En tierra bíblica, olivo y aceite: Jerusalén, un buen destino para la degustación del virgen extra

No se entiende la cultura mediterránea sin el aceite de oliva, pero en las Sagradas Escrituras es algo más que un alimento. Forma parte intrínseca del culto divino, prescrito por Yahveh para la iluminación del templo y para la unción y consagración de los reyes y sacerdotes del pueblo judío.

Los olivos figuran entre las llamadas siete especies con las que fue bendecido el pueblo de Israel al recibir la Tierra Prometida, "tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granados; tierra de olivos, de aceite y de miel (Deut 8, 8). Y como dotado de una especial dignidad, el olivo es elegido como rey en una alegoría del libro de los Jueces (9, 8-9), honor que rechaza precisamente porque su fruto no es para honra propia, sino de Dios: "Los árboles se pusieron en camino para ungir a un rey que los gobernara. Entonces dijeron al olivo: Sé tú nuestro rey. Pero el olivo les respondió: ¿Voy a renunciar a mi aceite con el que se honra a los dioses y a los hombres, para ir a mecerme por encima de los árboles?".

Y desde la hoja de olivo con el que anunció la paloma a Noé que las aguas se habían retirado tras el diluvio (Gn 8, 11), al lugar escogido por Nuestro Señor para sus últimos momentos de oración antes de la Pasión, en Getsemaní (que significa prensa de aceite), en el Huerto de los Olivos, el Antiguo y el Nuevo Testamento están plagados de referencias al árbol y su fruto.

Por eso Jerusalén es sede, un año más, de Terraolivo, un Concurso Internacional de Aceite de Oliva Extra Virgen considerado el tercero más importante del mundo. Tendrá lugar del 7 al 14 de junio en el Olive Tree Hotel de la ciudad santa y es una iniciativa que surgió de su actual director de Asuntos Internacionales, Moises A. Spak, y del ingeniero químico argentino Raúl C. Castellani, precisamente para llamar la atención sobre el lugar del mundo, Tierra Santa, donde nació hace milenios el cultivo de la oliva y la producción de aceite.

El año pasado se presentaron 407 muestras, obteniendo el primer premio un productor italiano por su Leccino de denominación de origen Garda Bresciano. Este año se ha dado un notable incremento en la participación de los aceites españoles.

El certamen incluye un viaje turístico de seis días donde se visitan los principales lugares y monumentos del Antiguo y del Nuevo Testamento, desde el Mar Muerto al Monte Sión, desde Masada a Jerusalén, y en particular olivares y zonas de vinos de las distintas zonas que siguen siendo hoy productoras.

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