El abrazo de Verona entre un israelí y un palestino es un signo de esperanza, dijo el Papa

Dos hombres víctimas de la guerra en bandos opuestos sellaron su reconciliación ante el Papa.
Dos hombres víctimas de la guerra en bandos opuestos sellaron su reconciliación ante el Papa.

El Papa Francisco llevó a cabo el pasado sábado una visita apostólica a la ciudad de Verona (Véneto, Italia), donde se unió en la Arena al encuentro Arena de Paz: la Justicia y la Paz se besarán, centrado en temáticas relativas a la inmigración, la ecología y la guerra.

El momento más celebrado del acto, y uno de los más simbólicos del viaje, fue el abrazo entre un israelí cuyos padres fueron asesinados durante la masacre terrorista de Hamás del 7 de octubre y un palestino a cuyo hermano lo mataron soldados israelíes hace años.

«Frente al sufrimiento de estos dos hermanos, que es el sufrimiento de dos pueblos, no se puede decir nada», señaló Francisco: «Tuvieron el valor de abrazarse. Y esto no es solo coraje y un testimonio de querer la paz, sino también un proyecto de futuro«.

Éste fue el momento:

No era la primera vez que ambas víctimas daban esta muestra pública de deseo de concordia.

Se trata de dos empresarios, el israelí Maoz Inon y el palestino Aziz Abu Sarah, comprometidos en crear una coalición de ciudadanos de ambos pueblos que trabajen juntos por la reconciliación y la paz.

Recientemente participaron en una charla TED durante la cual dialogaron sobre sus respectivas historias y el afecto mutuo que se profesan por haber tenido la valentía de superar el dolor y el deseo de venganza para construir un futuro mejor.

Ambos se remitieron a sus respectivos padres como los inspiradores de sus deseos de paz.

Maoz contó que sus abuelos fueron pioneros sionistas y su padre granjero en la frontera de Gaza, y sin embargo cree que su actitud actual es el legado que le dejaron. Su madre, que pintaba mandalas, le dejó uno en particular, donde se lee: «Puedes conseguir todos tus sueños si vas a por ellos». Y él soñó con ese futuro de paz una noche poco después del asesinato de sus padres, particularmente cruel en el caso de su madre, que fue quemada por sus asesinos.

Por su parte, Aziz, que tenía 10 años cuando mataron a su hermano, de 19, cuenta la anécdota de que cuando estudiaba en Estados Unidos, su padre fue a visitarle y un viernes, día de oración para los musulmanes, estaba la mezquita tan llena que tuvieron que alquilar una sinagoga para rezar.

Ambos concluyeron la charla con un abrazo y una propósito: «No somos enemigos. Perdimos a nuestros familiares, pero no perdimos la cordura. Estamos aquí juntos diciendo que lucharemos en el mismo bando por la justicia y por la paz».

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