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La abadía de Latrún, un silencio cisterciense que es historia viva de Tierra Santa

Juan Cadarso

A medio camino entre Jerusalén y Tel Aviv, en la frontera con Cisjordania, se encuentra el único monasterio de monjes cistercienses de todo Israel. Sobre un pequeño valle, entre campos de olivos y parras de vino, se levanta esta majestuosa abadía, fundada el ocho de diciembre de 1890 por hermanos trapenses de Sept- Fons (Francia).

Edificada sobre un antigua fortaleza cruzada y de una aldea de agricultores, el monasterio es famoso actualmente en todo Israel por una cuestión muy especial. Católicos, cristianos de cualquier confesión y los propios judíos, recorren los poco menos de veinte kilómetros que la separan de Jerusalén para hacerse con una botella de sus preciados vinos. En el estricto silencio de sus constituciones, que cumplen con especial observancia, y en la intensa oración de sus liturgias, los monjes cultivan una tercer pata: el trabajo.

Visitas de todo el mundo

Todo se remonta a finales del siglo XIX, cuando, poco después de que desembarcaran en ese lugar, los monjes Cistercienses de la Estrecha Observancia empezaron a producir vinos, utilizando técnicas francesas, licores y aceites. Por Latrún, a día de hoy, es habitual ver a un gran número de peregrinos y turistas llegados de todo el mundo. Allí pueden participar en un tour en el que se les explica el modo de trabajar de los monjes, y las personas que lo deseen, pueden, también, dormir y pasar unas jornadas en oración o de retiro espiritual.

Sin embargo, la historia de este monasterio, en algunos momentos no ha sido del todo bucólica. Durante la Primera Guerra Mundial, por ejemplo, los religiosos fueron expulsados y unos años después, en 1948, el lugar estuvo bajo lucha durante la Batalla de Latrún. Tras la guerra permaneció en poder de Jordania. Fue en 1970, cuando los monjes de la abadía cedieron parte de sus tierras para la creación de un asentamiento muy esperanzador: La Villa de La Paz.

La comunidad Neve Shalom/Wahat al Salam es una cooperativa de Judíos y árabes-palestinos de nacionalidad israelí en la que residen más de 35 familias. Los miembros de esta comunidad buscan así demostrar la posibilidad de coexistencia entre judíos y palestinos, mediante el desarrollo de una comunidad basada en principios de aceptación mutua, respeto y cooperación. A pesar de haber ofrecido sus propias tierras a iniciativas tan nobles, los monjes sufrieron en 2009 una serie de pintadas ofensivas hacia Jesús por parte de colonos judíos.

En este vídeo puedes hacer un recorrido por la impresionante abadía cisterciense de Latrún. 

La comunicad cisterciense que vive hoy en Latrún sigue muy viva, y tiene como carisma la especial acogida de toda aquella persona, católica o no, que les visita. Con cerca de una veintena de monjes actualmente, la mayoría de ellos de origen francés, aunque también hay algunos libaneses, la comunidad cisterciense forma parte importantísima de la comunidad cristiana y, más especialmente, de la católica en la misma tierra que un día vio nacer a Jesús.

Con más de 130 años de historia, este monasterio siempre ha estado abierto a lo que la Iglesia pudiera necesitar. Un ejemplo de ello, tuvo lugar el pasado 22 de julio en la capilla del monasterio, cuando se celebró la primera consagración de una laica cisterciense en la historia de la orden. La pediatra Prachi Edlagan asumió la espiritualidad de esta comunidad centenaria y, como dijo aquel día, «para ser como el borde del manto de Cristo, siempre unido a Él, pero libre para llevarlo al resto del mundo bajo el espíritu cisterciense».

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