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«Tierra Santa no cansa», dice un franciscano comisario, «es nuestra casa»: «Sin cristianos, se volvería un museo frío»

Fray Luis Quintana Giménez, guía de los Santos Lugares, ha sido designado comisario de Tierra Santa para la provincia franciscana de la Inmaculada (que abarca buena parte del territorio nacional), y con ese motivo fue entrevistado por el semanario diocesano Iglesia en Coria-Cáceres.

El padre Quintana destacó que sus funciones como comisario de Tierra Santa «son prin­ci­pal­men­te tres»:

-Primero, «di­fun­dir el co­no­ci­mien­to y amor por Tie­rra San­ta en las dió­ce­sis», sus­ci­tan­do gru­pos de Ami­gos de Tie­rra San­ta y ani­man­do a que la gen­te se sus­cri­ba a la re­vis­ta Tie­rra San­ta.

-Se­gun­do, «pro­mo­ver las pe­re­gri­na­cio­nes a Tie­rra San­ta, así como en­cuen­tros con pe­re­gri­nos», cuidando el antes y el después de las peregrinaciones.

-Tercero, «so­li­ci­tar y re­co­ger do­na­ti­vos y ayu­das para los San­tos Lu­ga­res y para los cris­tia­nos de Tie­rra San­ta (obra so­cial y es­pi­ri­tual de la Cus­to­dia de Tie­rra San­ta)», en particular en la colecta pontificia que en to­das las igle­sias del mun­do se rea­li­za el Vier­nes San­to.

Fray Luis Quintana Jiménez.

Según el fraile franciscano, Tierra Santa espera de nosotros «ora­ción, ca­ri­ño y amor, por­que so­mos sus hi­jos… To­dos he­mos na­ci­do en Be­lén, jun­to al Niño Je­sús. De Je­sús he­mos re­ci­bi­do a Ma­ría como ma­dre en el Cal­va­rio, al pie de la Cruz. Y como Igle­sia he­mos na­ci­do en el Ce­nácu­lo, el día de Pen­te­cos­tés».

El padre Quintana destacó la importancia de las peregrinaciones: «A Tie­rra San­ta le de­be­mos todo… ¡y nos es­pe­ra! Es­pe­ra que va­ya­mos a vi­si­tar­la. Es­pe­ra que le en­vie­mos nues­tros do­na­ti­vos y ayu­das. Es­pe­ra que la sin­ta­mos nues­tra… ¡es nues­tra Casa! Y nos ne­ce­si­ta. Sin los cris­tia­nos, Tie­rra San­ta se vol­ve­ría un mu­seo frío y muer­to de algo ma­ra­vi­llo­so, pero acon­te­ci­do en el pa­sa­do».

«Tie­rra San­ta está viva, son ros­tros de hom­bres y mu­je­res que vi­ven su fe des­de hace dos mil años, en me­dio de un con­tex­to muy di­fí­cil. Son Lu­ga­res San­tos, lle­nos del Es­pí­ri­tu de Dios, don­de acon­te­ció nues­tra Sal­va­ción y don­de si­gue es­tan­do la Pre­sen­cia di­vi­na», añadió.

Hay personas que acuden allí una vez tras otra: «Tie­rra San­ta no can­sa. Y no es por­que sea muy bo­ni­to lo que hay allí, sino por­que hay Vida, te hace fe­liz en­con­trar­te con tu Dios en Su casa: con Mi Dios en Mi Casa. Así lo ex­pe­ri­men­ta­mos los que va­mos a Tie­rra San­ta. No es algo que se pue­da ex­pli­car, hay que vi­vir­lo».

El padre Quintana confiesa que uno de sus instantes preferidos es la gruta de Belén: «Cuan­do pue­do, me voy a la par­te tra­se­ra de la gru­ta y me que­do sen­ta­do o de ro­di­llas en el sue­lo, re­zan­do y con­tem­plan­do el lu­gar don­de Je­sús na­ció. San Fran­cis­co se­gu­ra­men­te tam­bién lo pudo ex­pe­ri­men­tar allí«.

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