El canto del Aleluya resonó en Jerusalén en la madrugada del sábado 30 de marzo, porque en la basílica del Santo Sepulcro, según explica Silvia Giuliano en el portal de la Custodia de Tierra Santa, se adelanta la Vigilia Pascual por las exigencias del Status quo que regula la vida de las diferentes comunidades cristianas de la basílica.
La celebración fue presidida por el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, ante el Edículo, la tumba donde Jesús fue sepultado tras su muerte y de la que salió victorioso y vivo en su Resurrección.
Un resumen de la celebración de la Vigilia Pascual en el Santo Sepulcro.
La celebración de la vigilia se divide en cuatro momentos:
-la liturgia de la luz, que empezó a la entrada de la basílica y se caracteriza por el rito del lucernario en el que se enciende el cirio pascual;
-la liturgia de la Palabra, compuesta por nueve lecturas en las que se alternaron las voces de los frailes franciscanos y de los seminaristas del Patriarcado Latino; fue el propio patriarca quien proclamó el Evangelio.
-la liturgia bautismal, en la que se renovaron las promesas del bautismo mediante la renuncia a Satanás y la profesión de fe;
-la liturgia eucarística.
«La liturgia de Jerusalén», dijo Pizzaballa en la homilía, «se construye en torno a este lugar, al igual que la liturgia de toda la Iglesia. De aquí, de hecho, sacamos la luz que ilumina toda la vida cristiana. Y nosotros, la Iglesia de Jerusalén, debemos y queremos ser los primeros en anunciar y traer al mundo la llegada de esta luz«.
Además mencionó «los días terribles que estamos viviendo»: «Pero si levantáramos la mirada, como las mujeres del Evangelio de hoy, podríamos ver algo nuevo, algo que se logra: que la luz del Cordero vuelve a brillar sobre nuestros ojos. Jesús ha derribado las puertas del reino de la muerte con la única arma que la muerte no puede resistir, que es la del amor. Si amamos, somos libres, resucitamos«.