El Papa Francisco recibió en la Sala Clementina a las religiosas carmelitas de Belén y de Oriente Medio, y a las Hermanas del Rosario, y las exhortó a rezar a las nuevas santas palestinas, las monjas María de Jesús Crucificado y Marie Alphonsine Danil Ghattas, por la paz en Tierra Santa y por los cristianos perseguidos por los fundamentalistas y por el “terrorismo blanco”.
El Santo Padre agradeció a las religiosas por participar en la canonización del domingo, también se elevó a los altares a la religiosa francesa Juana Emilia de Villeneuve y la monja italiana María Cristina de la Inmaculada Concepción.
Por la paz en Palestina y los cristianos perseguidos
“¡Buenos días y muchas gracias por la visita! Estoy muy contento con esta peregrinación de religiosas por la canonización de las nuevas santas. El presidente del estado de Palestina me dijo que había partido desde Jordania ¡un avión lleno de religiosas! ¡Pobre piloto!… ¡Muchas gracias!”, bromeó el Pontífice.
“Les doy una misión: recen a las dos nuevas santas por la paz en su tierra, para que termine esta guerra interminable y haya paz entre los pueblos. Y recen por los cristianos perseguidos, expulsados de sus casas, de la tierra y también por la ‘persecución de guantes blancos’ -la persecución y el ‘terrorismo blanco’- también por el ‘terrorismo de guantes blancos’. ¡Está escondida, pero se hace! Recen mucho por la paz”, añadió el Santo Padre.
Francisco culminó el breve encuentro rezando con las religiosas, cada una en su lengua, un Ave María.
Sembradoras de unidad
El domingo, durante la ceremonia, el Pontífice afirmó que el secreto de los santos es “morar en Cristo, unidos a Él como el sarmiento a la vid, para dar mucho fruto”. “Y este fruto no es otro que el amor”, señaló.
Francisco dijo que el ejemplo de las nuevas cuatro religiosas santas “interpela” la vida de todo cristiano y ayuda a reflexionar sobre si “soy capaz de ‘sembrar’ en la familia, en el ambiente de trabajo, en mi comunidad, la semilla de esta unidad que Él nos ha donado haciéndonos a nosotros partícipes de la vida trinitaria”.
Finalmente, el Santo Padre también pidió el domingo cultivar “en el corazón la tarea de morar en el amor de Dios, permaneciendo unidos a Él y entre nosotros, siguiendo las huellas de estas cuatro mujeres, modelos de santidad, que la Iglesia nos invita a imitar”.