Carmelo López-Arias / Fundación Tierra Santa
El 21 de mayo se estrena Tierra Santa. El último peregrino, una película con parte de documental y parte de ficción que, sobre el telón de fondo de la realidad histórica de Tierra Santa, presenta su realidad viva: los cristianos que allí viven y las conversiones que allí se producen.
Andrés Garrigó es el director de la parte documental y responsable último del film, una nueva apuesta de Goya Producciones en cuya financiación ha participado también la Fundación Cari Filii.
-¿Por qué Tierra Santa para un nuevo proyecto y por qué ahora?
-Ya hace tiempo que lo estábamos pensando. Muchos amigos nos empujaban a hacer algo para dar a conocer mejor Tierra Santa. Y es que en el cristianismo tenemos muchos santuarios muy famosos, pero se nota una ignorancia o falta de interés por Tierra Santa.
-¿A qué es debida?
-Prejuicios: la lejanía, la carestía, la intranquilidad por el riesgo de conflicto en Oriente Medio, la inseguridad… Estos pretextos no solo afectan a los laicos, también a sacerdotes, que podrían promover más las peregrinaciones en sus parroquias. Y todo esto perjudica mucho a Tierra Santa, porque la mayor parte de los católicos de allí son palestinos y no son precisamente una población privilegiada. Sufren ese desinterés porque muchos de ellos viven de las peregrinaciones con sus industrias artesanales orientadas a peregrinos y turistas.
-Y llega el covid…
-Entonces el perjuicio ya es total. Pero más allá de la pandemia, ya había un fondo de indiferencia y de irresponsabilidad de los católicos respecto a sus orígenes, respecto a la tierra donde nació Jesús. Sobre todo, si se compara con la actitud hacia Jerusalén de los judíos o los musulmanes, que también la consideran su ciudad. Los ortodoxos mismos son también proporcionalmente más asiduos a la peregrinación a Tierra Santa que los católicos.
-¿Es fácil contra-argumentar a esos pretextos?
-Hay argumentos sobrados para que uno descubra lo que es aquello. Rodando la película pudimos comprobar que Tierra Santa no es solo la parte histórica, bíblica o sentimental… También hay transformaciones, milagros, conversiones. Es otra historia y había que contarla.
-¿Cómo la cuenta «El último peregrino»?
-Con una parte documental que incluye testimonios muy potentes. Con una parte que incluye un resumen de la historia desde la muerte de Cristo hasta la llegada de Santa Elena y el hallazgo del Calvario y de la Cruz, y luego cuando los cristianos se jugaron la vida en las Cruzadas para recuperar Tierra Santa, que los islámicos habían ocupado. Por último, hay un elemento destinado a espolear al espectador: la parte de ficción, para la cual tenemos buenos actores y un director como Pablo Moreno, que con gran profesionalidad le da un toque muy personal, muy realista.
-¿Por qué esa parte va a espolear al espectador?
-Es una trama entretejida con todos los demás elementos, en la que se ve el drama de una madre que quiere llevar a toda su familia a Tierra Santa porque le ha tocado la lotería y su marido y sus hijos quieren escabullirse. Se crea una tensión, se ve la pugna de los hijos contra ella, el padre también es escéptico… En ese ambiente van apareciendo los testimonios, personas que pasan de la indiferencia o la hostilidad a una conversión radical: gente de carne y hueso que cuenta su experiencia en primera persona.
-¿Qué reacción esperan?
-Cambiar la actitud del espectador. Que seamos más solidarios con los cristianos para que la Tierra de Cristo no se quede sin cristianos. También la actitud de muchos párrocos, que podrían llevar a sus parroquianos allí y predicar el Evangelio en los lugares donde lo predicó Jesucristo. La película tiene un tono optimista, movilizador, para levantar ánimos. El cristiano está obligado a saber algo sobre el lugar donde nació su fe. Aquello no va de turismo, de piedras o de historia vieja: va de historias vivas, de piedras vivas, de la construcción de una Iglesia con un origen realmente apoteósico.
-¿Qué supuso para usted personalmente rodar allí?
-La ocasión de mi vida. ¡Nunca había ido! Fue una bendición estar en un lugar del que siempre has oído hablar, en el que siempre has soñado, tocar esos lugares. E impresiona hablar con las personas que han vivido en Tierra Santa cambios tan personales: de no creer a creer, de ser hostil a ser un apóstol…
-Tierra Santa no es, pues, solo un lugar de turismo, también de conversiones…
-Pero ¿cómo iba a ser de otro modo? Es lo más lógico del mundo. Si suceden conversiones en Fátima o Lourdes, donde la Virgen estuvo solo unas horas, ¿no se van a producir donde ella vivió toda su vida o donde estuvo el Señor treinta y tres años? ¿No se van a producir conversiones cuando puedes ir con el Evangelio en la mano leyéndolo en los lugares donde sucedió? ¿O cuando ves que la arqueología te va demostrando que todo es como el Evangelio dijo?
-¿Por qué ese enigmático título: “El último peregrino”?
-Es un título provocativo, porque lo que queremos es que no haya un día un último peregrino. Queremos que cada uno de nosotros sea un peregrino que atraiga a otros y que no se rompa una cadena de veinte siglos. Que peregrinar a Tierra Santa se convierta prácticamente en una necesidad.
-Y no solo una vez…
-La gente que va encuentra infinidad de motivos para volver. Hay gente que se casa o renueva sus votos matrimoniales en Caná. También se le puede regalar a un seminarista, antes de ordenarse, una peregrinación a Tierra Santa. Para los más jóvenes, un sacerdote ha redescubierto allí una ruta para recorrer durante varios días a base de mochila y acampada. Y hay infinidad de proyectos de voluntariado para trabajar en Tierra Santa. Todo esto es lo que queremos promocionar con la película. Implicar a todos los católicos en algo que nos es común con todos los cristianos…
-¿Cómo ven la cuestión ortodoxos o protestantes?
-Nos superan en interés y entusiasmo.
-Hace falta un último empujón económico cara al estreno del 21 de mayo…
-El crowdfundig ha ido bastante bien, pero falta una parte.
-Los incentivos son buenos…
-Los regalos que ofrecemos a los donantes son productos hechos a mano por cristianos locales. Ayudar a la película es, sobre todo, ayudarles a ellos. Lo necesitan de verdad.
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