¿Existió el Rey David? ¿Estuvo de verdad el pueblo de Israel cautivo en Egipto o en Babilonia? A lo largo de los años se han puesto en tela de juicio numerosos pasajes del Antiguo Testamento alegando que son mitos que no se corresponden con la historia. Sin embargo, una y otra vez la arqueología bíblica está saliendo en defensa de la Biblia a través de las evidencias que se encuentran en las excavaciones. Según pasan los años y la ciencia avanza, crecen los conocimientos que atestiguan y ponen en relación a muchos personajes del Antiguo Testamento con estos hallazgos realizados en Tierra Santa.
En Catholic Answers, el teólogo Luke Lancaster muestra diez conexiones entre la Biblia y la arqueología, donde esta última ha confirmado lo que se contaba en estos libros inspirados:
1. Existencia de la Nación de Israel
La Biblia sitúa al pueblo de Israel viviendo en Egipto, saliendo de allí y posteriormente conquistando las naciones paganas que existían en la tierra de Palestina alrededor del año 1.300 a.C. Algunos escépticos afirman que la nación de Israel fue un desarrollo mucho más tardío que el texto bíblico. ¿Quién tiene razón? ¿La Biblia o los escépticos? La arqueología presta un fuerte apoyo a la primera. La antigua Estela de Merneptah se refiere a la nación de Israel en jeroglíficos alrededor de 1209 a.C. En la estela se describe la victoria del faraón Merneptah contra Israel. Esto significa que Israel era una nación que ya existía antes del 1.209 a.C, corroborando el texto bíblico.
2. Fiabilidad del Libro de Números
El libro de Números describe los sucesos que transcurrieron entre el éxodo de Israel de Egipto y la conquista de la tierra prometida. Uno de los eventos descritos es que el líder de Moab contrató a un poderoso vidente llamado Balaam, hijo de Beor, para maldecir a Israel (Núm. 22-24). ¿Fue Balaam un personaje inventado que aparece en las Escrituras? La verdad es que no. La arqueología ha descubierto una inscripción aramea de Tell Deir ‘Alla que se refiere a Balaam. La inscripción del siglo VIII a.C. habla de Balaam, hijo de Beor, recibiendo mensajes de varias deidades cananeas. Esta descripción concuerda con el testimonio bíblico de que Balaam era un vidente.
3. Existencia de Josué
La Escritura dice en el libro de Josué (8, 30-55) que el que fuera designado por Moisés como su sucesor construyó un altar en el monte Ebal. Adam Zertal mostró que la prueba de este episodio de las Escrituras probablemente se descubrió bajo tierra. Para explicarlo publicó un artículo titulado «¿Se ha encontrado el altar de Josué en el monte Ebal?» en Biblical Archaeology Review (1985).
Este investigador observó cómo una gran figura rectangular, de unos siete por nueve metros y tres metros de altura se asemeja a un lugar de culto. Esta figura, fechada en el siglo XII a.C., estaba llena de miles de huesos de animales, como “machos jóvenes, borregos, cabras y gamos”, que eran principalmente “quemados en fuegos”.
Se asemejaba a un altar sobre el cual el pueblo de Israel sacrificó animales a Dios. Provan, Long y Longman III dicen que “Zertal y su equipo comenzaron a verificar las descripciones de los altares en la Biblia (p. ej., Éxodo 27: 8) y la Mishná y se sorprendieron de lo bien que estas descripciones coincidían no solo con las características básicas de la estructura, sino también con muchas de sus características particulares”(p. 249).
4. Existencia del rey David
En la Biblia se cuenta con detalle cómo David llega a ser coronado rey de Israel. La historia de su victoria contra Goliat es una de las más conocidas de toda la Escritura. De David vino una larga línea de reyes davídicos, que las Escrituras atestiguan en los libros de Reyes y Crónicas.
Se ha llegado a sugerir que el rey David de Israel era simplemente una leyenda, pero eso es ya imposible porque en Tel Dan se descubrió una inscripción de finales del 800 a.C. que le cita. Dentro de la inscripción, un rey arameo habla de matar a varias personas, una de las cuales es un rey de la «Casa de David«. Aparentemente, la dinastía davídica descrita en las Escrituras era conocida en todo el antiguo Cercano Oriente. Esto valida los textos bíblicos.
5. Existencia del rey Jehú
La inscripción de Tel Dan habla de la línea o «casa» de David, y no está sola. El rey Jehú, descrito en el segundo libro de los Reyes, capítulo 9, es mencionado en otra pieza de arqueología. El Obelisco Negro de Shalmoneser III es un trozo de piedra caliza que se refiere al rey asirio subyugando a varias naciones debajo de él. En el obelisco aparece el rey Jehú rindiendo tributo al rey asirio Shalmoneser III. Con fecha de 858-824 a.C., especifica: «Jehú, hijo de Omri», lo que indica que las Escrituras están basadas en personajes históricos reales y no meros mitos.
6. Existencia del rey Omri
La Biblia describe al rey Omri de Israel peleando una guerra contra el vecino de Israel, Moab, en el segundo libro de los Reyes, número 3. En el hallazgo arqueológico conocido como la piedra moabita o inscripción Mesha aparece. Escrita en moabita, esta piedra fue encargada bajo el rey Mesa de Moab y recuerda la guerra entre Moab e Israel en 850 a.C. El rey Omri de Israel «humilló» a Moab, según la inscripción, pero el rey Mesa obtuvo una victoria después. La Escritura habla de la guerra desde la perspectiva israelita, mientras que la piedra moabita habla de la guerra desde la perspectiva moabita.
7. Existencia del rey Ezequías
Uno de los reyes de la casa de David fue Ezequías. La Escritura lo alaba por sus reformas religiosas. Al este estaba situada Asiria, y cuyo rey en torno al año 700 a.C. era Senaquerib. Este monarca asirio invadió al rey Ezequías de Judá porque Ezequías por no someterse a él.
Se han descubierto los anales de Senaquerib, en los que se relatan sus aventuras militares. Una de esas aventuras fue atacar a Ezequías. Los anales de Senaquerib apoyan lo que los textos bíblicos dicen sobre Asiria y Ezequías en Isaías 33 y 36-37, en el segundo libro de los Reyes 18-19 y en el segundo libro de las Crónicas 32.
Evidentemente hay diferencias según quien cuente la historia. Una es que los textos bíblicos dicen que las fuerzas de Senaquerib fueron rechazadas por un ángel, mientras que los anales de Senaquerib omiten este hecho. En general un rey sólo quería contar sus victorias. En general, las Escrituras y la arqueología también trabajan juntas aquí.
8. Fiabilidad de los segundos libros de los Reyes y las Crónicas
Después de la lucha del rey Ezequías con Senaquerib, las Escrituras dicen que encargó la construcción de un túnel para prepararse para un futuro asedio por parte de un enemigo (2 Reyes 20; 2 Crónicas 32). El túnel llevaría agua desde el manantial de Gihón a la ciudad de Jerusalén hasta el estanque de Siloé. El túnel construido por Ezequías todavía existe a día de hoy, y se ha encontrado allí una inscripción en hebreo. La inscripción es de un ingeniero que dice que el túnel se construyó excavando la piedra caliza de ambos extremos. Esta inscripción está fechada en el siglo VIII a.C., época del rey Ezequías.
9. Existencia del ataque babilonio a Jerusalén
Según las Escrituras, el pueblo de Israel rompió su pacto con Dios. Una de las maldiciones por romper ese pacto fue el exilio de la tierra. Esto se cuenta en Reyes, Crónicas y Jeremías. Y así fue como el rey Nabucodonosor (605-552 a.C.) de Babilonia conquistó Jerusalén. .
La arqueología muestra algo que respalda el testimonio de las Escrituras. La Crónica de Nabucodonosor describe a Babilonia intentando conquistar el reino de Judá, centrado en Jerusalén. La crónica se refiere al sitio de Jerusalén en el 597 a.C., lo que fundamenta a los autores bíblicos.
10. La confiabilidad de Esdras y Nehemías
Nabucodonosor capturó y trasladó a miles de israelitas a Babilonia. Unas décadas más tarde, el rey Ciro de Persia se convirtió en la principal potencia del antiguo Oriente Próximo. Creía que sus súbditos no se rebelarían si les devolviera a su tierra y a sus dioses. La Escritura dice en los libros de Esdras y Nehemías que Ciro envió al pueblo judío exiliado de regreso a Jerusalén. Este evento es más creíble aún con la ayuda del hallazgo arqueológico conocido popularmente como el Cilindro de Cyrus . Este documento cuneiforme cilíndrico describe las políticas de tolerancia religiosa del rey Ciro de Persia hacia varias naciones. El Cyrus del cilindro actúa de manera similar al Cyrus de las Escrituras. El rey Ciro no solo ayudó a los judíos, sino que también ayudó a otras naciones exiliadas.