Uno de los sacramentos de la iniciación cristiana es la Eucaristía. Recibir la Eucaristía por primera vez es el momento en el que un niño empieza a entender las verdades de su fe y se prepara para vivirlas. Es una semilla de la gracia en la persona que poco a poco va llevándola a la madurez con su encuentro con Dios y con una vida acorde a los Evangelios.
La celebración de la Primera Comunión ha sido siempre un hito en la infancia, como uno de los momentos más felices e inolvidables en la vida de un niño.
Por esta razón sugerimos a las familias que traigan a sus hijos a recibir la Primera Comunión a Tierra Santa, de modo que puedan encontrarse con Jesús en el contexto de una peregrinación, acompañados por su familia más próxima. ¡Muchas familias han aceptado la invitación, y los resultados de su experiencia han sido maravillosos!
Un hito en la historia de Duc in Altum
Normalmente celebramos las Primeras Comuniones en Belén, donde nació Nuestro Señor Jesucristo. No podría este lugar ser más relevante, envuelto en el amor de Dios, que se acerca hasta nosotros hasta el extremo de llamarle Emanuel, que significa "Dios con nosotros". Es más: Belén, como muchos de ustedes sabrán, significa "Casa del Pan", con lo cual el significado de la Eucaristía se acentúa aún más y se convierte en el lugar ideal para que un niño reciba por primera vez en su corazón a Nuestro Señor Jesucristo.
Hace algunos días una cuantas familias y sus amigos vinieron a celebrar la Primera Comunión de uno de sus hijos. La experiencia fue preciosa, algo realmente celestial. Sin embargo, una de las niñas, Constanza, decidió no recibir a Jesús en Belén porque su padre no había podido hacer el viaje por razones de trabajo. Ello quiso esperar hasta que llegase su padre, hacia el final de la peregrinación, lo cual nos permitió tener otra experiencia única en Magdala. Fue la oportunidad de tener otra "primera vez" de algo en Duc in Altum.
Siguiendo lo que debieron ser los pasos cotidianos de Jesús en Galilea, subimos hasta el monte Arbel a primera hora de la mañana hasta una gruta donde quizá Jesús oraba por las noches. Es un lugar realmente bello, desde donde puede verse toda la parte norte del Mar de Galilea, justo la zona donde Jesús comenzó su vida pública. Cuando salió el sol, meditamos brevemente sobre Jesús, su misión y su amor por nosotros. Fue un momento auténticamente especial y privilegiado.
Al finalizar la meditación, Constanza le pidió al padre Juan Solana si podía escucharla en confesión allí por primera vez. Él aceptó encantado y ambos meditaron sobre el amor de Dios mientras se sentaban en la entrada de la cueva, donde por primera vez Constanza recibió el sacramento de la Penitencia.
Ese día, tras descender del mente, celebramos su Primera Comunión en la Capilla de Santa María Magdalena, la primera celebración de esta naturaleza en esta capilla.
Artículo publicado en Magdala.