Entre los siglos II y III, más de 5.000 soldados pertenecientes a la Legio VI Ferrata, que sirvió a Julio César en la Guerra de las Galias y en las guerras civiles romanas, instalaron su base en un campamento a 90 kilómetros de Jerusalén, el único de la zona destinado a ser permanente. Campamento, de nombre Legio, que no sería noticia de no ser por su reciente descubrimiento.
Según informa The Times of Israel, la excavación del castro, como se conoce a una fortificación militar, ha sido conducido por el Instituto Arqueológico W.F. Albright con la ayuda del Israel Antiquities Authority. «Hablamos de un gran campamento, imperial, de unos 300 metros por 500», concreta Yotam Tepper, codirector de la excavación.
Legio sirvió como refugio y asentamiento a los soldados, situándose muy cercana a la ciudad de Megido. Vivió las revueltas judías, en especial la rebelión de Bar Kojba, en la que los judíos se enfrentaron a los romanos, llegando a aniquilar varios destacamentos.
«Es la primera vez que tenemos la oportunidad de poder entender cómo los militares romanos se organizaban, sobre todo en asentamientos en el Imperio de Oriente”, sentenció Matthew J. Adams, codirector de la excavación y mandatario del Instituto Arqueológico, pues casi toda la información al respecto proviene de cómo eran sus más conocidos y mejor conservados asentamientos del Imperio de Occidente, en Germania, Britania o las Galias. El número de hallazgos semejantes en la zona es «cero», añade Adams.
Además de sofocar revueltas, esto es, defender el Imperio, los especialistas consideran que un campamento de esta naturalza servía también para proyectarlo. Así, es una zona de control de Galilea, punto cero de las calzadas romanas y clave para la construcción de acueductos y otras infraestructuras.