Este Domingo de Ramos de 2021, el segundo en pandemia, se ha podido celebrar en Jerusalén y en otros lugares de Tierra Santa, con limitaciones, pero con la alegría de poder acoger a una cierta cantidad de fieles del país con palmas y ramos en los Santos Lugares.
Todos señalaron la diferencia con 2020, cuando sólo los clérigos de cada comunidad podían celebrar en sus lugares las liturgias de Semana Santa.
Aunque el país sigue cerrado a peregrinos y turistas, los fieles locales sí pueden acceder, de forma ordenada, a distintas celebraciones estos días.
El Domingo de Ramos, frente a unos cuantos fieles alegres, el Patriarca Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, presidió la liturgia ante el edículo del Santo Sepulcro que contiene la tumba de Jesús, el lugar donde descansó su cuerpo muerto y torturado, antes de la Resurrección.
El Patriarca Pizzaballa en la procesión de Ramos de 2021, dentro del Santo Sepulcro
«Hoy estamos reunidos aquí donde Cristo murió y resucitó. Esta celebración es el preludio de la Pascua del Señor, que, para realizar el misterio de su pasión, muerte y resurrección, entró en Jerusalén, su ciudad. Por eso, con gran fe y devoción, recordando esta entrada salvadora, sigamos al Señor, para que, convertidos por la gracia en consortes de la Cruz, participemos en la Resurrección y en la vida».
Después el Patriarca Latino condujo a los fieles en una procesión, pequeña pero alegre, por dentro del Santo Sepulcro, rodeando tres veces la tumba como es tradición, mientras agitaban ramos y palmas.
Luego comenzó la misa, durante la cual se cantó la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo en latín a tres voces. Tras la proclamación del Evangelio, un momento de silencio y recogimiento.
Procesión desde el Monte de los Olivos
Otro momento importante para los católicos de Jerusalén fue la procesión del Domingo de Ramos por la tarde en el Monte de los Olivos. La asistencia también se vio limitada por las restricciones, pero «es importante que se haga para empezar a dar señales de normalidad y sobre todo de confianza en la reanudación de la vida normal», dijo Pizzaballa.
Desde la iglesia de Betfagé, un santuario en el Monte de los Olivos que se encuentra en el mismo lugar donde la multitud aclamó a Jesús cuando entró en Jerusalén, la procesión descendió hacia la ciudad.
De acuerdo con las disposiciones locales, los participantes se organizaron en grupos de cincuenta personas. Abrieron la procesión los scouts locales latinos, seguidos por el párroco de Jerusalén, algunos alumnos de las escuelas, los feligreses, los grupos de pastoral de emigrantes (entre ellos, muchos procedentes de India Filipinas, Sri Lanka y varios países de África), los religiosos y los seminaristas.
Cerrando el cortejo iban los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, el Patriarca Latino monseñor Pierbattista Pizzaballa, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, y el nuncio apostólico, monseñor Leopoldo Girelli.
Una nueva tradición: parar en Dominus Flevit y rezar por la ciudad
El patriarca latino hizo una parada en el santuario de Dominus Flevit, una tradición inaugurada el año pasado y que se ha repetido, «a petición de la población local y de la parroquia de Jerusalén», como dijo el patriarca.
Desde el lugar en el que Jesús miró a Jerusalén y lloró sobre ella («Dominus Flevit» significa, de hecho, «el Señor lloró»), Pizzaballa impartió la bendición sobre Jerusalén.
La procesión no terminó, como es habitual, en la Iglesia de Santa Ana, sino que finalizó tras entrar en la ciudad vieja por la Puerta de los Leones. «Parte de la diócesis sigue viviendo una situación dramática a causa del coronavirus, como en Palestina y Jordania, pero debemos alegrarnos de que en Jerusalén podamos celebrar de forma casi normal», comentó el Patriarca Latino.
Con más de la mitad de la población de Israel inmunizada con las dos dosis de la vacuna, algunas restricciones se han suavizado. Se pide a los fieles que mantengan un adecuado distanciamiento social.
Este año, los católicos de rito latino celebran la Pascua el 4 de abril, mientras que por las diferencias con el calendario juliano, los cristianos ortodoxos la celebrarán casi un mes después, el 2 de mayo. Eso también ayuda al distanciamiento y a escalonar los festejos.