Pizzaballa convoca una jornada de oración y penitencia el 7 de octubre, con una plegaria especial

El cardenal Pizzaballa llama a la conversión del corazón y a la penitencia para pedir por la paz en Tierra Santa.
El cardenal Pizzaballa llama a la conversión del corazón y a la penitencia para pedir por la paz en Tierra Santa.

El 7 de octubre de 2023 tuvo lugar una de las mayores masacres terroristas conocidas, con el asesinato por parte de Hamás de 1481 civiles y militares (en proporción similar) y el secuestro de 251 personas, de las cuales un centenar fueron liberadas, otras asesinadas y varias decenas siguen en cautividad.

Al acercarse el primer aniversario de aquel hecho, que provocó la subsiguiente invasión de Gaza por parte de Israel y un número no inferior a 40.000 muertos, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, ha convocado «una jornada de oración, ayuno y penitencia el 7 de octubre, fecha que se ha convertido en símbolo de la tragedia que estamos viviendo». El purpurado recuerda además que octubre es el mes del Rosario y el día 7 se celebra la festividad de Nuestra Señora del Rosario, a quien ruega «por esta amada Tierra [Santa] y sus habitantes».

Golpe al sentimiento común de pertenencia

Tierra Santa «se ha sumido en un torbellino de violencia y odio nunca antes visto ni experimentado«, explica Pizzaballa: «La intensidad y el impacto de las tragedias que hemos presenciado en los últimos doce meses han herido profundamente nuestra conciencia y nuestro sentido de humanidad».

Con una consecuencia que va más allá de los muertos y de la miseria, pues «la violencia se ha infiltrado en el lenguaje y las acciones políticas y sociales» de tal modo que «ha asestado un golpe terrible al sentimiento común de pertenencia a Tierra Santa, a la conciencia de formar parte de un plan de la Providencia que nos ha querido aquí para construir juntos su Reino de paz y de justicia, y no… en un depósito de odio y desprecio, de rechazo mutuo y de aniquilación».

El patriarca latino de Jerusalén recuerda ha condenado claramente «esta guerra sin sentido y todo lo que ha conducido a ella«, y hace un llamamiento a todos los que tengan una responsabilidad en ponerle fin para que «tengan el coraje de encontrar otras vías de resolución del conflicto actual que tenga en cuenta las exigencias de justicia, dignidad y seguridad para todos».

Lo que todos podemos hacer

A todos los cristianos pide que aporten algo muy concreto: «Comprometernos por la paz, ante todo preservando nuestro corazón de todo sentimiento de odio» y ayudando «a los necesitados» y a quienes «trabajan para aliviar el sufrimiento de los afectados por esta guerra», además de «promover cualquier acción por la paz, la reconciliación y el encuentro».

«Pero también debemos orar, presentando a Dios nuestro dolor y nuestro deseo de paz. Debemos convertirnos, hacer penitencia, pedir perdón«, subrayó Pizzaballa, antes de convocar dicha jornada.

«Que cada uno de nosotros», concluyó, «con su rosario o en la forma que mejor le convenga, personalmente pero mejor aún en comunidad, encuentre un momento para detenerse a rezar».

Para ello propone añadir, al rezo del Rosario, esta oración:

Oración por la Paz

Señor Dios nuestro,

Padre de Nuestro Señor Jesucristo

y Padre de toda la humanidad,

que, por la cruz de tu Hijo

y por el don de su propia vida

pagó un alto precio para destruir

el muro de la enemistad y la hostilidad

que separa a los pueblos y nos convierte a todos en enemigos:

envía a nuestros corazones

el don del Espíritu Santo

para que nos purifique de todo sentimiento

de violencia, odio y venganza,

nos ilumine para comprender

la dignidad irreductible

de cualquier persona,

y nos inspire a trabajar

por un mundo de paz y reconciliación

en la verdad y en la justicia

en el amor y en la libertad.

Dios Todopoderoso y eterno,

las esperanzas de la humanidad

y los derechos de todos los pueblos

están en tus manos:

asiste con tu sabiduría a quienes nos gobiernan,

para que, con tu ayuda,

sean sensibles a los sufrimientos de los pobres

y a los que sufren las consecuencias

de la violencia y la guerra;

que promuevan en nuestra región

y en toda la tierra

el bien común y la paz duradera.

Virgen María, Madre de la Esperanza,

obtén el don de la paz

por la Tierra Santa que te vio nacer

y para el mundo entero. Amén.

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