«El Museo del Tesoro del Santo Sepulcro, esperanza para los cristianos de Tierra Santa»: así se titula el artículo con el que los franciscanos Francesco Patton y Stéphane Milovitch, respectivamente custodio y director de bienes culturales de la Orden, explican en Le Figaro el significado y el alcance del museo que abrirá sus puertas en Jerusalén en 2022:
En octubre de 2022 debería abrir en Jerusalén un museo histórico para presentar el Tesoro del Santo Sepulcro, una serie de piezas únicas de las que los franciscanos son los custodios desde hace siglos. La inauguración está prevista para el día de la festividad de San Francisco.
Este santo, fundador de la orden de los frailes menores, viajó a Tierra Santa en 1219, donde los franciscanos estaban presentes desde 1217. Únicos representantes de la Iglesia católica autorizados a vivir en el país, los «frailes de la cuerda», como también se les conoce, fueron nombrados «custodios de los lugares santos» en 1342 por el papa Clemente VI.
A lo largo de los siglos, las casas reales europeas, las Repúblicas italianas y los Estados cristianos manifestaron su apoyo a esta provincia franciscana que lleva el nombre de Custodia de Tierra Santa, la perla de las misiones, como la llamaba San Francisco. También enviaron numerosos y maravillosos objetos de arte, que testificaban su devoción por los Santos Lugares. Todos estos objetos que servían para el culto han sido maravillosamente conservados; entre ellos hay piezas de orfebrería, paramentos litúrgicos, esculturas y pinturas, manuscritos iluminados, objetos de cerámica para farmacia. Todos ellos atestiguan el papel de los franciscanos en el acogimiento y el servicio a las poblaciones locales, cristianas o no.
Este tesoro, que se ha mantenido oculto a la mirada de la gente durante siglos, fue objeto de una exposición en 2013 en Versalles. La exposición tuvo un éxito enorme, con más de trescientos mil visitantes en tres meses. Este éxito confirmó la idea de abrir un lugar de exposición permanente para permitir que la gente admire estos objetos únicos.
«Una colección que merece un entorno excepcional», según Béatrix Saule, directora honoraria del palacio de Versalles y presidenta del comité científico del proyecto y responsable de la realización del espacio expositivo. La sala de los Regalos de la corte de Francia será el entorno de suntuosos objetos litúrgicos, ofrecidos por Luis XIII, los únicos ejemplares aún disponibles en el mundo.
¿Cuál será hoy en día el papel de un museo como este? Seguramente afirmar la identidad cristiana de la ciudad de Jerusalén, en un momento en el que esta identidad está sufriendo mucho. Sobre todo teniendo en cuenta que Tierra Santa es la cuna del cristianismo.
Desde hace muchos decenios, la situación geopolítica de esta tierra, que no se parece a ninguna otra, ha provocado tensiones que han suscitado oleadas de emigración: se estima que hoy en día la comunidad local cristiana de Jerusalén representa sólo el 1% de la población, es decir, unas ocho mil personas. Un drama que pasa inadvertido.
A principios del siglo XX, los cristianos representaban el 11% de la población de Jerusalén. Sin embargo, las oleadas migratorias afectaron a la Ciudad Santa y, de manera más global, a Tierra Santa, consecuencia de los conflictos palestino-israelíes de los últimos setenta años. En medio de dos grupos enemigos entre ellos, las comunidades cristianas se han visto obligadas a emigrar masivamente para mejorar sus condiciones de vida, sobre todo la libertad de emprendimiento, poder tener viviendas más decentes y estar menos marginados.
La creación del museo llega, por tanto, en el momento perfecto; un momento en el que la Iglesia de Tierra Santa languidece y es más frágil que nunca. Curiosamente, faltaba un lugar así en Jerusalén, que sí tiene un Museo del Judaísmo y un Museo de Arte Islámico. El museo histórico será también un lugar de intercambio, siguiendo fielmente el deseo expresado en 2013 por mi predecesor, el padre Pierbattista Pizzaballa, actualmente administrador apostólico del Patriarcado Católico Latino de Jerusalén.
El proyecto del museo es un mensaje de esperanza para una población cristiana orgullosa de su historia y de sus raíces, dispuesta a construir su desarrollo dialogando con todo el mundo.
Los franciscanos, responsables del proyecto abrieron en 2018, en la iglesia de la Flagelación, situada en la ciudad vieja, en la vía Dolorosa, una sección arqueológica.
Será el Monasterio de San Salvador, «cuartel general» de la Custodia de Tierra Santa en Jerusalén desde hace 460 años, el que acogerá en 2021 la sección histórica, gracias a la generosidad de diversos mecenas. Situado debajo del Monasterio de San Salvador, es un espacio de mil metros cuadrados que acogerá trescientos mil visitantes, permitiendo a los peregrinos del mundo entero, y a las poblaciones locales, descubrir el lugar que tiene Jerusalén en la Iglesia universal.
Hoy, el ministerio pastoral de los franciscanos se ejerce en setenta santuarios y veintinueve parroquias, entre ellas las tres más grandes de Tierra Santa: Nazaret, Belén y Jerusalén. El servicio a las parroquias árabes es uno de los compromisos más importantes de la Custodia de Tierra Santa. Este ministerio se realiza en los colegios y las universidades (más de diez mil estudiantes), en las residencias estudiantiles, los talleres artesanos, los círculos parroquiales, las residencias para ancianos, las actividades extraescolares, los campamentos de veranos, los dispensarios. La Custodia también tiene a disposición viviendas de renta limitada para las familias más necesitadas.
La sección histórica se inaugurará unos 800 años después de la llegada de San Francisco a Tierra Santa. Un signo profético para la ciudad eterna donde vivió y resucitó el Hijo de Dios. La historia del cristianismo comenzó en Jerusalén y es justo que se pueda redescubrir en ella esta historia bimilenaria.
Traducción de Elena Faccia Serrano.