El próximo 17 de mayo el Papa Francisco canonizará en la plaza de San Pedro a dos religiosas palestinas, la madre María Alfonsina Danil Ghattas (1847-1927), de Jerusalén, fundadora de la congregación de las Hermanas del Rosario, y a la monja carmelita Mariam Bawardi (1846-1878), del pueblo de Ibilline, en Galilea, fundadora del Carmelo de Belén, que como religiosa tomó el nombre de sor Mariam de Jesús Crucificado. Ellas son las primeras santas de Tierra Santa de lengua árabe.
Las dos religiosas vivieron un período en el cual no existía la división entre Palestina e Israel y no conocieron los conflictos que después surgieron. Por ello son vistas como un signo de paz para Tierra Santa y para el Medio Oriente.
En la carta pastoral escrita para la ocasión por el patriarca latino de Jerusalén, monseñor Fuad Twal dijo que “la noticia de la canonización de estas dos religiosas desciende como un rocío celestial sobre nuestra tierra sedienta de amor y de justicia y diezmada por la violencia. Hemos esperado por largo tiempo el anuncio de esta doble canonización, que nos da confianza y esperanza en Cristo. El Señor quiere confortar a nuestros países llenos de conflictos y guerras y a nuestras poblaciones, que sufren por las continuas injusticias".
Vida espiritual y vida activa
Mariam Bawardi nació en una familia greco-católica y ya como adulta entró en la orden carmelita. Vivió en Francia y fundó monasterios en India y en Belén. Habría querido fundar también en Nazaret, pero murió a la edad de 35 años. Durante su vida recibió la gracia de los estigmas. Mística, tuvo también muchas visiones en las cuales hablaba con Jesús. Su proceso de canonización se inició en 1927. Fue beatificada por San Juan Pablo II en 1983.
La madre María Alfonsina entró a la edad de 15 años en la congregación de San José de la Aparición y luego fundó la orden del Santo Rosario, muy presente en Medio Oriente en el trabajo pastoral (asistencia a niños, ancianos y jóvenes, servicio a los pobres) pero también activa en la lucha contra la pobreza moral. De ella se dice que vivió una fecunda maternidad espiritual, sobre todo hacia las mujeres árabes. Fue beatificada en el año 2009 por el Papa Benedicto XVI.
Una descarga eléctrica, un corazón alterado
Los milagros que permitieron la proclamación de la santidad de ambas mujeres tuvieron lugar en tiempos muy recientes.
El de la madre María Alfonsina sucedió justo el día de su beatificación. Un hombre de Kfar Kana (Caná de Galilea), Emile Mounir Salim Elías, experto geómetra, estaba trabajando en Bayt Dajan, cerca de Holon (Jafa) y fue alcanzado por una descarga eléctrica de entre treinta y cuarenta mil voltios. Estuvo en coma dos días sin que el corazón diese señales de vida. Sus parientes se confiaron en María Alfonsina y Elías se despertó vivo.
El milagro de Mariam Bawardi consiste en la curación de un niño siciliano, Emanuel Lo Zito, que sufría de una insuficiencia cardíaca congénita. Después de una operación quirúrgica, que los médicos consideraban incluso inútil, el niño se curó en modo prodigioso. Sus padres lo confiaron a Mariam Bawardi, cuya santidad habían conocido durante un viaje a Tierra Santa.
En la ceremonia en la Plaza de San Pedro estará presente el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas. Hasta ahora no está claro si el Estado de Israel enviará a su representante.
Esperanza de paz
Para el vicario patriarcal de Jerusalén, monseñor William Shomali, es importante mostrar que el significato de estas canonizaciones va más allá de los confines de la Iglesia católica. En una reciente conferencia de prensa dijo: “Creo que no sólo los cristianos, sino también los musulmanes y los judíos pueden sentirse felices de que estas dos personas de nuestro país hayan alcanzado el más alto grado de virtud, de sabiduría espiritual y de experiencia mística de Dios. Las dos vivieron en Palestina antes de la división. No conocieron el conflicto árabe-israelí. Estoy seguro de que, desde el cielo, siguen nuestra situación y continúan intercediendo por la paz y la reconciliación en Tierra Santa. Y fijémonos en que ambas se llaman María, Miriam. Esto es extraordinario: este nombre es común entre los judíos, los cristianos y los musulmanes. Esperemos que puedan convertirse en un puente para unirnos a todos”.