El Patriarca Latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, presidió este sábado por la noche en Belén la celebración de la misa nocturna de la Navidad, con gran afluencia de fieles a pesar de la lluvia que cayó o amenazó durante todo el día.
La jornada había comenzado con el tradicional recorrido, primero en Jerusalén para encontrarse con el párroco de la iglesia latina y la comunidad local de San Salvador; luego hacia Belén con parada en el monasterio greco-ortodoxo de Mar Elías y ante la tumba de Raquel; y finalmente, el encuentro con las autoridades civiles y religiosas de los territorios.
Ya en Belén, el arzobispo Pizzaballa recorrió a pie la Vía de la Estrella junto a grupos scouts locales. En la Plaza del Pesebre fue recibido por el alcalde de Belén, Anton Salman. Tras las vísperas en la iglesia de Santa Catalina, se hizo la procesión hacia la Gruta de la Natividad.
Antes de la misa tuvo lugar la cena de Navidad, en la que participó el padre Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, quien asistió posteriormente a la Misa del Gallo, a medianoche, junto a los cónsules de las cuatro naciones católicas España, Italia, Francia y Bélgica.
El templo se encontraba lleno de fieles, y se dispuso una pantalla para los que no pudieron entrar. En su homilía, según recoge Silvia Giuliano, Pizzaballa recordó las guerras que asolan el mundo: «En estos contextos tan dolorosos, la primera y más importante vocación de nuestra Iglesia es ayudar a mirar el mundo también con el corazón, y recordar que la vida solo tiene sentido se se abre al amor. Para nosotros, comunidad de creyentes en Cristo, celebrar la Navidad significa crear, promover y ser ocasión de misericordia, de compasión, de perdón, como Dios ha manifestado con el nacimiento de Jesús».
Al concluir la misa, el propio Pizzaballa llevó en procesión la imagen del Niño Jesús hasta el lugar exacto donde estuvo el pesebre. Allí lo dejó para ser venerado, mientras se leía en el Evangelio de San Lucas el pasaje del anuncio a los pastores de que encontrarían al Salvador envuelto en pañales en un pesebre.
Desde ese momento, en dicho altar se sucedieron las misas -la primera de ellas, celebrada por el padre Patton- hasta el día de Navidad a las cuatro de la tarde.