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El Giro de Italia comenzará en Jerusalén en homenaje a Bartali, el campeón católico que salvó a cientos de judíos

Ya es algo común que las grandes vueltas ciclistas como el Tour de Francia, el Giro de Italia o la Vuelta a España den comienzo en otro país para así promocionar la carrera. Sin embargo, hasta ahora no se había hecho algo similar a lo que se presentó este lunes en Jerusalén. La ronda italiana de 2018 dará comienzo en la ciudad santa y se disputarán tres etapas en Israel antes de que el pelotón vuele de vuelta a Italia.

Jerusalén acogerá en sus calles el 4 de mayo una contrarreloj de 10 kilómetros y las dos etapas siguientes que unirán Haifa y Tel Aviv y Beersheba con Eliat. En la presentación en la ciudad vieja estuvieron los bicampeones del Giro, Alberto Contador e Ivan Basso aunque los grandes protagonistas no fueron ellos sino los familiares del gran campeón Gino Bartali (1914-2000), dos veces campeón del Tour y tres del Giro, pero que sobre todo fue un ferviente católico que tras la petición del cardenal Dalla Costa se jugó la vida durante la II Guerra Mundial para salvar la vida a cientos de judíos.

Precisamente en homenaje a este mítico ciclista italiano, la carrera dará comienzo en Jerusalén y por ello sus familiares fueron homenajeados por todos los presentes en la presentación del Giro.

Nunca contó a nadie sus heroicidades

Bartali falleció en el 2000 pero su humildad fue tal que nunca dijo a nadie, ni a su propia familia, que había realizado auténticas heroicidades para proteger a los judíos italianos. Durante meses, transportó en el tubo de su bicicleta documentación falsa para ellos atravesando todos los días los controles de las tropas nazis y fascistas.

Únicamente un cuaderno con las exhaustivas anotaciones realizadas por Giorgio Nissim, un judío italiano que organizó la resistencia, ha dejado constancia de la inestimable entrega de un ciclista que ya era un mito en la Italia de la guerra y que arriesgó todo sin necesidad aparente.

Para Israel es «Justo entre las Naciones»

Fue el hijo de Nissim el que muchos años después de que su padre falleciera hallará este importante documento y diese a conocer la historia de este gran hombre al que Israel ya otorgó el título de Justo entre las Naciones.

A Bartali le llamaban Gino «el pío», porque era un hombre de fe rocosa. Se arrodillaba y rezaba al principio y al final de cada etapa, fue terciario carmelita (con cuyo hábito fue enterrado) y tenía gran devoción a Santa Teresita del Niño Jesús y de la Virgen de Lourdes.

Aceptando el encargo del cardenal de Florencia, Bartali accedió a ser un engranaje clave en la red clandestina que conseguía documentación para los judíos que iban a ser deportados y asesinados. Entre 1943 y 1944, Bartali recorrió  en bicicleta en no menos de 40 ocasiones la ruta que unía Florencia con Asís. Trayectos de casi 200 kilómetros en carreteras minadas, destrozadas y con numerosas patrullas nazis. Iba y volvía en el día alimentado siempre por la Eucaristía, el elemento que no podía faltarle en cada viaje.

Primero a misa, y luego a la bici

El engranaje de la red había sido muy mermado por los nazis. En ese momento entraron en escena los hermanos católicos. Cardenales, sacerdotes, religiosas de clausura, oblatos, franciscanos…todo un ejército al servicio del bien.

Cada uno podía aportar ciertos elementos a la hora de elaborar los documentos que salvarían la vida de tantos judíos. Pero faltaba quién los uniera, quién los llevara de un lugar a otro para completarlos. Y este era ni más ni menos que Gino Bartali, que para entonces ya había sido campeón del Tour.

Por la mañana pronto acudía a misa en Florencia y el secretario del cardenal Dalla Costa le entregaba la documentación que escondía en los tubos de la bici y debajo del sillín.

A la hora del almuerzo llegaba a Asís al convento de las clarisas de San Quirico. Allí le esperaban las hermanas Eleanor y Alfonsina. Una vez allí Bartali sacaba los documentos que llevaba escondidos y las religiosas imprimían los documentos para los judíos que estaban escondidos en los distintos conventos. Y con más documentos volvía a Florencia. Su labor salvó a cientos aunque él nunca buscó reconocimiento por ello.

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