El pasado 9 de octubre tuvo lugar la fiesta del Sukkot, conocida también como la fiesta de los tabernáculos o las tiendas en recuerdo del Templo construido por el rey Salomón a Dios y que aparece descrito en el Libro de los Reyes del Antiguo Testamento, así como los tabernáculos en que vivía el pueblo elegido en el desierto después del éxodo de Egipto.
La fiesta, celebrada especialmente por los judíos en Israel, ha ofrecido interesantes datos a modo de un medidor de recuperación en torno a la afluencia de peregrinos a esta celebración que admite la participación de cristianos.
Es significativo que si bien ha habido una recuperación, los aproximadamente 2.000 asistentes a esta fiesta de los tabernáculos con la Embajada Cristiana Internacional protestante están aún lejos de los 6.000 que recibieron en años anteriores a la pandemia.
La festividad, tal y cómo se concibe hoy en día, está especialmente basada en la descripción que aparece en la Torá y que recoge el periodista de Jerusalem Post Tuly Weisz: «Un joven rey Salomón comenzó a cumplir el deseo de David de construir un hogar para Dios. La construcción del Templo de Salomón duró siete años y concluyó en el mes de otoño de Heshvan, en el año 11 del reinado de Salomón». Sin embargo, la edificación final del templo hubo de esperar un año más, al duodécimo del reinado.
Tras ser inaugurado, el mismo Salomón estableció que templo serviría para siempre como una «casa de oración para todas las naciones», y en él comenzó a celebrarse esta festividad central de Sukkot sacrificando 70 ofrendas en nombre de las 70 naciones del mundo.
En la festividad, con tintes a medio camino entre tradición y agricultura, tiene un componente rogativo en torno a la lluvia, suplicando a los cielos que proporcionen sustento y vida a las naciones.
El profeta Zacarías también habla de Sukkot en el Antiguo Testamento: «Los supervivientes que de todas las naciones atacaron a Jerusalén subirán de año en año a postrarse ante el Rey Yahvé Sebaot y a celebrar la fiesta de las Tiendas» (Zacarías 14:16).
Una interpretación cristiana del Sukkot
Por ello, no es extraño que también se de una interpretación cristiana de esta festividad. Como recoge el portal Primeros Cristianos, la fiesta conmemora por un lado los cuarenta años en que Dios estuvo proveyendo las necesidades del pueblo elegido durante su travesía en el desierto, así como al final de los tiempos, cuando Dios recogerá la última cosecha de Israel y las naciones, que vendrán todos a Jerusalén para rendirle culto.
También se da otra interpretación cristiana de esta festividad de las Tiendas, en base a las tres que pide construir Pedro durante la transfiguración en el Monte Tabor para Jesús, Moisés y Elías.
En este sentido, se interpreta que en lugar de las tiendas que Pedro quería levantar en el Monte Tabor, es la cruz de Jesús la que se ofrece como verdadera tienda para el que se refugia en ella huyendo del pecado, elevando la mirada al Hijo del hombre.
La fiesta de la exaltación de la Santa Cruz tiene su origen en el día de la dedicación de la Iglesia del Santo Sepulcro. El 14 de septiembre del año 335 se celebró la dedicación del edificio constantiniano, simbolizando este una tienda en el corazón de Jerusalén para todos los que buscan refugio a la sombra de la cruz.
En las comunidades cristianas de Tierra Santa están presentes tres símbolos de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz durante la celebración del Sukkot: la luz, la albahaca y la granada. La luz representa la luz de la cruz que ilumina nuestra vida. La albahaca, verde y fragante, significa el árbol de la vida, que está representada por la cruz.
La granada, llena de jugo de color rojo (como la sangre de Cristo derramada en la cruz) y de semillas (que representan la fertilidad de la vida), alude al misterio de la muerte de Cristo en la cruz por nosotros. La albahaca y la granada de la Fiesta de la Exaltación de la Cruz cristiana podrían recordar el lulav (la palmera) y el etrog (la cidra), típicos de la fiesta judía de Sukkot.