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Santiago Quemada y las huellas de Jesús: «La humanidad de Cristo no puede separarse de su tierra»

A principios de junio se publicó una de las más evangélicas y vividas guías de Tierra Santa que pueden encontrarse en las librerías: Huellas de Jesús. El Evangelio desde Tierra Santa (Rialp), de Santiago Quemada.

Quemada conduce desde hace años el blog Un sacerdote en Tierra Santa, uno de los más seguidos por todas las personas interesadas en los sagrados lugares donde vivió y murió Nuestro Señor. Riojano y sacerdote numerario del Opus Dei, estudió Derecho en la Universidad Complutense y Teología en la Universidad de la Santa Cruz en Roma y es doctor en Teología Moral por la Universidad de Navarra.

Reproducimos a continuación la entrevista que concedió a Arguments sobre su libro:

-¿Cómo se lee el Evangelio desde Tierra Santa? 
-Esta pregunta es la que ha motivado el libro que acabo de publicar. El evangelio es la vida de Jesús. Sus palabras, leídas en cualquier lugar, nos ayudan a conocer cómo fue su existencia en la tierra, y el Espíritu Santo siempre nos comunica luces para imitarla. Pero, además, es innegable que lo que nos narran los evangelios sucedió en un lugar concreto, y conocerlo enriquece mucho su lectura. Yo diría más, facilita que el lector se meta en las escenas, y las viva y contemple situándolas adecuadamente. Me atrevo a decir que el Evangelio desde Tierra Santa se ve más claro, porque la humanidad de Jesucristo no puede separarse de su tierra, del lugar concreto donde nació, vivió y murió. Todo lo que leemos en los Evangelios ha sucedido en algún lugar preciso, tiene un contexto, y conocerlo ayuda mucho a entenderlo.


 
-¿Ha cambiado su forma de leer el Evangelio desde que vive aquí?
-No solo ha cambiado mi forma de leer el Evangelio, sino también de predicarlo. Ahora cuando leo o hablo de un pasaje concreto estoy contemplando el sitio: lo veo, he rezado allí,  me he imaginado in situ lo que allí se cuenta. Digamos que lo he vivido, y los hechos que uno experimenta quedan más profundamente grabados y se trasmiten con más fuerza. En efecto, como decía antes, el Evangelio se puede imaginar desde cualquier lugar, pero pienso que es enorme la aportación que supone el haberlo podido tocar y vivir. He estado en el lago de Tiberiades un día de tormenta, he visto las flores silvestres que adornan los caminos a las que se refería el Señor, he subido al monte Tabor y podido contemplar desde allí la impresionante vista del valle de Esdrelón. Eso se queda impreso en la memoria y, después, cuando relees los Evangelios lo haces con otros ojos, con ojos que han visto.

-¿Qué le diría a una persona que se está planteando hacer una peregrinación a Tierra Santa?
-Le diría que si puede venir que lo haga, que no lo dude. No conozco a ningún peregrino que se haya arrepentido de esa peregrinación. Para un cristiano es el viaje de su vida. En Tierra Santa, mi experiencia como sacerdote me dice que hay mucha gracia de Dios. Los peregrinos que vienen perciben que el Señor les ha invitado a visitar los lugares donde nació, vivió, murió y resucitó, y reciben un fuerte impulso para su vida cristiana porque, en definitiva, el fin de nuestra vida no es otro que el de enamorarnos de Jesucristo. Aquí se toca por todos lados la vida del Señor. Un peregrino al regresar de su peregrinación decía: “Después de estos días, para mí ya nada es lo mismo: he visto la casa de Jesús, su pueblo, su tierra”.

»Así que, una vez decidido a hacer el viaje, disponerse lo mejor posible, preparando con oración esos días únicos. Al llegar se comprobará que en este lugar hay muchas posibles  distracciones: es una tierra exótica, con muchas razas y culturas tan distintas a aquella de la que se procede. Por eso facilita proponerse interiorizar lo que se va a vivir, que no es otra cosa que un encuentro personal con el Señor, en particular en los lugares Santos. Y, más en concreto todavía, en el Calvario: pienso que es el lugar central de Tierra Santa.
 
-La idea de este libro ha surgido de las muchas notas que ha ido escribiendo en su blog Un Sacerdote en Tierra Santa durante años: ¿Qué le motivo a abrir este blog? ¿A quién se dirige cuando lo escribe?
-Llevaba unos meses viviendo en Tierra Santa poco a poco comencé a darme cuenta de la tremenda riqueza que había en esta tierra. Pensé que todo lo que estaba viendo, los sucedidos, los pequeños descubrimientos que hacía, podían servir a tanta gente en todo el mundo interesada por Tierra Santa. Y qué mejor instrumento que un blog para hacer esto. Así que empecé a publicar sin otra pretensión que acercar Tierra Santa a quien no tiene la posibilidad de visitarla, o ha venido pero desea seguir en contacto con estos lugares. Con el paso del tiempo comprobé el enorme interés que esta tierra suscitaba en todo el mundo. Empezaron a entrar al blog personas de todos los puntos del planeta.

»Me propuse publicar una entrada cada semana. Me di cuenta del sugerente contenido que había en algunas explicaciones para hacer entender los evangelios y, así, poco a poco fue surgiendo la idea del libro. Fueron sobre todo las entradas de la etiqueta del blog que se llama “Evangelio vivo”, las que me fueron haciendo entender que había un campo por mostrar novedoso y que podría ayudar a mucha gente para entender mejor los evangelios.

»Pero eso no quiere decir que para leer el blog o interesarse por su contenido haya que ser cristiano. La gran mayoría de las entradas hablan de temas que interesan a personas de otras religiones y a gente no creyente. De los lugares Santos recojo su historia, la arquitectura de las distintas iglesias, los variados hallazgos arqueológicos de cada sitio. Y también escribo sobre el judaísmo, el islam, los drusos… Hablo de sus culturas, costumbres, etc.
 
-¿Y el libro? ¿Puedo leerlo si no soy cristiano?
-Pienso que sí. Precisamente por lo que decía antes. Se recogen detalles históricos, arqueológicos, de costumbres. En ese sentido puede gustar a cualquiera conocer esos pequeños descubrimientos, no solo a cristianos. Pero, como es evidente, a los cristianos les ayudará más para profundizar en el conocimiento de Jesucristo, a entender mejor el sentido de algunas de sus palabras, o a captar la elección de los ejemplos gráficos de la vida cotidiana que elegía para las parábolas.
 
-¿En qué se diferencia este libro de los muchos otros con los que comparte la misma temática?
 -Esta fue la pregunta que yo me hice cuando me plantee empezar a escribir el libro. ¿Va a aportar algo novedoso? Porque si no, para eso no hago el esfuerzo y pierdo el tiempo. Llegué pronto a la conclusión de que no es una “Vida de Jesús” como las muchas que conocía. Es una peregrinación a Tierra Santa a través del Evangelio. Nos adentramos en la tierra de Jesús y en su vida de una manera distinta: a través de la vida misma actual de la ciudad Jerusalén, de las poblaciones de Belén o de Nazaret. Esta incursión nos llevará a descubrir de dónde provienen las costumbres, los edificios históricos, o esas tradiciones.

-¿Qué es lo que más le llamó la atención cuando llegó a Jerusalén?
-Me acuerdo perfectamente, y eso que ya han pasado diez años. El día que llegué me parecía increíble estar entrando en la Ciudad Santa. Los árabes la llaman al-Quds: la Ciudad por antonomasia. Eran todo casas blancas y me sorprendió mucho la luz tan clara que había. Cuando entré por primera vez en mi casa, desde la ventana del cuarto pude contemplar la iglesia del Sepulcro y del Calvario a poco más de trescientos metros de distancia. Hace veinte siglos, en ese mismo lugar donde estaba mirando, se hallaba Jesús muriendo en la Cruz. Me senté asombrado, tratando de caer en la cuenta de donde me encontraba, de lo que estaba  viviendo. Hoy, eso mismo es lo que más me sigue impresionando de Jerusalén.

-¿Qué es lo que más le gusta de Jerusalén?
-En otro orden de cosas, lo que más me gusta de la ciudad es la diversidad tan grande  que existe en este lugar. Jerusalén es una ciudad de contrastes: aquí viven personas de distintos países, culturas, razas y religiones. Se puede decir que Jerusalén es un resumen del mundo. En estos años he hecho muy buenos amigos cristianos ortodoxos, protestantes, judíos, musulmanes, drusos. He tenido conversaciones con ellos interesantísimas. Hemos hecho deporte juntos, disfrutado de barbacoas, hecho excursiones… Eso me sigue atrayendo mucho de esta ciudad: la gran variedad de personas que hay. A esto se añaden los peregrinos de innumerables países que han ido pasando por aquí y a los que he podido conocer en estos años.
 
-¿Qué es lo que más le gusta hacer?
-Gracias a Dios me gustan bastante los idiomas. Si no fuera así, supongo que habría  sucumbido. En estos años he pasado muchas horas estudiando árabe y hebreo. Siempre encuentro nuevos sistemas para aprenderlos. He descubierto que algo insustituible es practicarlos:  hablarlos en la vida cotidiana, y pasarlo mal equivocándose. Solo así se aprenden.

»Ahora, no diría que estudiar idiomas es lo que más me gusta. Lo necesito para mi labor pastoral y para entenderme con la gente. Una de las cosas que más me gusta es leer libros, novelas históricas buenas. También disfruto mucho haciendo deporte. Con el tenis he conocido muchas personas, sobre todo judíos, y algún musulmán, y he hecho muy buenos amigos. Me gusta mucho el mar, y cuando puedo me escapo a darme un baño a la costa.
               
-¿Cómo describiría a los cristianos de Jerusalén?
-Los admiro mucho. Son muy pocos: entre cristianos ortodoxos y católicos en la ciudad  de Jerusalén puede haber unos doce mil. Casi todos son árabes. En Jerusalén hay más de setecientos mil habitantes, de los cuales doscientos mil son árabes. Por tanto, de entre ellos, los cristianos constituyen una minoría. Viven con un sentido grande de misión. Se saben procedentes de los primeros cristianos, y son conscientes de que viven en la cuna del cristianismo. Valoro mucho su fortaleza. Tienen muchas dificultades, y las afrontan con mucho ánimo.

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