El Pontificio Instituto Notre Dame de Jerusalén, un centro de acogida a peregrinos construido a finales del siglo XIX y propiedad de la Santa Sede desde 1972, fue confiado por Juan Pablo II a los Legionarios de Cristo en 2004 para un periodo de cincuenta años. La responsabilidad de dirigirlo recayó en el padre Juan Solana, y junto a él llegaron a Tierra Santa un puñado de consagradas del Regnum Christi, con algunas de las cuales conversó recientemente ACI Prensa.
La alemana Johanna Von Siemens, radicada en Tierra Santa hace 11 años, destacó que “es muy especial poder vivir en Tierra Santa, porque es la tierra de Jesús. Es muy especial poder acompañar a Cristo en su propio país, donde creció, donde vivió, la cultura en la que creció”. Explicó que el principal apostolado que realizan en Tierra Santa “es la acogida de los peregrinos para ayudarles a hacer una peregrinación profunda, para hacer realmente un encuentro personal con Cristo vivo, resucitado”.
En ese sentido, confesó su alegría por ser testigo de cómo “personas que a lo mejor han estado un poco más lejos de la fe pueden encontrarse con una fe viva, muy real: «Peregrinos ateos o agnósticos que vinieron por hacer un viaje o acompañar a su esposa o a su familia” terminan encontrando que “Dios estaba en búsqueda de ellos”.
A pesar de la conflictividad política de la zona, Von Siemens nunca se ha sentido “amenazada o con miedo”, sino «muy protegida por Dios y por la Providencia”.
Por su parte, Alessandra Soldati, italiana, que llegó a Tierra Santa en diciembre de 2004, destacó que vivir en este lugar “es un don especial porque se vive dentro del Evangelio todos los días”: «He vivido mi misión en estos años con mucha ilusión de poder ayudar a otras personas, o sea a los peregrinos, a conocer más el Evangelio y el corazón de Cristo para que confirmen su fe cristiana”.
Soldati señaló que para ella uno de los grandes desafíos para el trabajo apostólico en la región es “la mentalidad de Medio Oriente, porque es diferente”, y destacó que con el nuevo centro para peregrinos de Magdala podrán “ayudar más en concreto a las personas a tener un encuentro con Cristo Resucitado en Su tierra”.
Por último, María Ángeles Delgado, española consagrada del Regnum Christi desde hace 39 años y medio, destacó que para ella “estar en el lugar donde realmente estuvo el Señor y es un don enorme, un tesoro y una gracia muy grande”. Sirve asimismo para derribar prejuicios, pues “la gente de a pie, de cualquiera de estas religiones o culturas, tiene su buen corazón, su vida ordinaria, su normalidad en su día a día, y eso da mucho valor a esas prácticas culturales y religiosas que uno no entiende del otro”.
Y pidió algo para su trabajo apostólico en Tierra Santa: «Que la primera evangelizada sea yo y que no me acostumbre a vivir aquí, y que Dios me permita aprovechar con una gran conciencia los años que Dios quiera que esté aquí sirviéndole”.