El 6 de junio el nuevo custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, hizo su ingreso oficial en Jerusalén. Fue recibido por la tarde en la puerta de Jafa, una de las entradas en los muros de la ciudad vieja, y llegó con su cortejo hasta la Curia custodial en San Salvador.
El cortejo del nuevo Custodio, por las calles de Jerusalén.
Durante los días sucesivos fue acogido solemnemente en la basílica del Santo Sepulcro, en el Cenáculo, en el Sión cristiano, en la basílica de la Natividad de Belén, en Jafa y en la basílica de la Anunciación de Nazaret.
El momento de la toma de posesión del padre Patton.
Nacido en 1963 en Vigo Meano (Trento, Italia), al hacerse cargo de la Custodia de Tierra participó sus sentimientos de "turbación" y "confianza" ante la misión: "En estos últimos días he hablado de turbación y creo que es la palabra justa. Sin embargo tengo mucha confianza, porque creo en el valor de la obediencia y, por tanto, creo que la voluntad de Dios pasa a través de mediaciones humanas muy concretas, como la disponibilidad para asumir este servicio que me ha pedido la Orden".
Besando el Santo Sepulcro.
"Me doy cuenta perfectamente", continuó en las primeras palabras dirigidas a sus nuevos súbditos, "de que lo que se me pide es algo que supera mis fuerzas y mi capacidad. Vengo de puntillas y humildemente, consciente de que tengo que escuchar y aprender. Si hay algo que realmente me ha gustado estos días, antes de mi llegada a Jerusalén, no son los títulos de los periódicos o las felicitaciones, sino los mensajes de tantas personas sencillas que me han asegurado su apoyo en la oración. También todos los frailes que me han escrito desde Tierra Santa diciendo: te esperamos y oramos por ti. Incluidos también los frailes de Siria que, a pesar de vivir una situación de grave sufrimiento, me han animado y se han ofrecido a apoyarme con la oración".
Procesión en torno al Edículo del Santo Sepulcro para orar por el nuevo Custodio.
El servicio a Tierra Santa que fray Francesco está llamado a desempeñar se sitúa dentro de un recorrido que el religioso considera, a la luz de la fe, casi natural: "Para mí, vivir en Tierra Santa significa volver a la concreción del carisma franciscano. Francisco, que era un hombre práctico y concreto, como hijo de mercader que era, volvió transformado de su experiencia en Tierra Santa. De aquella peregrinación confluyeron en la Regla no bulada algunas indicaciones fundamentales todavía hoy en relación a la experiencia misionera. Estamos llamados a 'no hacer litigios ni disputas' y a adoptar un estilo minorítico en cualquier contexto en el que estemos llamados a vivir, 'confesando' después ser cristianos a través del servicio a los hermanos y 'anunciando' a Cristo cuando veamos que es agradable al Señor; es decir, usando la inteligencia en el diálogo que nos permita entender cuándo el corazón de nuestro interlocutor está preparado para acoger nuestro anuncio. Estos rasgos del carisma franciscanos están indisolublemente ligados a la experiencia de Tierra Santa".
Recibido por la alcaldesa de Belén, Vera Baboun.
De la situación de Tierra Santa hoy, marcada por conflictos profundos, fray Francesco Patton habla como de un "desafío de Dios": "Creo que tiene un significado especial el hecho de que cuando Dios eligió encarnarse, lo haya hecho precisamente en Tierra Santa. La historia de esta tierra está marcada por los conflictos y los enfrentamientos. El hecho de que Dios haya elegido encarnarse aquí parece precisamente un desafío. Es casi como decir: si se consigue aquí, entonces es posible que la paz y la justicia puedan reinar en toda la tierra. Todos nosotros estamos llamados a ir y quedarnos en Tierra Santa, sabiendo que somos parte de este 'sueño de Dios', es decir la posibilidad de que 'el lobo y el cordero pazcan juntos', como nos dice la visión de Isaías, y que venga un tiempo, como testimonian los profetas, de 'cielos nuevos y tierra nueva'. Debemos creer que todo esto sucederá, porque lo que impide la realización de los proyectos de Dios es también nuestra falta de fe".
Los primeros momentos de su mandato serán una especie de noviciado: "No tengo la presunción de entrar inmediatamente en una compleja realidad como es la de la Custodia de Tierra Santa y el contexto eclesial y social en el que los frailes menores estamos llamados a trabajar. Me pondré a la escucha. Creo que las experiencias de internacionalidad al servicio de la Orden me pueden ayudar a prestar atención a las distintas sensibilidades y culturas".
La ceremonia en Nazaret.
"Mi corazón está en Tierra Santa", concluye: "Desde que me comunicaron mi nombramiento, he empezado a recordar cotidianamente en la oración a los hermanos que viven en Siria, a todos los que sirven con tanta dedicación en los santuarios y trabajan en las parroquias y tantas realidades sociales de la Custodia; a los que se encuentran en distintos, sin olvidar a los padres comisarios dedicados a difundir la obra de la Custodia en todo el mundo. Siento por ellos gran afecto y reconocimiento. Son muy valiosos para mí y les siento unidos en la oración".