Durante estos días se ha producido en Tierra Santa una peregrinación muy especial que ha recorrido las mismas calles por las que pasó Cristo. Se trata de un grupo proveniente de Francia y conformado por personas que viven en la calle, que han sido abandonadas o que han estado en la cárcel. En este caso, muchos de los olvidados por la sociedad actual y que siguiendo las huellas de Cristo han tenido un profundo encuentro con él.
Esta peregrinación, encabezada por un fraile franciscano, ha sido recogida por Christian Media Center, que muestra el testimonio de una de las participantes. Se trata de Brigitte Blaise, una parisina que relata desde Jerusalén cómo su vida cambió después de pasar tres años en la cárcel: “A Jesús lo encontré en prisión. Vino a tocar a la puerta de mi celda, después todo vino poco a poco”.
«Para mí Dios es un compañero»
De este modo, relata que entre rejas “Poco a poco me hice algunas preguntas: ¿Dónde estaba Dios cuando era más joven, dónde estaba Dios cuando estaba en la oscuridad? Entendí que incluso en la tiniebla más negra hay siempre una luz, y que Dios estaba allí para tenderme la mano”.
Brigitte es una de los 45 peregrinos que como ella han conocida diferentes formas de fragilidad, exclusión o como en su caso la cárcel: los hay que viven en la calle o a quienes echaron de casa de pequeños porque su familia era demasiado pobre.
Esta mujer confiesa que “para mí Dios no es simplemente una palabra, para mí Dios es un compañero. Esta peregrinación me ayudará a hacer caer todos los muros que hay entorno a mí, que son muros físicos o bien los que tenemos dentro de nosotros mismos: todos los muros del odio, de la indiferencia, del racismo, y nos ayudará a continuar en nuestro camino”.
«El tesoro de la Iglesia»
Esta peregrinación es dirigida por fray Frédéric-Marie Le Méhauté,franciscano de París. Y que está cursando un doctorado de investigación en el cual estudia cómo los pobres leen el Evangelio. Los define como “el tesoro de la Iglesia. Estas personas no ven los lugar por decirlo así, distantes, no dicen simplemente ‘ah, aquí tuvo lugar este episodio, allí el otro…’, sino que sienten en su corazón que la historia que leemos aquí es una historia en la que cubren una parte específica, y que esta historia hace referencia a ellos de manera profunda, afecta a su vida, a su vida cotidiana”.
Aunque el viaje ha estado organizado y coordinado por Cáritas francesa y asociaciones como Réseau sanit Laurent no les ha salido gratis a estos peregrinos. Es importante que aunque sea en sus posibilidades ayuden a sufragar los gastos. Esto hace valorar más las cosas y evita caer en el paternalismo. Por ello, la parte de gastos cubierta por cada uno de estos peregrinos equivale a un paquete de cigarrillos al mes, por lo que han estado ahorrando durante dos años para venir aquí.
Fray Frédéric-Marie afirma “hemos tenido que preparar esta peregrinación desde un punto de vista muy práctico. Por ejemplo, es muy difícil para las personas que viven en la calle, y que no han cogido nunca un avión, acercarse a la puerta de embarque y ver a soldados. Lo perciben como una gran agresión. Por ello hemos tenido que prepararlos: ‘Veremos soldados —les hemos dicho—, personas que nos harán el control, tocarán vuestro cuerpo, pasaremos a través de controles de seguridad…’ Hemos tenido que explicarles todas estas cosas para que no tuviesen miedo. Esto ha requerido tiempo, mucho mucho tiempo”.
Como la curación del paralítico
También la aproximación a los santos lugares es muy especial, y lenta. Mientras se lee el Evangelio cada uno recita la parte de un personaje, después comparte reflexiones y emociones con el grupo.
Así por ejemplo, Payet Vonona afirma que ella ha interpretado en esta lectura al paralítico curado por Jesús en la piscina de Betesda, junto a los muros de Jerusalén. “He elegido este papel porque también yo estuve paralizada durante un periodo de tiempo. No hace ni un año estuve en cama durante cuatro meses a causa de un accidente de coche. Por ello hoy he vuelto con la mente a aquellos momentos, porque también yo fui liberada. Gracias al paso de Jesús por nuestra tierra, los enfermos se curan. El proyecto de venir a Jerusalén nació antes del accidente, y precisamente eso es lo que me decía a mí misma: ‘tengo que ir a Jerusalén, tengo que ponerme en pie’”.