo IV en la construcción de la Anástasis”.
De este modo, informa que “las columnas que vemos hoy son una reproducción fiel de las retiradas, esculpidas a escala por artesanos de Belén, usando piedra local”.
“La operación de traslado ha requerido una larga preparación, que comenzó hace casi un año, para responder a desafíos sin precedentes. En primer lugar la del estado de conservación de los hallazgos. Esto fue realizado por un equipo de restauradores italianos que han estado colaborando con Pro Terra Sancta durante algún tiempo”, concluye.
El traslado ha sido todo un desafío, debido a la fragilidad de las piezas. Sara Cibin asegura que tuvieron que buscar una máquina que permitiera garantizar tanto la seguridad —que tuviera suficiente potencia de motor— como la agilidad y el tamaño para poder moverse en este difícil contexto.
“Las columnas fueron transportadas desde Getsemaní hacia el valle de Cedrón, y luego hacia la Puerta de los Leones. Desde allí, de nuevo cuesta arriba, hasta la entrada del convento de la Flagelación, donde se encuentra el Museo Terra Sancta, su destino final”, relata.