El pasado 11 de octubre 16 franciscanos realizaron sus votos perpetuos en una emotiva celebración que se desarrolló en la iglesia de San Salvador de Jerusalén a puerta cerrada debido al coronavirus y al confinamiento decretado en Israel.
Los frailes procedían de nueve países diferentes: Congo-Kinshasa, Congo-Brazaville, Italia, Siria, México, Brasil, Perú, Colombia y Sudáfrica. Los dieciséis entregaron en manos del Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, su voto a Dios de vivir hasta la muerte en obediencia, sin nada propio y en castidad, según la regla de la Orden de los Frailes Menores.
“El momento que vivimos es un tiempo que nos entrena para vivir nuestra vocación aprendiendo a permanecer en la situación en que nos encontremos, en lugar de tratar de escapar de ella – dijo el Custodio de Tierra Santa en su homilía –. Es un tiempo que nos educa en la obediencia, porque nos obliga a aceptar las circunstancias en que nos encontramos. Es un tiempo que nos enseña a vivir con serenidad y alegría franciscana la existencia sin nada propio, porque en la situación en que estamos nos damos cuenta de que no somos dueños de nada, sino que tenemos que aceptar limitaciones, renuncias e incluso vivir este día de manera distinta a la que habíamos imaginado. Es un tiempo que también nos enseña algo sobre la castidad, sobre el valor que tiene nuestro cuerpo y poder ofrecérselo enteramente al Señor”.
Tal y como recoge la Custodia, después fray Francesco Patton dijo que en las profesiones solemnes y en la celebración veía cumplirse el sueño de Dios del que hablaba el profeta Isaías y también Jesús en el Evangelio: “El de ver a todos los pueblos de la tierra subir a Jerusalén y convertirse en una sola fraternidad, representada por vosotros porque venís de cuatro continentes distintos, y participar en el banquete de bodas preparado para nosotros por el mismo Señor”. Luego, fray Francesco Patton subrayó que la llamada recibida por los dieciséis frailes es un don de Dios y aunque requiera mucha entrega, podrán serle fieles porque “es Él quien lo hace posible” (aquí la homilía completa).
Antes de los votos perpetuos, los frailes se postraron en tierra ante el altar y pidieron, junto con la asamblea, la intercesión de todos los santos. Después se arrodillaron para pronunciar la profesión solemne, acompañados de sus padrinos. Al final de la misa, algunos frailes quisieron agradecer, en nombre de todos, a sus familias, a los formadores y en especial a fray Donaciano, maestro de estudiantes, y a todos los ministros provinciales de las distintas Provincias a las que pertenecen los nuevos profesos, que no pudieron estar presentes en un momento tan importante.
Uno de estos jóvenes franciscanos, Joao Paulo Dos Santos explicaba a Christian Media Center que “la profesión solemne es la confirmación de aquel primer sí que ya pronunciamos siguiendo a Jesucristo. Es Jesucristo quien nos llama, que me ha llamado, y que llama a todo bautizado a vivir con Él como amigo, así como él llamó a los Apóstoles”.
Por su parte, Alfonso Clara de Jesús Morales Meza aseguraba que “decir este sí definitivo al Señor para toda la vida es una emoción que no sé cómo describir con palabras. Me siento como aquellos que se casan, los amigos me lo explican, que ha habido un cambio en sus vidas. Así me siento en este momento, este sí: ¡Señor, para ti y para toda la vida!”.
El fraile Donaciano Paredes, maestro de formación en el Seminario Teológico Franciscano agregaba que este seminario internacional “está compuesto por diferentes frailes de la Orden procedentes de cuatro continentes, que vienen a Tierra Santa a estudiar teología, y nosotros los acompañamos en sus cuatro años de formación”.