La cadena COPE entrevistó en su portal al padre Artemio Vítores, franciscano, palentino, de 70 años, que forma parte de la Custodia de Tierra Santa desde hace 48 años y actualmente es el Guardián del Niño Jesús, esto es, tiene a su cargo la Gruta de la Natividad: el lugar del nacimiento de Jesucristo, en la Basílica de la Natividad de Belén.
El padre Artemio afirma que «Belén es un lugar que toca el corazón». Todos los días conduce una peregrinación hasta la Gruta, 85.000 personas en la última década: «La mejor noticia de la Navidad es que María hace a Jesús, a Dios, nuestro hermano. Lo puedes besar, abrazar y tocar. No hacen falta grandes explicaciones».
La razón del pesebre
Pero sí contextualizar la historia evangélica según las costumbres judías. Según explica fray Artemio a COPE, la cuestión del alojamiento se presenta en el momento del parto. Hasta entonces, cuando María y José acudieron a apuntarse en el censo que había ordenado el Imperio Romano, se alojaron en casa de un amigo o conocido, en el piso de arriba, junto a otras familias.
Pero al llegar el alumbramiento surge un problema que «para los judíos era fundamental»: «Según los judíos, cuando una mujer daba a luz, quedaba contaminada por 40 días. De ahí la fiesta de la Purificación de María. Pero no solo se contaminaba la mujer, si no todos los que estuvieran cerca de ella. Durante ese tiempo, si te contaminabas, no podías entrar a la sinagoga ni al templo».
Por eso la Virgen y San José abandonan la casa y por eso también nadie quiere recibirles: «Solo encuentran sitio con los animales y lo más grande del mundo nace en lo más pobre posible». El padre Artemio se emociona al evocarlo: «Como no tenía una cuna para dejar al Niño, lo deja en un pesebre. Tampoco una silla para sentarse, y María descansa en una piedra. A ese trozo de piedra se le llama la Silla de María».
El testimonio de los pastores
En cuanto a la adoración de los pastores, el padre Vítores recuerda que «los judíos decían de los pastores que eran casi unos sinvergüenzas. Los judíos los criticaban porque no se aseaban, los acusaban de ladrones de ovejas y, sobre todo, receleban de ellos porque no iban a la sinagoga por atender a sus rebaños. Por eso, para los judíos, ellos no podían ser testigos de la fe«. Sin embargo, «con Jesús, ¿quiénes son los primeros en ver al Niño? Los que eran considerados unos sinvergüenzas».
El religioso franciscano recuerda una anécdota vivida en Belén con el presidente de Bosnia, quien visitó la basílica acompañado de su esposa y su hijo: «Yo les expliqué todo este relato y le dije a la esposa del presidente que se sentase en la Silla de María. Le dije: ‘Imagínese ese momento, y que hoy María le está pidiendo que cuide usted un momento del Niño’. Y se puso a llorar».
Un lugar seguro
La enseñanza que manda Artemio a través de COPE es que «es inútil celebrar la Navidad con bombos y platillos si no ha nacido Jesús en mí«.
Actualmente es superior de una comunidad de 17 frailes y 12 aspirantes donde se habla africano, español, inglés, árabe, latín o portugués, entre otros idiomas. En la Custodia, en su conjunto, conviven frailes de 43 nacionalidades.
Aunque en sus 48 años en Tierra Santa ha vivido ocho guerras y dos intifadas, afirma que es un lugar seguro para los peregrinos. Para los que son de allí, propone la sonrisa como arma. Con ella y algunos turrones se ha ganado a los guardias musulmanes de la Basílica: «Un día me preguntaron: ‘¿Por qué somos tan amigos tuyos?’ Entonces, les puse las manos en los hombros y les dije: ‘Muy fácil, porque muchas veces os saludo con una sonrisa'».