Jesús Sanz Montes, arzobispo de Oviedo, considera «una gracia grande» peregrinar a Tierra Santa

A mediados de septiembre, el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, encabezó una peregrinación asturiana a Tierra Santa, «una gracia grande».

Unos cuarenta fieles recorrieron los lugares emblemáticos de los Evangelios, de la historia del pueblo de Israel y de la historia cristiana allí: San Juan de Acre, Séforis, Nazaret, el río Jordán, el lago Genesaret, el monte de las Bienaventuranzas, Masada, Jericó, Belén, Ein Karen, Jerusalén, etc.

La peregrinación fue un «éxito», según declaró Javier Suárez, párroco de San Juan el Real de Oviedo, a El Comercio: los peregrinos quedaron «profundamente impresionados por los lugares visitados y muy satisfechos de la experiencia».

Al regresar, monseñor Sanz Montes consagró al viaje su mensaje semanal, Viaje de ida y vuelta a Tierra Santa. Destacó que Tierra Santa «es una tierra que tiene geografía y tiene también historia. Los parajes son los mismos; los barrios viejos de algunas de sus ciudades y aldeas se conservan intactos. Es la geografía que fue testigo de una historia inolvidable, y para los que hemos recibido el don de la fe es el mapa de nuestra patria creyente y el relato que nos describe discretamente».

«Es una gracia grande poder peregrinar alguna vez en la vida a donde vivieron Jesús, María y los primeros discípulos cristianos», dijo: «Por unos días nos convertimos en los viandantes que buscan y esperan como aquellos hombres y mujeres de hace dos mil años esperaron y buscaron. La sorpresa es que te encuentras con Alguien que antes que tú te pusieras en camino, ya se asomaba para ver si llegabas y por dónde venías, cuál era el fardo de tu equipaje y qué luz es la que tus ojos ciegos podían recibir como colirio santo».

El arzobispo de Oviedo evocó las ciudades recorridas: «Las palabras que en ellas se pronunciaron sin engaño y los gestos que como un milagro en ellas se ofrecieron nos asaltaban tras el texto evangélico que leíamos para poner significado a ese bendito escenario«.

«En Tierra Santa», concluyó, «todo eso se hace presente para poder volver al terruño cotidiano y contar lo que en el camino vimos y oímos tan inmerecidamente. Es un viaje de ida y vuelta, que nos lleva a las fuentes cristianas donde poder renacer de nuevo como creyentes«.

 

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