La crisis mundial del coronavirus se está cobrando vidas en todo el mundo, miles de contagiados y sobre todo una crisis política y social en buena parte del mundo debido a la respuesta a dar ante esta epidemia. Mientras tanto, la economía mundial se resiente y la movilidad entre los países se está limitando.
Precisamente, el coronavirus está también afectando la vida de los cristianos en todo el mundo modificando en algunos lugares el rito de la paz o suspendiendo incluso las celebraciones. Pero todavía más grave es la situación a la que queda expuesta la minoría cristiana que vive en Tierra Santa, que ha visto como debido a este virus se tambalea su propio sustento con el desplome del número de peregrinos que se va a producir debido a las medidas tomadas por Israel.
Este miércoles Israel decidió blindarse frente a la expansión del coronavirus y ha tomado la drástica medida de dictar que los viajeros procedentes de España, Alemania, Francia, Austria y Suiza que quieran viajar al país deberán permanecer dos semanas en cuarentena.
Esta medida será aplicable a los ciudadanos israelíes y a los extranjeros con permiso de residencia. Los turistas que no puedan demostrar que cuentan con una vivienda donde aislarse serán rechazados en la frontera. Esta restricción se suma a la ya impuesta anteriormente para los viajeros procedentes de otros países tales como Italia, China, Tailandia, Singapur o Corea del Sur.
En la práctica, esta medida afecta directamente a las peregrinaciones pues todas las procedentes de estos países deberán ser suspendidas pues el tiempo de cuarentena obligatorio es mayor al tiempo de la propia peregrinación.
Países como Italia, Francia, Alemania o España son algunos de los que más turistas y peregrinos aportan cada año a Tierra Santa. Por otro lado, el miedo está provocando que ciudadanos de otros países menos afectados también hayan decidido suspender o aplazar los viajes.
Muchos de los cristianos de Israel y de los territorios palestinos viven de manera directa del turismo religioso y otros tanto de manera indirecta por lo que la cancelación de la inmensa mayoría de peregrinaciones tendrá un efecto muy negativo en las vidas de unas familias que ya de por sí tienen grandes dificultades.
Evitar que emigren de sus tierras y que se mantenga la presencia cristiana en Tierra Santa es una prioridad para la Iglesia. Y hay una forma de que todos los católicos puedan ayudar a esta minoría cada vez más precaria.
Coincidiendo prácticamente en el tiempo con la decisión de Israel, la Santa Sede ha publicado la carta en la que pide como cada año que la colecta del Viernes Santo se dedique a Tierra Santa.
El cardenal Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales, recuerda en la carta enviada a todos los obispos del mundo “las pruebas sufridas a lo largo de los siglos por la Iglesia que vive en Tierra Santa y en todo el Medio Oriente”.
“Esas pruebas aún no han terminado, como lo muestra la tragedia de la continua y progresiva reducción del número de fieles locales, con el consiguiente riesgo de ver desaparecer las diversas tradiciones cristianas que vienen de los primeros siglos”, señala el cardenal.
Sandrí agregó que “gracias a la generosidad de los fieles de todo el mundo” la Iglesia sigue trabajando “por la salvaguardia de la presencia cristiana y por dar voz a quien no la tiene”. Y citó varios ámbitos en los que la Iglesia trabaja gracias a la colecta del Viernes Santo a favor de Tierra Santa.
Uno de ellos es el “pastoral y litúrgico”, “fundamental” para la vida de estas comunidades. Otro es “garantizar una educación de calidad a través de las escuelas, que son fundamentales para conservar la identidad cristiana y para construir una convivencia fraterna”.
Pero además, agrega el cardenal Sandri “gracias a la generosidad de los fieles de todo el mundo, la Iglesia continúa poniendo una casa a disposición de los jóvenes que quieren formar una nueva familia y continúa creando oportunidades de trabajo. Sigue dando también una ayuda material concreta allí donde se presentan formas de pobreza endémica, o bien, necesidades sanitarias y emergencias humanitarias unidas a los flujos de refugiados y de trabajadores migrantes extranjeros”.
Igualmente, el purpurado señala que “el cuidado de los Santuarios, que resultaría imposible sin la Colecta “pro Terra Sancta”, es de fundamental importancia, tanto porque estos son el lugar material que conserva la memoria de la divina revelación, del misterio de la encarnación y de nuestra redención, como también porque en esos lugares la comunidad cristiana local encuentra los fundamentos de su propia identidad. En torno a los santuarios y gracias a su presencia, encuentran un trabajo digno muchos de los fieles cristianos dedicados a acoger a los millones de peregrinos que en estos últimos años llegan, cada vez más numerosos, para visitar los Santos Lugares”.