Anton Asfar, católico de rito sirio, padre de familia y subdiácono, es el Secretario General de Cáritas Jerusalén. Durante más de 20 años fue uno de los responsables de las cuentas del Patriarcado latino. Está en Madrid de camino a una reunión de coordinación de más de 30 Cáritas de cooperación internacional. Aprovecha para explicar a un grupo de periodistas la situación de desastre humanitario en Gaza y Cisjordania, las zonas más dañadas hoy de Tierra Santa.
«Hemos pedido un alto el fuego durante 15 meses, y ahora tenemos uno, pero frágil. En Gaza y Cisjordania se siguen perdiendo vidas», explica.
«La ayuda que ha entrado en las últimas semanas era necesaria pero no era suficiente en absoluto. No hay stocks. Cuando se habla de ‘caravanas’ se refieren a un par de convoyes, y cuando hablan de equipo pesado de maquinaria para los escombros, eran pocos. Han muerto niños recién nacidos por frío. Llueve y sopla el viento, las lonas vuelan, la gente no tiene techo», afirma.
Durante todos estos meses de guerra y bombardeos, Cáritas Jerusalén ha mantenido a su personal en la Franja de Gaza y en la ciudad misma. Cáritas Jerusalén tiene un total de 150 miembros asalariados, y ha dedicado 100 a la Franja, acompañados de 80 voluntarios. Algunos lo han pagado con su vida y todos y cada uno tienen parientes y amigos damnificados por esta guerra.
«En la ciudad de Gaza ciudad muy pocas organizaciones han funcionado desde el principio, pero Cáritas lo ha logrado», añade. «Nuestros equipos se instalaron en la parroquia católica y la ortodoxa y han estado allí durante todo el conflicto. En la parroquia católica organizaron una clínica de emergencia, que trajeron de un campo de refugiados y así pudieron seguir ayudando a la gente. La escuela adyacente, de la UNWRA, [Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos] fue bombardeada dos veces y afectó a nuestra clínica. Hubo que evacuarla, pero con la tregua está ahora funcionando. Personal de Cáritas, de nuestras unidades médicas móviles se ubicaron en el sur, y luego llegaron los combates a esa zona», detalla.
Víctimas mortales en el personal de Cáritas
En octubre de 2023 un bombardeo israelí golpeó la parroquia ortodoxa de San Porfirio donde se refugiaban unas 500 personas y se ofrecían servicios de Cáritas y entre las 18 víctimas mortales estuvo una trabajadora de Cáritas, llamada Viola, de 26 años; también murió su esposo y su bebé, una niña. «Viola era una persona muy servicial, encarnaba nuestro lema ‘Ponemos el amor en acción'», señala Asfar.
Ha habido otras víctimas entre el personal de Cáritas. «Tenemos un farmacéutico allí, cristiano ortodoxo. Perdió 2 hijos en un bombardeo. Otros dos doctores fueron heridos en bombardeos en el punto médico del campo de refugiados, uno bajo los escombros con fractura en el cuello. Tenemos 17 equipos médicos móviles en la zona. Cuando oigáis a las ONGs pedir que se proteja a los médicos y los cooperantes en la zona, tened en cuenta estos casos», apunta.
A los equipos de Cáritas vienen mujeres y niños pidiendo ayuda, pidiendo los medios más básicos de supervivencia. «Un padre pedía ayuda para su hija de 2 años, tenía 8 kilos, totalmente desnutrida. Cuando oigáis de ayudas que llegan en caravanas o convoyes, pensad que es una gota de agua en el océano».
Cuando los equipos de Cáritas del sur llegaron al norte, con la tregua, vieron que todo estaba destruido, estructuras, casas… No hay suministro de agua correcto, no hay saneamientos y se extienden enfermedades.
«Los hospitales necesitan generadores de gasoil o gasolina. La planta desalinizadora que aporta agua a Gaza requiere electricidad: si se corta la electricidad, se quedan sin agua. Al faltar saneamientos, se extienden las enfermedades… Cáritas se ha esforzado en prevenir epidemias vacunando a los niños; «estamos en la campaña de segunda vacunación», detalla.
Sobre los donativos que de todo el mundo han llegado directamente al Patriarcado latino (diez millones de dólares, según el informe oficial), detalla que se han dedicado sobre todo a ayudas urgentes, con kits sanitarios, apoyo en dinero efectivo, paquetes de comida y atención para niños. Son ayudas urgentes complementarias a los proyectos de Cáritas, que incluyen vacunación para niños, atención médica ambulatoria, acompañamiento a familias, etc…
Las familias de Gaza no quieren irse
Las familias de Gaza, cristianas o musulmanas, dicen que no piensan irse, que es su hogar. «Yo no soy político pero el plan Trump no es aplicable, no lo quieren los gazatíes, no lo quieren los países vecinos -nosotros nos tratamos con Cáritas de Jordania, Egipto, Siria, Líbano- ni los gobiernos lo quieren. Muchos recuerdan la nakba de 1948». Se refiere al año en que muchos palestinos fueron expulsados o abandonaron el país mientras sus casas y tierras era ocupadas por Israel.
Desde 1967 las ONGs de Jerusalén se coordinan en la plataforma AIDA. Son más de 80 asociaciones, entre ellas Cáritas, que ofrecen informes conjuntos y presionan para que entre la ayuda y para que acaben las operaciones militares en Cisjordania y Jerusalén Este. Especialmente piden que los trabajadores de las ONGs puedan trabajar y que los jóvenes puedan volver a las escuelas.
Avisa de que cuando se habla de quitar financiación a UNWRA, «hablas de cosas como dejar sin escuela, dispensarios o incluso sin camiones de basura a miles de personas por toda Tierra Santa, para la población dispersada desde la nakba, que vive en campos de refugiados».
«Las ONGs pedimos a la Unión Europea que ayude a la Autoridad Palestina financieramente, porque es el único interlocutor del pueblo palestino para una solución duradera y pacífica», añade.
Asfar explica que Cáritas tiene buenas relaciones a todos los niveles con la Autoridad Palestina, especialmente con los Ministerios de Agricultura, Turismo y Salud, con sus universidades y sus ayuntamientos locales.
«Por el lado israelí, nos relacionamos a través del Patriarcado, porque el cardenal Pizzaballa es el presidente de Cáritas. Ahora no dejan entrar a nuestros trabajadores palestinos a Cisjordania, por ejemplo. Tampoco dejan entrar trabajadores de ONGs. Tampoco dan visados a voluntarios internacionales últimamente, están poniendo nuevas exigencias a los trabajadores internacionales, les escudriñan con microscopio», añade.
Es posible ayudar a los cristianos de Tierra Santa (y a sus vecinos) a través de Cáritas con Tierra Santa, aquí.