La inauguró el 16 de julio el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y se clausura el 31 de agosto, y es por sí misma todo un motivo -por si no bastaran tantos otros- para visitar la ciudad de Ávila.
La exposición Vidas consagradas. Presencia religiosa española en Tierra Santa muestra en el Archivo General Militar de Ávila (Palacio de Polentinos) el retrato vivo de lo que han hecho y hacen allí 35 compatriotas que, como confiesa a Fundación Tierra Santa -copatrocinadora del evento- el autor de las fotografías, Mikel Marín, le han dejado huella: se considera un "privilegiado" porque, como al Principito cuando visitaba planetas desconocidos, le han "abierto las puertas de su mundo interior".
Como Félix del Buey, sabio y erudito, que nos mira a través de una lupa como ha contemplado durante decenios los textos en los que es un reconocido erudito. Como la hermana Alicia Vacas, que comparte alegrías y pesares con los beduinos. Como la hermana Montserrat, retratada cual una Madonna que lleva en brazos uno de los miles de niños pobres a los que ha atendido durante generaciones. Como fray Aquilino Álvarez, dedicado en cuerpo y alma al lugar del Nacimiento y a facilitar a todos el homenaje más devoto a la Virgen María. Como Justo Alcaraz, que acogió en su iglesia a unos jóvenes durante la primera intifada cuando soldados israelíes intentaron entrar a por ellos, y a quien el artista nos muestra en el momento sublime de la consagración. Como el padre Artemio Vítores, toda una institución en Tierra Santa tras 45 años viviendo en ella, a quien vemos ante el Santo Sepulcro a cuya protección y cuidado se han consagrado durante siglos los frailes franciscanos.
Y así tantos otros…
De ellos y muchos más, Mikel Marín ofrece en Vidas comprometidas 35 posados mirando a cámara y 37 escenas de momentos que el artista no duda en calificar como "místicos", porque en las vidas de los fotografiados todo es oración: "Lo que he captado en ellos es verdad, es sinceridad, es entrega, es ´estar en manos de´. Son personas que han consagrado toda su vida a un trabajo del que están convencidos".
La única condición que le puso el consulado de España en Jerusalén cuando le propuso el proyecto, que aceptó "encantado", es que cada protagonista de cada fotografía tenía que estar de acuerdo y dar su visto bueno.
Y así ha sido, aunque al principio fue difícil. Aunque Marín llevaba tres años y medio viviendo en Tierra Santa, no conocía a la mayor parte de sus personajes y debía convencerles: "El trabajo fundamental fue acercarme a ellos hasta ganar su confianza, lograr meterme en su vida, introducirme en su intimidad". A lo cual ayudaron las entrevistas que iba realizando Anna García, autora de los textos que acompañan a las fotografías para contextualizar cada imagen con la historia y palabras de los religiosos españoles en Tierra Santa.
"Algunos de ellos llegaron cuando aquello aún era Jordania, y desde entonces han estado en primera fila", evoca Mikel Marín, quien recuerda que España lleva siglos presente en los Santos Lugares. Se trataba, también, de recordarlo. Un objetivo más que conseguido gracias a la belleza de cada una de estas Vidas comprometidas… y a la de sus retratos.