El 18 de febrero, primer domingo de Cuaresma, la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona acogió a casi 2.000 personas que acudieron a una eucaristía presidida por el Patriarca Latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, franciscano italiano, de Bérgamo.
Ante de la misa en sí, hubo un espacio para oración y testimonios, en el que participaron una persona judía, una musulmana y una cristiana. Se trata del ciclo de oración Sent la Creu (Siente la Cruz), que celebra su octava edición este año: es una iniciativa de la Pastoral de Jóvenes del arzobispado, para acercar los jóvenes a conocer situaciones de sufrimiento en el mundo y responder con oración. Una gran cruz blanca mostraba la palabra «paz» en latín, catalán, castellano e inglés. Elías, árabe, y Hannah, judía, presentaron la oración.
El periodista Pedro Javier Armengou, que ha sido hasta hace muy poco corresponsal de Catalunya Cristiana en Jerusalén, habló de como él, su mujer y su hijo han vivido en primera persona la angustia por la guerra y han tenido que dejar en Tierra Santa «hogar, proyectos y muchas personas que amamos».
«He visto cómo el odio y el miedo transforman el corazón y lo fácil que es destruir, mientras que construir es una tarea dura y pesada, pero en medio de la oscuridad siempre hay gente dispuesta a dar la vida por la paz. Son estas las personas que nos muestran el camino a seguir”, afirmó el periodista Armengou. «Nos toca elegir el camino de la paz, posicionarnos con quien sufre, trabajar por la reconciliación y el perdón, y pedir a Dios más que nunca que conceda la paz, el amor y la libertad a todos los habitantes de Tierra Santa», añadió.
El cardenal Omella cedió la presidencia de la misa al cardenal de Tierra Santa, y concelebró junto al obispo auxiliar David Abadías.
Mantener la humanidad en el conflicto
Pizzaballa dijo a los fieles: «En Tierra Santa queremos soluciones permanentes, abordando los problemas de raíz». Habló además de las heridas que habrá dejado el actual conflicto armado, que se verán más adelante, cuando se recupere algo de normalidad.
Pizzaballa señaló la importancia de mantener el sentido de humanidad en medio del conflicto y la necesidad de un lenguaje que fomente la paz, la justicia y el respeto en todos los ámbitos, la importancia del diálogo interreligioso y la educación en la esperanza y la paz como camino hacia un futuro mejor.
Durante la misa, los fieles oraron por la paz en Tierra Santa y por todos los difuntos provocados por este conflicto armado. La colecta de ese domingo se destinará a becas escolares de jóvenes en Tierra Santa. Se pueden aportar donativo para ello a través de Bizum, con el número 02799, o bien con una transferencia bancaria: https://acesse.dev/e8TNr .
Frenar el absurdo
El cardenal aprovechó su paso por Barcelona para hacer declaraciones a distintos medios. En La Vanguardia publicaron una detallada entrevista concedida a Lluís Amiguet en La Contra, una de las secciones más leídas.
Le preguntaron si seguía dispuesto a intercambiarse por rehenes de Hamás como ofreció en noviembre. «Haría cualquier cosa para frenar este conflicto y frenar el absurdo que vivimos y creo que esa es parte de mi misión como pastor», respondió.
Su análisis del conflicto es que «los israelíes se sienten amenazados en su existencia y algunos [israelíes] ven ahora la oportunidad para expulsar a los palestinos, lo cual es irrealizable».
También advierte que «al poner el foco en Gaza se está disimulando que muchos colonos judíos hacen ahora [ilegalmente] lo que quieren y están avanzando en Cisjordania de forma agresiva«.
Cristianos apiñados, ayuda del mercado negro
Recuerda que hay un millar de árabes cristianos en la Franja de Gaza, «sometidos a la invasión y el fuego israelí a diario». En la parroquia católica están «apiñados sin agua, electricidad ni alimentos, así que dependen de lo que les podemos hacer llegar con dificultades, y a veces no hay más remedio que pagar fortunas en el mercado negro por ellos».
«Hemos perdido ya 25 católicos en Gaza por los tiroteos y bombardeos, con decenas de heridos, pero nosotros estamos con todas las víctimas, con las judías también», añade el pastor de los católicos latinos de Tierra Santa.
«No aceptamos que únicamente haya víctimas de un solo bando. Estamos junto a todas, nadie tiene el monopolio del sufrimiento pero los católicos estamos juntos ayudando a todas las víctimas, incluso si nuestra actitud es rechazada por otros», añade Pizzaballa.
«Todas las partes nos escuchan, pero cada vez más distantes»
Sobre los esfuerzos diplomáticos en los que él participa, el Patriarca Latino comenta que «somos muy activos en ellos, pero si los revelara dejarían de ser efectivos. Solo puedo decirle ahora que todas las partes nos escuchan, pero también que cada vez están más distantes».
Pizzaballa lleva 35 años en Tierra Santa, y cree que los acuerdos de Oslo de 1993 fueron una oportunidad para la paz pero que no contaron con implantación territorial ni liderazgo entre árabes y judíos. «Después, siempre se fue a peor».
Un punto débil de aquellos acuerdos es que «no consideraban la dimensión religiosa, identitaria, del conflicto y su vinculación al territorio, no se defendieron en los colegios, los templos, la calle, los hogares», considera Pizzaballa.
Intenta explicar la importancia de las identidades en Tierra Santa. «Aquí, incluso los judíos o musulmanes ateos, que los hay, son, antes que ateos, judíos o musulmanes. Esa dimensión identitaria es previa a la geopolítica y debemos trabajarla».
También denuncia que tanto entre los judíos como entre los musulmanes «los partidos religiosos imponen su intransigencia al Estado y hacen imposible la convivencia».
Pizzaballa recuerda que él vivió años en el barrio judío de Jerusalén mientras estudiaba en la Universidad Hebrea, «y a veces me sentía esquizofrénico, pero aprendí hebreo, árabe y a vivir en contradicción», explica. «Entender otras fes me ayudó a mejorar la mía».
La esperanza es hija de la fe
Entrevistado en Catalunya Cristiana (aquí en vídeo en italiano y catalán), dijo que «la esperanza es hija de la fe. Si no tienes fe, unas raíces fuertes en tu relación con Dios, la esperanza no tiene donde agarrarse. Así que lo primero es revisar tu relación con Dios«.
Después, incluso en las peores circunstancias, anima a «buscar las fuentes de luz, que las hay; en esas realidades podemos basar nuestra esperanza».
En la misma entrevista asegura que a largo plazo la única solución es «dos pueblos, dos Estados, no hay alternativa». Por ahora, pide poner fin «a todas las formas de violencia». Y asegura que se necesita «un nuevo liderazgo, tanto en Israel como en Palestina, porque no se puede construir una perspectiva de futuro con líderes agotados, sin posibilidad de estar ahí cuando haya que reconstruir».
Para romper el círculo vicioso de la venganza y la violencia, cree que la Iglesia tiene un papel junto con otras autoridades religiosas, con espacios de encuentro interreligioso, para hablar en positivo, dar esperanza, crear gestos que ayuden a la población a ver que no todo está perdido… pero confieso que es muy difícil».