Tras dos años de pandemia, la Virgen del Monte Carmelo ha vuelto a recorrer sin restricciones las calles de Hafa (Israel) ante miles de personas que siguieron la tradicional procesión de «la subida de la Virgen» o Taalat al-Adra.
La comitiva recorrió los dos kilómetros y medio que separan la parroquia latina de San José y el monasterio carmelita Stella Maris, en el Monte Carmelo. En la procesión, precedida y escoltada por grupos de scouts de todo el país, estuvieron presentes miles de cristianos de todos los ritos, párrocos y sacerdotes, así como el Patriarca Latino de Jerusalén Pierbattista Pizzaballa.
Una acción de gracias de más de un siglo
El padre carmelita Mikhael Abdo, Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias de Tierra Santa, explicó los lejanos orígenes de esta procesión hace más de 100 años.
«En la Primera Guerra Mundial, los turcos dieron a los padres carmelitas tres horas para que abandonasen el monasterio del Monte Carmelo. Se fueron con sólo unos pocos documentos y la estatua de Nuestra Señora. Después de la guerra, en 1919, tuvo lugar la primera procesión para llevar la estatua de la Virgen de vuelta al monasterio, que también se vivió como un acto de acción de gracias”, explicó.
«He venido para ver a Nuestra Señora, la Virgen María, la madre del Rey de reyes. Hace dos años que no hacemos la procesión por el coronavirus y hoy estamos aquí para pedir la gracia de la Madre de Jesús y madre nuestra«, mencionó el cristiano Kamil Sleman a Christian Media Center.
La ciudad portuaria de Haifa se encuentra en la ladera del Monte Carmelo, desde donde se puede disfrutar de una vista panorámica del mar Mediterráneo. Según las escrituras, el profeta Elías estuvo en esta ciudad en la que nació la Orden Carmelita.
La Virgen del Monte Carmelo, cuna y origen del escapulario
«Aquí nació la tradición de la Virgen del Carmen. Nuestro convento es el primero de la orden, fundado en el Monte Carmelo en 1207. En 1214, Alberto, patriarca de Jerusalén, dio la primera regla a los frailes del Monte Carmelo», cuenta el sacerdote Abdo Abdo, párroco latino de San José, donde parte la procesión.
Según la tradición, la Virgen María apareció a Simón Stock en Cambridge, Inglaterra, el domingo, 16 de julio de 1251, como respuesta a sus súplicas de auxilio a su oprimida Orden. La Virgen del Monte Carmelo se presentó portando un escapulario en la mano y dándoselo le dijo: «Toma, hijo querido, este escapulario; será como la divisa de mi confraternidad, y para ti y todos los carmelitas, un signo especial de gracia; quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el fuego eterno. Es la muestra de la salvación, una salvaguardia en peligros, un compromiso de paz y de concordia».
La Santísima Virgen se apareció al Papa Juan XXII en el siglo XIV y le prometió para quienes cumplieran los requisitos de esta devoción que “como Madre de Misericordia con mis ruegos, oraciones, méritos y protección especial, les ayudaré para que, libre cuanto antes sus penas, sean trasladadas sus almas a la bienaventuranza”.
Desde la fundación de la orden a finales del siglo XII y la aparición de la Virgen del Monte Carmelo a Simon Stock, los habitantes cercanos al monasterio veneran profundamente esta advocación hasta nuestros días.
«¡Amamos a la Virgen María, madre de Dios! Fue ella quien nos dio a Jesús. Todos los años después de Pascua celebramos esta fiesta y llevamos la imagen de la Virgen en procesión al monasterio de Stella Maris», celebra Randa Bahouth.
La Iglesia de Tierra Santa, unida por María
Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, participó en este evento que supone «una de las pocas ocasiones en que toda la Iglesia de Tierra Santa, de Palestina, Jerusalén y Galilea se reúne en Haifa para celebrar a la Virgen».
«Estamos aquí ante todo para dar gracias, porque hemos salido de dos años difíciles y hemos retomado las actividades de la Iglesia», expresó Pizzaballa al concluir la peregrinación.
También encomendó especialmente a monseñor Rafic Nahra, nombrado obispo auxiliar de la diócesis de Jerusalén el pasado 30 de abril por el mismo Pizzaballa en una emotiva ceremonia.
«Hoy hemos caminado, nos alegramos. Pero tarde o temprano tendremos que volver a nuestras preocupaciones y problemas diarios.Debemos llevar la alegría de esta tarde a donde quiera que vayamos. En nuestra vida cotidiana, tenemos que transmitir el consuelo de la mirada de nuestra Madre que hoy hemos recibido«, concluyó.