Los olivos del huerto de Getsemaní, el Huerto de los Olivos donde lloró Jesús antes de ser apresado, pertenecen a la Custodia de Tierra Santa, es decir, a los frailes franciscanos. Es tradición que al llegar los días de cosecha, lleguen voluntarios y amigos dispuestos a colaborar en la cosecha de la aceituna.
Acuden niños y mayores de todo tipo de orígenes. Muchos de ellos en realidad son personas que se alojan en las pequeñas ermitas que los franciscanos ofrecen, gente con inquietudes espirituales.
La web de la Custodia de Tierra Santa habla con algunos de estos. Están Hanna, su marido y sus dos hijas, que llegaron hace dos semanas de Suecia y dicen que en su país recogen cerezas. Y una cantante japonesa, Iaioi Okaniva, invitada por la madre de uno de sus alumnos. A la japonesa le admira el lugar y su historia: «Estamos en Getsemaní, el huerto de Jesús. Recoger aceitunas aquí es una experiencia única».
Y una familia palestina de Ramala, la de Dalal Iriqat: «Estamos muy contentos, como familia palestina, de estar en este lugar sagrado y realizar este servicio de recolección de la oliva, un ritual que pertenece a la identidad palestina«.
Fray Diego Dalla Gassa supervisa la recolección y la reunión de los peculiares temporeros. «Es maravilloso crear relaciones, un ambiente familiar y ver que es hermoso reunirse aquí a nivel internacional», dice.
Muchos de estos voluntarios-peregrinos acuden a las oraciones de la mañana, la hora de adoración, vísperas, misas… y ahora la recogida de la aceituna.
Dos tipos de aceite
Fray Diego explica que de estos olivos sacan dos tipos de aceite, el normal, y el del huerto viejo.
El normal en realidad es aceite de oliva virgen extra de muy alta calidad. «Lo usamos para nosotros, para los frailes de la Custodia y también lo damos a los monasterios que están aquí en Jerusalén«, detalla el fraile.
Pero en el huerto viejo o huerto sagrado, la parte más antigua de Getsemaní, hay olivos antiquísimos, centenarios y quizá milenarios. Los huesos de sus aceitunas se usan para hacer rosarios.
El aceite de estas aceitunas de la parte antigua se bendice la noche del Jueves Santo en el Santo Sepulcro y se distribuye a todas las parroquias de Tierra Santa.
Este aceite es también el que usan los obispos o el Patriarca latino para ordenar nuevos sacerdotes, consagrar iglesias y ungir enfermos.
El franciscano Sinisha Srebrenovic, guardián del convento de Getsemaní, añade: «Hay un vínculo muy, muy profundo con el misterio de la pasión de Jesús, y también nosotros estamos vinculados simbólicamente a este aceite».