El desciframiento de una inscripción de tiempos del Rey Ezequías ha sido el detonante para una intensa polémica en el ámbito de la arqueología bíblica.
Los arqueólogos piden rigor
El pasado 24 de diciembre, una treintana de arqueólogos e investigadores vinculados a distintas universidades israelíes publicaron una Declaración pública sobre la publicación de hallazgos arqueológicos en la que lamentan la falta de supervisión académica previa al anuncio de hallazgos «revolucionarios».
No nombran a nadie en concreto, pero el documento se ha entendido como dirigido al profesor Gershon Galil, que fue director del departamento de historia judía de la Universidad de Haifa. A lo largo de los últimos meses, ha dado a conocer diversos resultados de sus investigaciones sin revisión por pares ni, a juicio de sus colegas, documentación suficiente. El propio Galil ha reconocido a The Times of Israel que se da por aludido, pero atribuye las críticas a la «amargura» y los «celos» de sus colegas.
El considerado inspirador de la declaración es Aren Maeir, profesor en la Universidad Bar-Ilan, quien por su parte afirmó a Christian Post que, si bien todos los firmantes y él mismo informan a la prensa de muchos hallazgos antes de su publicación, «cuando se trate de hallazgos sensacionales y revolucionarios deberían tener una publicación académica completa antes de hacerlos públicos con declaraciones llamativas». Los arqueólogos piden también que los anuncios vayan acompañados de «ilustraciones en alta calidad«.
¿Demasiados hallazgos espectaculares?
El ambiente venía enrareciéndose hace meses, sobre todo a raíz del descubrimiento por Galil de una «tablillas de maldición«. Una, del monte Ebal, constituiría el texto hebreo más antiguo y probaría que los israelitas ya estaban alfabetizados antes de entrar en Tierra Santa. La otra, que habría sido utilizada para una maldición contra el gobernador de Jerusalén, sería una de las inscripciones más antiguas encontradas hasta la fecha en la ciudad.
A juicio de sus colegas, Galil dio a conocer estos hallazgos sin respaldo gráfico ni documental. La gota que colmó el vaso para dar lugar a la Declaración fue el anuncio, pocos después, de que había conseguido descifrar cinco nuevas inscripciones reales de Ezequías, Rey de Judá, con docenas de líneas de texto, que habría encontrado junto al arqueólogo Eli Shukron en los muros del Túnel de Ezequías de la Ciudad de David, en Jerusalén. Este logro fue presentado sin haber sido revisado por otros especialistas y sin documentación científica acreditativa, por lo que fue ignorado por varias publicaciones y medios que habitualmente recogen estas noticias.
Según explicó Maeir a The Times of Israel, «me gustaría que fuese cierto y espero que lo sea, cambiaría todo lo que sabemos». Esas inscripciones podrían constituir uno de los textos extra-bíblicos más antiguos, que resumirían los 17 años del reinado de Ezequías que recoge el capítulo 20 del segundo libro de los Reyes. Cambiaría la idea de que los reyes de Israel y Judá, a diferencia de otros reyes de la Antigüedad, no hacían inscripciones y monumentos para contar sus logros. Por último, explica el propio Galil, sería un respaldo a la veracidad histórica del libro de los Reyes del Antiguo Testamento.
«Es su problema»
Por su parte, el profesor Matthew Morgenstern, del departamento de lenguas hebreas y semíticas de la Universidad de Tel Aviv, lamenta que Galil no haya publicado «una sola fotografía legible de las nuevas inscripciones que afirma haber identificado o leído; esto suscitas serias dudas sobre la fiabilidad de sus interpretaciones, que confiemos demuestren ser correctas cuando finalmente publique el material de forma correcta, según la práctica académica habitual».
Galil responde que las fotos que ha dado a conocer son «excelentes»: «Si ellos no pueden leerlas, es su problema«, y les invita a acudir al lugar a hacer las suyas propias.
Preguntado por The Times of Israel sobre el respaldo a sus hallazgos, que dice tener de otros colegas, Galil, remitió a un futuro libro sobre Las inscripciones del Rey Ezequías de Judá, que aparecerá «en los próximos meses» en una editorial cuyo nombre no ha desvelado.
En la declaración de los arqueólogos se señala que «uno de los fundamentos de la investigación es que los resultados deben someterse a un proceso de revisión por pares antes de su publicación, para comprobar su calidad, sugerir mejoras y comentarios y, en algunos casos, rechazarlos. Sin ese proceso, la investigación se conduce sin los necesarios controles«.