Ha muerto tras una larga enfermedad la arqueóloga israelí Eilat Mazar. Los obituarios que la recuerdan señalan que se tomó la Biblia en serio, como le enseñó su abuelo arqueólogo, y eso le llevó a hallazgos emocionantes.
Encontró murallas en Jerusalén que atribuía a Salomón, edificios que consideraba de la época de David y los sellos de personajes importantes, como el rey Ezequías y dos nobles de la corte del rey Sedecías (el último de Judá) que pedían al monarca acabar con el molesto profeta Jeremías.
Así, en 2015, publicaba su hallazgo (de excavaciones de 2009) de una bulla única e intacta (sello terroso con textos) con la inscripción «Perteneciente al rey Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá»
En un evento en el Hotel Rey David de 2018, Mazar explicaba: “La identificación de la impresión del sello del rey Ezequías es muy segura, más allá de cualquier sombra de duda, como pueden leer ustedes mismos».
Un rey antepasado de Jesús, con Jerusalén asediada
Ezequías fue el décimo tercer rey del pequeño reino de Judá. La Biblia recoge que efectivamente fue hijo del rey Acaz o Ajaz (2 Crónicas 29,1), que reinó 29 años (probablemente del 716 al 687 a.C). El Evangelio de Mateo lo menciona en su genealogía entre los antepasados de Jesús.
Según la Biblia, Ezequías restauró el Templo de Jerusalén, eliminó la «serpiente de bronce» atribuida a Moisés que aún se guardaba allí y reformó el sacerdocio. También destruyó los santuarios locales para centralizar todo el culto del pequeño reino en Jerusalén (hay que tener en cuenta que de la capital a cualquier punto de la frontera no había más de 50 o 60 kilómetros).
Durante su reinado, los asirios destruyeron al vecino reino del Norte, el reino de Israel, en el 722 a.C. Muchos israelitas se refugiaron en Judá. Después, en el 701 a. C, el rey asirio Senaquerib destruyó varias ciudades de Judá y asedió Jerusalén, pero parece que no llegó a tomarla.
Ezequías acabó pagando tributo, pero la ciudad se salvó
Un documento asirio llamado el Prisma de Senaquerib dice que Ezequías le pagó tributo y se sometió a él. La Biblia admite lo del tributo, pero dice que antes Ezequías clamó a Dios (arrepentido de algunas reformas en el culto), el profeta Isaías aseguró que Senaquerib retiraría sus tropas y esa noche un ángel de Dios mató a 185.000 soldados asirios que acampaban ante las murallas, por lo que levantaron el asedio.
Ezequías es un rey y bastante bien conocido por la Biblia, pero a Mazar, como arqueóloga le emocionaba también encontrarse con restos de personajes menores, como funcionarios de la corte.
¿Un nombre bíblico? ¡Sí! Los enemigos de Jeremías
En 2005, excavando en Jerusalén en lo que se conoce como «la ciudad de David», Mazar encontró una bulla con un nombre. Publicó en un artículo en Biblical Archaelogy Review cómo la descifró en su casa. “Hasta bien entrada la noche, cuando los niños [tres hijos y una hija] estaban dormidos y la casa estaba en silencio, comencé a estudiarla. Lentamente, descifré el nombre de la primera línea: Yehuchal. ¿Podría ser un nombre bíblico? No recordaba ningún Yehuchal en la Biblia. Quizás mi lectura del nombre era errónea. Pero para asegurarme saqué de la estantería una enciclopedia bíblica. Allí estaba, tan grande como la vida, en el libro del profeta Jeremías: «Envió el rey Sedequías a Jucal [Yehuhal, en biblias inglesas; o Yukal, en la Biblia de Jerusalén en español] hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros». (Jeremías 37:3)”.
Así, se encontraba con el sello de un ministro o noble funcionario de Sedecías, el último rey de Judá, poco antes de la destrucción de Jerusalén en el 586 a.C.
El director general de la Ciudad de David y ganador del Premio Israel, David Be’eri, al conocerse la noticia de la muerte de la arqueóloga declaró: “Recuerdo la llamada telefónica a altas horas de la noche, cuando me llamó para decirme que había descubierto el sello de uno de los ministros del rey Sedecías. La emoción se apoderó de ella. Estaba muy contenta de tener el privilegio de participar en la revelación de hallazgos que se corresponden exactamente con los versículos de la Biblia y de ver con sus propios ojos cómo la Biblia cobraba vida”.
Años más tarde, a pocos metros de la bulla de Yehuchal o Yucal, el equipo de Eilat Mazar encontró una impresión de sello perteneciente a otro noble de la corte de Sedequías, Gedalías, hijo de Pasur, al que encontramos con Jucal y otros nobles en Jeremías 38:1, pidiendo al rey que mate al profeta Jeremías por desanimar al pueblo y profetizar la derrota ante los asirios (como efectivamente pasó).
Es impresionante el nivel de detalle del libro de Jeremías y su constatación en sellos de personajes nobles.
Mucho más controvertido es el hallazgo de un sello que -con mil precauciones y admitiendo que era muy difícil de leer e interpretar- fuera “tal vez la impresión del sello del profeta Isaías”. Ella misma lo apuntaba como hipótesis dudosa.
Las murallas de Salomón
Mazar fue arqueóloga de campo, estudiosa y profesora del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde obtuvo todos sus títulos. Sus primeras excavaciones no se centraban en esta época de las bullas del siglo VI y VII a.C, sino en los siglos XII y XI a.C., la época del Rey David y Salomón, antes de dividirse el reino en dos, norte y sur. Así, señaló murallas que considera que debieron ser construidas por Salomón.
Durante su infancia, Mazar acompañaba a su abuelo, el profesor Benjamin Mazar, en sus excavaciones de la antigua Jerusalén. En un artículo de la Biblical Archaelogy Review escribió: “Una de las muchas cosas que aprendí de mi abuelo fue cómo relacionarme con el texto bíblico: repasarlo una y otra vez, porque contiene descripciones de la auténtica realidad histórica. No es sencillo diferenciar las capas de fuentes textuales que se han ido apilando unas sobre otras a lo largo de generaciones; no siempre tenemos las herramientas para hacerlo. Pero está claro que en el texto bíblico se esconden granos de verdad histórica detallada”.
Al contrario que otros arqueólogos israelíes a los que financia sobre todo el Estado israelí o fundaciones israelíes, Eilat Mazar, como su abuelo, trabajaron con frecuencia con ayuda económica de entidades académicas y religiosas cristianas, como la Iglesia de Dios de Filadelfia y la Ambassador Cultural Foundation, y mantenían amistad con muchos de estos patrocinadores, que se atrevían con proyectos más arriesgados.
Gran parte de sus hallazgos arqueológicos se guardan en el Parque Nacional de las Murallas de Jerusalén, que alberga el Ofel (al pie de las murallas del Templo) y en el Parque Nacional de la Ciudad de David.