Conforme se extiende el conflicto entre Israel y Palestina y naciones como Líbano son invadidas, la amenaza de un conflicto regional en Oriente Medio es cada vez mayor. El cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca latino de Jerusalén, lleva tiempo llamando al «realismo» y «no hacerse ilusiones» respecto a una pronta pacificación del conflicto. Entre otros alegatos, considera necesaria la aparición de «nuevos rostros y nuevas perspectivas» de cara a una resolución, pero tras un año del reavivamiento el pasado 7 de octubre de 2023, reconoce que solo el Papa Francisco, y con él la Iglesia, «se alza para lamentar la crisis de humanidad que invade estos tristes tiempos nuestros».
Como parte de su batería de medidas, el cardenal y patriarca latino lleva desde la misma reactivación del conflicto llamando también a toda la Iglesia a continuas jornadas de oración y ayuno por la paz, siendo la última convocada para todo este lunes 7 de octubre por el Papa Francisco y el mismo Pizzaballa.
La jornada ha comenzado con una misiva escrita por el Papa Francisco «con corazón de padre» a los católicos de Tierra Santa por con motivo del primer año de guerra, renovando su compromiso con el ayuno y la oración, «armas del amor que cambian la historia«, únicos capaces de derrotar «al verdadero enemigo: el espíritu del mal que fomenta la guerra».
En la carta, Francisco comenzaba recordando el inicio del conflicto hace un año y lamentando «la vergonzosa incapacidad de la comunidad internacional» para «silenciar las armas y poner fin al drama de la guerra», así como la indiferencia respecto a «lo que más se necesita y desea, el diálogo y la paz».
Un llamado en la jornada de oración por la paz
Dirigiéndose a los católicos de las zonas afectadas como «un pequeño rebaño inerme, sediento de paz», Francisco les agradeció su voluntad de permanecer en sus tierras, su oración y su saber amar «a pesar de todo».
«Plantados en vuestras tierras sagradas, convertíos en brotes de esperanza, porque la luz de la fe os lleva a testimoniar el amor en medio de palabras de odio, el encuentro en medio de enfrentamientos crecientes, la unidad en medio de hostilidades cada vez mayores», les alentó.
Escribiéndoles «con corazón de padre», recordó la importancia para el momento presente de «no cansarse nunca» de pedir a Dios, motivo por el que convocó la jornada de oración por la paz este 7 de octubre.
Acto seguido, Francisco expresó su cercanía a todos los sectores afectados por la guerra, especialmente con los habitantes de gaza, «en lucha desde hace mucho tiempo y en una situación desesperada». También manifestó su consuelo a las madres de hijos heridos o muertos, a los hijos, a quienes «las intrigas de los poderosos os privan del derecho a jugar», a quienes «tienen miedo de mirar hacia arriba por temor a la lluvia de fuego que cae del cielo», pero también a quienes «no tienen voz» y sufren los estragos de la guerra o a los que tienen «sed de paz y de justicia, y no os dejáis llevar por la lógica del mal».
«Gracias, hijos e hijas de la paz, por consolar el corazón de Dios, herido por el mal de la humanidad. Doy gracias a quienes en el mundo entero os ayudan. A quienes en vosotros cuidan de Cristo mismo en los hambrientos, los enfermos, los extranjeros, los marginados, los pobres y los necesitados, les pido que sigan haciéndolo con generosidad. Gracias, hermanos obispos y sacerdotes, que lleváis el consuelo de Dios a quienes se sienten solos y abandonados. Por favor, mirad al pueblo santo a quien estáis llamados a servir y dejad que vuestro corazón se conmueva, dejando de lado, por el bien de vuestro rebaño, toda división y ambición», concluyó el pontífice.
Los peligros de la desconfianza, el odio y la extensión del conflicto
Con motivo del primer aniversario de la reactivación del conflicto, el cardenal Pizzaballa ha sido entrevistado por Vatican News. Un año que ha definido como «terrible» y que busca enfrentar ahora con una nueva jornada de oración por la paz pidiendo «mantener nuestros corazones libres de toda forma de miedo y deseo de ira» y «llevar a Dios con la oración nuestro deseo de paz para toda la humanidad».
Preguntado por los cambios acaecidos en este último año, opina que hasta el 7 de octubre de 2023, el conflicto «parecía haber entrado en una rutina», pero tras el resurgimiento de la guerra, se da un nuevo contexto «lleno de malentendidos, desconfianza y odio generalizado», en el que las iniciativas de la comunidad cristiana «deben replantearse por completo».
También valora nuevos peligros respecto a hace un año. Entre ellos, la propagación de un conflicto que lejos de limitarse a Gaza, «se está convirtiendo en un conflicto regional«, así como «la falta total de estrategia de salida». «Todas las guerras deben tener una conclusión política, no militar«, asevera.
Pizzaballa también observa cómo la guerra está afectando a lo más profundo del alma, considerando «rota» en las dos sociedades, que están «traumatizadas»: «La sociedad israelí vivió el 7 de octubre como una pequeña Shoah. Y para la sociedad palestina, la guerra de Gaza es una nueva Nakba. Así que, en ambos campos, es la reapertura de heridas profundas en la conciencia de los dos pueblos. Heridas lacerantes que habían marcado las vidas de los dos pueblos para siempre y que ahora reaparecen como fantasmas amenazadores«.
Papel y misión de la comunidad cristiana en la guerra
Mientras, la comunidad cristiana continúa al margen de un posicionamiento con uno u otro bando. Pizzaballa la define como «pequeña, interétnica» y también marcada por su voluntad integradora y de convivencia, que es lo que Pizzaballa señala como objetivo global en la zona.
Una convivencia, dice, «en la que cada uno siga siendo uno mismo, con su propia cultura, sus propias costumbres, su propia identidad. Es difícil, lo sé, pero es posible. Nuestra pequeña comunidad interétnica, la Iglesia católica, sigue siendo un pequeño signo. Y debe ser también una de las formas en que la Iglesia marque la diferencia en esta tierra siempre tan dividida en todo».
De hecho, él dice que el «lado» de la Iglesia está en el de «los que sufren, siempre», y si bien considera que la Iglesia no siempre puede ser neutral, también subraya la imposibilidad de «formar parte» de la confrontación, lo que sería «no solo erróneo sino insensato»: «No estoy llamado a expresar las posiciones de los palestinos, ni mucho menos las de los israelíes. Debo hablar en nombre de la Iglesia. Y la voz de la Iglesia tiene como único criterio el Evangelio de Jesucristo».
Mientras, Pizzaballa atestigua que la comunidad cristiana de la región se debate entre la unidad en el apoyo a los cristianos de Tierra Santa con mucha «confusión y división», motivadas por la dificultad para comprender el conflicto o la polarización a la que conduce la política.
«Sólo la voz del Papa Francisco se alza para lamentar la crisis de humanidad que invade estos tristes tiempos nuestros. Y lo digo sin ningún orgullo partidista, pero con mucho dolor en el corazón», concluye.