En la franja de Gaza viven algo más de 2 millones de personas en apenas 385 kilómetros cuadrados. Los cristianos superan por poco los 1000, de los que pocos más de 130 son católicos. En esta zona controlada por los islamistas de Hamas y en continuo conflicto con Israel está la parroquia de la Sagrada Familia, la única católica allí presente. Además, el Patriarcado Latino posee un dispensario y dos colegios.
La pobreza, el paro y el fanatismo existente tras un conflicto que se alarga ya demasiado en el tiempo son un reto añadido más para el padre Gabriel Romanelli, párroco de Gaza y religioso argentino del Instituto del Verbo Encarnado.
Según cuenta a la agencia Fides, pasa los días consolado por los pequeños y grandes milagros de fe, esperanza y caridad que ve acontecer entre la muy pequeña minoría católica de Gaza.
Pero también hay grandes alegrías en esta parroquia. Una de ellas es Abdallah, un palestino de 24 años que ha iniciado el camino para convertirse en sacerdote y ha ingresado en el seminario. De confirmarse esta llamada sería la primera vocación religiosa en la Franja de Gaza en más de medio siglo.
El padre Gabriel llegó a Gaza siguiendo su vocación misionera. Siendo niño se imaginaba proclamando el Evangelio al mundo, y se preguntaba por qué en su Buenos Aires, donde casi todos se bautizaban, los cristianos no vivían felices.
“Yo también había leído un librito sobre San Juan Bosco”, bromea hoy, “y me llamó la atención la frase de que quien ayuda a salvar un alma, también salva la suya. Inmediatamente me pareció un buen trato”, añade.
Tras superar las reticencias de sus padres, a los 18 años entró en el noviciado del Instituto del Verbo Encarnado (IVI). Como seminarista, soñaba que su vocación lo llevaría a China o a Rusia. En cambio, sus superiores le pidieron que fuera a Oriente Medio.
El religioso confiesa: “yo estaba feliz y asombrado. Oriente Medio es la tierra del Señor y pensé que era un destino para proponer a sacerdotes experimentados, y yo todavía era seminarista”.
Después de su ordenación sacerdotal y de pasar dos años en Egipto aprendiendo árabe, su primer destino fue Jordania. El entonces arzobispo, Michel Sabbah, patriarca latino de Jerusalén, le pidió que fuera como formador al seminario patriarcal de Beit Jala, donde enseñó filosofía en árabe y francés durante 14 años.
A Gaza, como nuevo párroco de la Iglesia de la Sagrada Familia, llegó en 2019. “Para mí es una misión verdaderamente hermosa. Cada vez me asombro al pensar que, según la tradición, el niño Jesús pasó por Gaza al ir y volver de Egipto, cuando la Sagrada Familia, a la que da nombre nuestra parroquia, tuvo que huir para preservarlo de la maldad de Herodes. Y luego siempre pienso en los teólogos y santos, como Hilarión, que hicieron florecer el monacato también en la Franja de Gaza desde los primeros siglos cristianos”, explica el sacerdote.
Entre las prioridades que impulsan al padre Romanelli, -empezando por custodiar la presencia física de Cristo en la Eucaristía-, están también las pequeñas cosas cotidianas, los gestos más habituales y sencillos de la espiritualidad católica como la oración, la celebración de la Misa y los sacramentos, el Rosario o el catecismo.
El párroco afirma que prefiere no perder el tiempo deteniéndose en la escasez numérica de bautizados en Gaza. Con este espíritu nació o floreció en los últimos años el grupo Scout, la escuela de monaguillos que lleva el nombre del joven Carlo Acutis, los cursos de estudio doctrinal (este año centrado en los Sacramentos, después de los dedicados a la Sagrada Escritura ya la Virgen María) y de Adoración Eucarística, “que este año hemos propuesto también a los más pequeños. Quizá les dure solo unos minutos, pero así ellos también pueden empezar a tener delante de sus ojos y de su corazón que Jesús, nuestro Salvador, está presente en esa Hostia consagrada”.
“La iglesia, -subraya el padre Gabriel, – es como un oasis, un lugar de descanso para la comunidad cristiana y para todos los demás”. En la Franja de Gaza, donde viven casi dos millones, los cristianos son actualmente 1077. Entre ellos, los católicos son 133. Las escuelas del Patriarcado Latino y las Hermanas del Rosario acogen a 2300 alumnos, casi todos musulmanes.
Las Hermanas de Madre Teresa atienden a 75 personas discapacitadas, de las cuales 50 son niños. También se ocupan de 66 bebés mariposa, niños que padecen una enfermedad genética degenerativa, -la epidermólisis ampollosa-, que hace que la piel sea tan frágil que se infecte y se llene de llagas al menor roce. Solo puede aliviarse con la aplicación continua de vendajes cremosos. La pandemia de Covid-19 ha afectado a unas 60.000 personas en la Franja de Gaza, y de ellas, unas 40.000 han sido atendidas por equipos médicos y clínicas ambulatorias organizadas por Cáritas.