Ingreso solemne en el Santo Sepulcro del nuevo delegado apostólico en Tierra Santa, Leopoldo Girelli

El nuevo delegado apostólico en Jerusalén y Palestina y nuncio en Israel ora ante el Santo Sepulcro. Foto: Custodia de Tierra Santa.

El ingreso solemne en el Santo Sepulcro, con la recepción y acogida por parte del Custodio de Tierra Santa, es una ceremonia tradicional para todas las personalidades de la Iglesia con responsabilidad institucional en Tierra Santa.

Este jueves cumplió con ella el arzobispo Leopoldo Girelli, a quien el Papa designó el pasado 13 de septiembre delegado apostólico en Jerusalén y Palestina y nuncio en Israel y Chipre.

Como la basílica del Santo Sepulcro se rige por un Status Quo particular que reparte las celebraciones entre las tres comunidades religiosas copropietarias, en el acto estuvieron presentes la Iglesia católica latina, representada por los franciscanos, los ortodoxos griegos y los ortodoxos armenios, quienes acompañaron a monseñor Girelli desde la salida de la comitiva de la puerta de Jafa hasta la puerta del Santo Sepulcro, donde le aguardaban fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, y Pierbattista Pizzaballa, administrador apostólico del Patriarcado Latino de Jerusalén.

De izquierda a derecha, monseñor Pizzaballa, monseñor Girelli y fray Patton. Foto: Nadim Asfour / Custodia de Tierra Santa.

Fray Patton le recordó allí las dificultades de su misión: «Ésta es una tierra donde las tensiones pueden desencadenarse repentinamente, como una tormenta de verano y donde las palabras individuales tienen un peso y una resonancia que requieren el don de la sabiduría y de la prudencia«, y señaló el Santo Sepulcro como el lugar de la memoria del encuentro de Cristo resucitado con la Virgen María y con la Magdalena. «La primera, la Madre, es la imagen de la Iglesia que conserva la fe en el resucitado», dijo: «La segunda, la Magdalena, es la imagen de la Iglesia llamada a llevar el anuncio gozoso y sorprendente de que Jesús ha resucitado y siempre nos precede».

Por su parte, monseñor Pizzaballa recordó que los representantes de la Iglesia son «discípulos del Señor y no señores», y lamentó los tiempos presentes de «violencia e incomprensión», en los que «comunidades y poblaciones aparentemente se niegan a reconocer los derechos de los demás y donde la santidad de los lugares de la Escritura se convierte en motivo de división y no de oración para todos los pueblos».

Por su parte, el arzobispo Girelli ofreció la bendición especial de Francisco y recordó la cercanía de la Navidad, y que «el nacimiento de Jesús es el nacimiento de la paz«.

Posteriormente los asistentes al acto compartieron un breve aperitivo.

Con informaciones e imágenes de la Custodia de Tierra Santa.

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