Pablo J. Ginés
Con la muerte de Benedicto XVI, el Patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, ordenó tocar las campanas de las iglesias de Tierra Santa, cuya diócesis incluye Jordania, Israel, Chipre y los territorios palestinos.
«Hoy, el Papa emérito Benedicto XVI ha dejado nuestro mundo para entrar en la casa del Padre celestial. Oramos por el descanso de su alma y pedimos a todas las iglesias y monasterios que toquen las campanas, como es nuestra tradición. También pedimos a todos los sacerdotes que celebren una Santa Misa por el descanso de su alma. Que el Señor le conceda el descanso eterno», publicó el Patriarca en los medios católicos.
El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, anunció sus condolencias al Papa Francisco, alabando de Benedicto XVI «su solidaridad u apoyo por la libertad e independencia del pueblo palestino». Abbas aseguró sus oraciones por el difunto pontífice, por la larga vida y buena salud del Papa Francisco y por la justicia, la paz y entendimiento entre pueblos y religiones.
El recuerdo del mundo judío e israelí
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, también difundió un mensaje de condolencia: «Envío mis condolencias de corazón de parte de todos los ciudadanos de Israel al mundo cristiano con el fallecimiento de Benedicto XVI. Fue un gran líder espiritual y se comprometió con todo su corazón a la reconciliación histórica entre la Iglesia Católica y el mundo judío, una tradición que continuó con su visita histórica a Israel en 2009. Lo recordaremos como un verdadero amigo del Estado de Israel y el pueblo judío».
El mensaje de Netanyahu es un gran apoyo para el buen nombre de Benedicto, que al ser alemán y teológicamente ortodoxo, sufrió muchas difamaciones que intentaron presentarlo como antisemita.
El Papa visitó Auschwitz declarándose «un hijo de Alemania» y orando allí en silencio, lo que llamó la atención de muchos en Israel y el mundo judío. Él era un superviviente de la Segunda Guerra Mundial y conoció el nazismo, por lo que era un testigo de una época clave para la historia del judaísmo moderno. Muchos ancianos judíos podían confiar en que él entendía esa época.
De la Alemania de los años 40 a la teología de «Nostra Aetate»
Cuando levantó la excomunión a 4 obispos lefebrvrianos, enemigos de Benedicto enseguida buscaron declaraciones de uno de ellos poniendo en duda cifras del exterminio de judíos durante la persecución nazi. Otros le atacaron por reimpulsar la causa de beatificación de Pío XII, al que acusaban de ser poco crítico con el régimen nazi, cuando en realidad hay historiadores y fundaciones judías de EEUU (como el rabino David Dalin o la fundación Pave the Way) que señalan que Pío XII sabía y activamente impulsaba el uso de dependencias vaticanas y eclesiales para esconder judíos perseguidos.
En 2011, con la segunda parte de su libro «Jesús de Nazaret», Benedicto XVI aclaró algo que a muchos judíos incomodaba desde siempre: la culpa colectiva que algunos cristianos habían atribuido a la muerte de Jesús por las palabras de las docenas de alborotadores que gritaban ante Pilatos «caiga sobre nosotros su sangre». Este tema ya quedaba refutado con la «Nostra Aetate» del Vaticano II, pero Benedicto lo retomó a partir del texto bíblico.
«El verdadero grupo de los acusadores son los círculos contemporáneos del templo y la masa que apoyaba a Barrabás«, precisa, limitando la responsabilidad solo a los que estaban en aquel día en aquel patio. Sobre la frase de Mateo «Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos», Benedicto XVI detalló que la sangre de Jesús «habla otro idioma diferente a la de Abel», porque «no pide venganza, ni castigo, sino reconciliación. No es derramada contra algunos, sino que se vierte para todos. No es maldición, sino redención y salvación». Todo esto causó buena impresión en los entornos judíos interesados en el diálogo con el cristianismo.
Alabanza del Congreso Judío Mundial
Esto lo reconoce también el presidente del Congreso Judío Mundial, Ronald S. Lauder, que recordó haberse reunido 3 veces con Benedicto XVI y en cada una se conmovió «por su afecto y amistad al pueblo judío, su compromiso y recuerdo de la Shoah y su condena sin ambigüedades de la negación del Holocausto de ninguna manera».
Lauder considera al difunto Pontífice emérito «una figura impresionante de la Iglesia Católica, tanto como Papa y antes como cardenal, que dio a las relaciones judeo-católicas bases sólidas teológicas y un mayor entendimiento. Ningún Papa antes que él visitó tantas sinagogas y se esforzó así en encontrar a representantes de las comunidades judías locales cuando visitaba naciones extranjeras».
El viaje de Benedicto de 2009 a Tierra Santa, visto desde Jordania
En 2009 Benedicto XVI realizó un completo y agotador viaje de seis días a Tierra Santa. Empezó por Jordania, después pasó a Israel (Tel Aviv, jerusalén, el Memorial Yad Vashem, la Cúpula de la Roca en la Explanada de las Mezquitas, el Cenáculo), después por territorio de la Autoridad Palestina (Belén, el campo de refugiados Aida), y de nuevo a Nazaret y Jerusalén, con encuentros en iglesias greco-ortodoxas y armenias.
El sacerdote católico jordano, Rifat Bader, que es también periodista y comunicador, ha escrito sobre aquel viaje de Benedicto. «Recordamos actos como colocar la primera piedra de la Iglesia del Bautismo en el Sitio del Bautismo, colocar la primera piedra de la Universidad Americana de Madaba, afiliada al Patriarcado Latino, visitar y bendecir el Centro de Nuestra Señora de la Paz para Personas con Discapacidad y el encuentro con ulemas musulmanes en la Mezquita Al Hussein Ibn Talal».
Un gran Sínodo para Oriente, antes de los peores tiempos
El padre Bader recuerda que Benedicto XVI impulsó tras ese viaje un gran encuentro, el Sínodo de la Iglesia Católica en el Medio Oriente, al que acudieron obispos de todo el mundo en 2010, cuando había guerra en Siria pero aún no actuaba ISIS en Irak.
«Ese Sínodo fue una advertencia de lo que sucedería, especialmente en Mosul en 2014, con respecto a la emigración de cristianos de Siria, así como los bombardeos que tuvieron lugar en muchas iglesias hermanas en Egipto».
El Papa Benedicto dijo en la Exhortación Apostólica que firmó en el Líbano en 2012: «Un Medio Oriente sin cristianos, o con solo unos pocos cristianos, ya no sería el Medio Oriente». También calificó la libertad religiosa como «la corona de todas las libertades».
La colaboración entre el Vaticano y entidades de Jordania «durante la era del Papa Benedicto para preservar la identidad árabe cristiana en el Medio Oriente fue exorbitante», asegura el sacerdote.