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Los 2743 «firmanes» catalogados, imprescindibles para reconstruir la historia cristiana de Jerusalén

Mientras han comenzado los trabajos del Terrasancta Museum en los lugares destinados a acogerlo, fray Sergey Loktionov, archivero de la Custodia, prepara los documentos del Archivo que serán expuestos.

Los firmanes: la historia cristiana de Jerusalén
Es imposible reconstruir la historia de la presencia cristiana en Jerusalén sin hablar de los firmanes. El término «firmán» procede etimológicamente del persa (farmán) y puede significar orden, autoridad, voluntad, deseo o autorización. Con el tiempo, la palabra «farmán» designó el escrito en cuanto tal, el documento a través del cual se emitía una orden. Inicialmente, el término se utilizaba para todo tipo de documento. Solo en una época posterior, el término entró a formar parte del lenguaje administrativo.

El fondo de los Firmanes de la Custodia es de una riqueza excepcional tanto por el número («se han catalogado 2.743, otros lo serán próximamente… un equipo vendrá este verano para seguir con el inventario», precisa fray Sergey), tanto por la calidad de conservación, incluso porque algunos fragmentos –además de ser documentos jurídicos todavía en vigor (al menos en su gran mayoría)- son, en su misma composición, auténticas obras de arte.

Uno de los más bellos de la colección de los franciscanos será expuesto en el museo. Pertenece a la colección «Gold», los firmanes dorados porque fueron miniados en un folio de oro. Pero tal documento no se puede exponer sin tomar las debidas precauciones. En verdad, no se expondrá solo un firmán sino tres o cuatro, por turno, por exigencias de conservación.

Un marco muy particular, llamado «Teca», será quien contenga estos documentos. La teca es hermética y su estructura es metálica y anticorrosiva, asegurando la estabilidad higrométrica a pesar de las variaciones exteriores.

Antes de colocar bajo el vidrio el firmán, «365(i)» -su referencia en el catálogo- ha sido necesario restaurarlo. «Este firmán trata de algunos derechos concedidos a los franciscanos en el Santo Sepulcro. Debido a la manipulación sufrida durante siglos, se ha vuelto muy frágil. Se pueden ver manchas aquí y allá, rasguños tanto en el papel como en el tejido sobre el que va pegado. Además, su modo de conservación, en un rollo debido a su tamaño (167 cm x 66 cm), es lo que ha hecho que se hubiera roto y pegado y nuevamente enrollado, por lo que necesita una intervención», prosigue fray Sergey. Hay que decir también que el documento data de 1755. Fue emitido por la Sublime Puerta, nombre consagrado al gobierno del sultán del Imperio otomano.

Fray Sergey ha contactado con dos restauradoras de laboratorio «Consorzio Indaco» (Brescia, Italia); una, Chiara Lancini, especialista en pergaminos, y la otra, Ilaria Mensi, en tejidos. Del 9 al 21 de abril han estado en Jerusalén para restaurar algunos documentos, entre ellos este precioso firmán.

Un trabajo casi quirúrgico
En una sala del convento de San Salvador, el firmán se ha colocado en una mesa, el papel hacia un lado y el tejido hacia otro. Parece casi una sala de operaciones: cinceles, tijeras, pinzas, guantes blancos y hasta una pieza de hueso… Las batas blancas de Chiara e Ilaria contribuyen a crear esta atmósfera.

Chiara termina su trabajo sobre los bordes del papel. Ha tenido que reconstruir el material porque faltaban trozos aquí y allí. Para eso, hizo llegar a Jerusalén pergaminos de varios grosores para poder elegir el que más se acercaba al papel original. Al finalizar, su intervención se puede distinguir solo viendo el documento a contraluz. Para eso, el color de la pieza añadida se ha trabajado para que se confundiera con el del firmán.

«¿Y si el agujero hubiera estado en medio del texto?». «Si falta parte del texto –explica Chiara- es evidente que no somos capaces de reconstruirlo. Es posible hacerlo en italiano o en latín, pero no aquí porque hay caracteres árabes». En realidad, el texto en cuestión fue escrito en osmanlí, es decir turco escrito con caracteres árabes.

Por su parte, Ilaria trabaja sobre el tejido que estaba pegado al papel. De hecho estaban muy bien pegados, pero Ilaria y Chiara han separado uno del otro. Una operación delicada: el papel es de gramaje ligero y estaba pegado en un tejido también ligero.

En el informe de la intervención que han redactado, las dos restauradoras explican bien cómo el deterioro del firmán se ha debido, en parte, al distinto modo con que los dos materiales resisten el paso del tiempo y las condiciones a las que han sido expuestos, causando tensiones entre los dos materiales.

También Ilaria vino a Jerusalén con su material y distintos tejidos. «Los compré a una empresa francesa». La trama del tejido debe ser lo más cercana posible a la trama del tejido original. Y es la misma Ilaria quien ha preparado la tinta para llegar a obtener el tono justo. «También las tintas deben responder a criterios específicos, ser naturales y no contener metales, de tal forma que no degraden la fibra ni el velo, ni el papel que se volverá a pegar de nuevo».

Debe intervenir allí donde falte tejido, sobre todo en los bordes que han sufrido más y se deshilachan. Contando con un cuenta-hilos e indicando con el dedo esta y aquella parte del tejido, Ilaria intenta verificar su trabajo. A simple vista es difícil distinguir su intervención. El tejido está como nuevo, limpio y estirado.

Tanto para una como otra restauradoras, el trabajo –tan preciso- se ha hecho más fácil gracias a la calidad de los materiales usados en siglos pasados. «Las obras modernas se deterioran más rápidamente», afirma Chiara.

Acostumbradas las dos a ver pasar entre sus manos expertas obras de arte, explican que su entusiasmo no nace de la edad del documento a restaurar, sino de la belleza que hay que restituir. Ilaria usa una analogía interesante: «La relación que tenemos con la obra y con el cliente es similar a la del médico con su paciente, mientras la familia pregunta sobre su estado y las posibilidades de sanar. Establecemos un diagnóstico y diseñamos un protocolo para restaurarlo»

Toda la Custodia, representada por fray Sergey, se muestra feliz por tal intervención. El firmán no solo está bien, sino que ha adquirido una nueva juventud.

Y aún quedan casi tres mil…

¿Pero qué pasa con los otros 2.742? «Será necesario pulir todos los firmanes», explica fray Sergey. Con un gesto de la mano explica que la operación será costosa. «Mientras tanto, hemos tomado nuevas medidas de conservación para toda la colección. De hecho, los archivistas están cada vez más solicitados por investigadores y estudiantes. Algunos documentos se colocarán en vitrinas para ser expuestos en exposiciones temporales». Y prosigue: «Hemos restaurado tres en profundidad, pero todavía hay un centenar de firmanes que necesitan el mismo cuidado».

Una misión que deberá encontrar financiación externa para poder ser llevada a término.

Artículo publicado en Custodia Terrae Sanctae.

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