El Antiguo Testamento es una de las dos patas de las que consta la Biblia. Un fragmento que muchas veces es considerado como legendario o mitológico y, sin embargo, existen pruebas arqueológicas de que muchas de sus historias fueron reales.
El autor Dave Armstrong, en la web National Catholic Register, enumera 15 elementos que han sido contrastados por la ciencia moderna y que podrían haber ocurrido de verdad.
1. El diluvio pudo existir y ser local
Las pruebas arqueológicas existentes demostrarían que hubo una inundación hacia el 2900 a. C. en la llanura de Mesopotamia (actualmente el sur de Irak), en un área plana entre dos grandes ríos (el Tigris y el Éufrates).
Así lo aseguró el arqueólogo Lonard Wooley mientras excavaba la antigua ciudad bíblica de Ur. Las aguas del diluvio tardaron 10 meses en desaparecer (Génesis 7:11; 8:13).
Un hecho nada raro si se tienen en cuenta otros ejemplos de la historia como las inundaciones de 1926-1927 en Luisiana, cerca del río Mississippi (EE.UU). En este caso llovió durante ocho meses y las aguas tardaron un año en desaparecer.
2. Abraham vivió en Beerseba… en el desierto
Los escépticos siempre han dicho que el patriarca Abraham no vivió en la ciudad de Beerseba y que esto era un anacronismo, ya que dicha ciudad no existía en su tiempo.
Sin embargo, en ninguna de las once menciones que hace la Biblia aparece un pueblo, y mucho menos una ciudad. La primera mención, durante la vida de Abraham (Génesis 21:14), se refiere al «desierto de Beerseba».
3. Sodoma y Gomorra: juzgadas con «azufre y fuego»
En Génesis 19:24, la Biblia habla de la destrucción que hace Dios de las ciudades pecadoras de Sodoma y Gomorra.
La ciencia actual propone que esto pudo deberse al estallido de un meteorito en el aire en 1750-1700 a. C, en vida del propio Abraham. La explosión fue tan fuerte que las rocas se convirtieron en vidrio.
4. José fue vendido como esclavo por «20 siclos»
El código Hammurabi (1750 a. C.) y los archivos de Mari (1761 a. C.) confirman que el precio de los esclavos en la época de José era de 20 siclos.
5. Los pactos en Éxodo, Levítico y Deuteronomio: propios de la época
Se conocen más de 100 documentos de pactos de la antigua Mesopotamia y Egipto. Y tendrían vinculación con los pactos que se hacen en los libros bíblicos de Éxodo, Levítico y Deuteronomio.
La forma de estos pactos de entre 1350 a. C. y 1180 a. C (a diferencia de los anteriores y posteriores) podrían ser muy similares a los egipcios.
Esto se debería a que se hicieron en vida de Moisés, que fue criado por la hija del Faraón (Éxodo 2:10), y que habría tenido grandes oportunidades de aprender sobre leyes egipcias.
6. El rollo que demuestra la cuota de los esclavos egipcios
Un rollo egipcio que data del año quinto del reinado del faraón Ramsés II (1275 a. C.) menciona que los esclavos eran responsables de una cuota de 2.000 ladrillos de barro (Éxodo 5:8- 5:19).
7. Dios alimentó a los israelitas con codornices
La Biblia sitúa las codornices en la península del Sinaí, específicamente a lo largo de las costas (Éxodo 16:1) y durante la primavera (Éxodo 16:1; Números 10:11, 11:31, 34).
La ciencia moderna ha confirmado migraciones anuales y masivas de codornices en primavera, que se alinean perfectamente con las descripciones hechas por la Biblia.
8. Moisés sacaba agua de las rocas en el desierto
En los libros de la Biblia de Éxodo 17:6, Números 20:10 y Deuteronomio 8:15, se muestra a Moisés sacando agua de las rocas en el desierto.
Esto podría deberse a que la Península del Sinaí contiene mucha arenisca y piedra caliza, que son rocas porosas, capaces de absorber y almacenar agua. En condiciones de mucho calor, desarrollan una costra dura que, si se golpea lo suficientemente fuerte, puede hacer que el agua fluya.
9. Jericó no existía en la época de Josué, por alguna razón
Los escépticos aseguran que la arqueología no proporciona evidencias de que Jericó existiera en la época de Josué (1200 a. C.), cuando la Biblia afirma que sus muros se derrumbaron (Josué 6:20).
Podrían tener razón, pero hay una explicación lógica para esto. Jericó está muy cerca del Mar Muerto, uno de los lagos más salados del mundo. La erosión por culpa de la sal y de una larga temporada de lluvias (de finales de octubre a abril) pueden explicar la erosión masiva de los muros de la ciudad.
10. David no es tan mítico como el rey Arturo: fue real
Mientras los historiadores mitificaban al rey David, algo cambió en julio de 1993. En el norte de Israel se descubría la estela de Tel Dan, que data del siglo IX a. C., y que contenía la frase «Casa de David» (1 Samuel 20:16).
11. El profeta Amós vivió en el siglo VIII a. C.
Entre los relatos de la Biblia hay una referencia a un terremoto que ocurrió en Jerusalén, la capital del reino de Judá. Hoy, gracias a unas excavaciones en el Parque Nacional de la ciudad de David, se han encontrado evidencias de que este, efectivamente, se produjo, hace 2800 años.
El profeta Amós, dice: «Estas son las palabras de Amós, que era un pastor de Tecoa. Tuvo una visión acerca de Israel durante los reinados de Uzías en Judá, y de Jeroboán hijo de Joás en Israel. Esto sucedió dos años antes del terremoto» (Am 1.1-2).
12. Ezequías reinó hacia el 715– 687/6 a. C.
Ezequías es uno de los reyes que se mencionan en la genealogía de Jesús. En 2015, se encontró el sello del rey bíblico Ezequías en la parte más antigua de Jerusalén. Estaba fechado entre el 727 y el 698 a. C.
Ezequías fue el encargado de cavar el famoso túnel que lleva su nombre (2 Reyes 20:20; 2 Crónicas 32:2–4,30; Isaías 22:11) y que hoy se puede visitar.
13. El profeta Isaías vivió desde el 740 al 681 a C.
Isaías fue uno de los mayores profetas de Israel. La tradición hebrea cree que nació alrededor del 765 a. C. en Jerusalén y el cristianismo le atribuye el anuncio del nacimiento, el sacrificio y la gloria de Jesús.
En 2018 se encontró en Jerusalén un sello con su nombre. Los arqueólogos que trabajan en las ruinas del templo de esta ciudad localizaron un pequeño sello de arcilla llamado bulla. En su interior figura el nombre Yesha’yah[u] (Isaías) en letras hebreas junto a la expresión NVY. Parecen las primeras letras de la palabra nun-beit-yod-aleph, que significa literalmente profeta.
14. El profeta Jeremías vivió del 650 al 570 a.C.
Existen 19 pruebas arqueológicas separadas e independientes que así lo demuestran.
15. Nabónido llegó a ser rey de Babilonia
El que se conoce como último rey de Babilonia (556–539 a. C.) no se menciona en ninguna parte de la Biblia.
En cambio, su hijo Belsasar es llamado «rey de Babilonia» (Daniel 7:1; cf. 5:1, 5-10, 13, 30; 8:1). Eso se debe a que su padre estuvo en el extranjero durante 10 años, por lo que actuó como su regente (por lo tanto, podría llamarse «rey»).